diumenge, 10 de febrer del 2013

¡Viaja, que eres joven!

Buceando por Internet encontre un artículo interesantísimo sobre por qué tenemos que aprovechar la juventud para viajar. Tanto me gusto que os lo ofrezco aquí, traducido del inglés al castellano:

"Mientras escribo esto, estoy volando. Es increíble como se puede estar suspendido en el aire, moviéndose a doscientas millas la hora mientras se lee una revista. Sorprendente.

Me levanté a las tres de la manaña, mucho antes que saliera el sol. Treinta personas cargamos tres mini buses y conducimos dos horas hasta el aeropuerto de San Juan. Nuestro viaje había acabado. Era el momento de volver a casa. Pero nosotros habíamos cambiado.

Mientras espero sentado a que la azafata me traiga mi refresco,me planteo porque viajo. La otra noche recordé el por qué lo hago y el porque de mi disciplina en empeñarme en viajar mucho  y como esto compensa todas las molestias causadas.

Estábamos liderando un viaje misionero en Puerto Rico. Tras el dia de trabajo, mientras volvíamos a la iglesia donde nos quedábamos, una joven me preguntó: Crees que debo ir a la universidad o mudarme a Africa?

Le dije que viajara. Sin excusas, que simplemente fuera. Ella empezó a asentir aunque soltó el típico "sí, pero..."

He escuchado esta excusa antes y no me la creo. Conozco ese "sí, pero..." de forma personal y lo he dicho alguna que otra vez. Las palabras parecen suficientemente inocentes pero en realidad, decirlas trae consecuencias fatales.

Sí, pero …
… y la deuda que voy a generar?
… y mi trabajo?
… y mi pareja?

Estas frases son letales. Nos hacen parecer como que tenemos la mejor de las intenciones pero en realidad estamos demasiado asustados de lo que debemos hacer. Estas frases nos permiten ser cobardes y sonar como si fuéramos valientes y nobles.

Mucha gente que conozco que ha esperado a viajar por el mundo nunca lo ha hecho. En cambio, mucha gente que ha esperado para graduarse o conseguir un buen trabajo lo ha conseguido después de haber viajado mucho.

Esto me recordó al Doctor Eisenhautz y el vestuario.

El Dr. Eisenhautz era un profesor alemán en mi universidad. Yo no estudié alemán pero como estudiante de lenguas extranjeras conocia a casi todo el resto de profesores. Esto explica el por qué empezamos una conversación a las seis de la manana.

Yo iba a empezar el gimnasio y él ya acababa. Estábamos cambiándonos en el vestuario cuando me preguntó: “Vienes a menudo?” . Casi me da la risa.  “Um, si, creo” respondí.  “Eso está muy bien,” me dijo. “Perfecto.”

Asentí sin prestar demasiada atención. Yo llevaba ya varias semanas yendo al gimnasio unas tres veces a la semana.

“Estupendo” decia el Dr. Eisenhautz. Y fue entonces cuando dijo una de las frases más profundas que he escuchado en mi vida:

“Los hábitos que te formas ahora te acompañaran el resto de tu vida”


Me quede paralizado mientras el profesor se despedía y salía del vestuario. Las palabras rebotaron en mi mente durante el resto del dia. Años después, aún me afectan sobremanera. Es cierto, los hábitos que tomas en tus primeras etapas de la vida serán, casi siempre, los que estén contigo el resto de tu existencia.

Este hecho lo he comprobado de forma constante. Mis amigos que más bebían en exceso durante la universidad, por ejemplo, lo siguen haciendo hoy dia. Antes le llamábamos a eso "salir de fiesta". Ahora tiene un nombre menos glamuroso: alcoholismo. Hay más ejemplos. Los chicos y chicas que se acostaban con unos y otros ahora tienen bebés y matrimonios con infidelidades. Y los que no tenían ambiciones siguen trabajando en los mismos trabajos sin futuro. 


“Somos lo que hacemos repetidamente,” dijo Aristóteles. No quiero sonar pesimista y seguramente la vida puede dar un cambio brusco en cualquier momento. Pero hay una gran lección en todo lo que os estoy contando: la vida es el resultado de hábitos intencionados. Por eso me decidí por hacer primero las cosas más importantes para mí, y no lo último.

Tras graduarme, me uní a una banda y recorrí toda Norteamérica durante nueve meses. Eramos seis amigos. Tocamos en escuelas, iglesias y prisiones. Incluso pasamos un mes en Taiwan durante nuestro tour de ultramar. 

Como parte de nuestro viaje de bajo coste, normalmente nos quedamos en casa de la gente. Y siempre salía el mismo tema de conversación en cenas y sobremesas. Algún adulto bienintencionado decía "es genial que hagáis esto... mientras aún sois jóvenes".

Ups.  Estas últimas palabras — mientras aún sois jóvenes— eran como un chorro de zumo de limón en el ojo. Odiaba esa frase.

Quería gritarles,

“No, esto no es genial sólo mientras sea joven! Es genial para el resto de mi vida!No entiendes. Esto no es sólo algo que hago para matar tiempo. Esta es mi vocación! Mi vida! No quiero lo que tienes. Siempre seré un aventurero.”

Ahora que apenas me falta un año para cumplir los treinta me doy cuenta que estaba equivocado en algunas cosas. Aquellos adultos tenían algo de sabiduría en sus palabras, fueran cuales fueran sus intenciones.

A medida que nos hacemos mayores, la vida nos va imponiendo cosas. Sea lo que sea lo que acabemos haciendo, al final acabaremos con más responsabilidades, más barreras y más obligaciones. Esto no es siempre algo malo. De hecho, en muchos casos será algo muy bueno. Significará que estamos influenciando a gente y dejando un legado.

Pero hay que aprovechar la juventud por ser el tiempo del poder total. Es cuando tenemos lo que queremos. A medida que vamos madurando asumimos nuevas responsabilidades, pero es importante no perder de vista las cosas importantes. La mejor manera de conseguir esto es invertir en tu juventud lo que quieres que tenga efecto años más tarde.

Yo invertí en viajar. No por el simple hecho de ser un turista, sino para descubrir la belleza de la vida, para recordar que no estoy completo.

No hay nada como cruzar en bici el Golden Gate o ver el Coliseo al atardecer. Ojalá pudiera pintar un cuadro sobre cómo de increíbles se ven las montañas de Guatemala o lo divertido que es aparecer en la televisión italiana.  Ni siquiera las increíbles fotos que tengo de las cataratas del Niágara y del paisaje del Medio Oeste americano se acercan a las gran experiencia que es disfrutar de esto en directo. No os puedo explicar lo bello que es el paisaje del sur de España desde un tren: tienes que experimentarlo tu mismo.  No hay otra manera.

Mientras seas joven, debes viajar. Debes sacar tiempo para ver el mundo y degustar todo lo que la vida ofrece. Pasa una tarde sentado frente al David de Miguel Angel. Pasea por las calles de Paris. Escala el Kilimanjaro. Haz senderismo por el camino de los Apalaches. Admira la Gran Muralla China. Haz que se te parta el corazón el los campos de la muerte de Camboya. Nada a través de la Gran Barrera de Coral. Estos serán los momentos que definirán el resto de tu vida. Son experiencias que se pegan a ti para siempre.

Viajar te cambia como pocas cosas pueden cambiarte. Te pone en lugares en los que estás forzado a preocuparte de cosas mayores que tu mismo. Te hace empezar a entender que el mundo es muy grande y muy pequeño a la vez. Encontrarás un nuevo respeto y sentido al dolor y sufrimiento, cuando veas a dos tercios de la humanidad luchando por poder tener una comida al dia.

Mientras aun seas joven, culturízate. Conoce el mundo y la maravillosa gente que lo habita. El mundo es un lugar sorprendente, lleno de obras de arte sin igual. Conócelas.

No serás siempre joven. Y la vida no será siempre sólo preocuparte de tí mismo. Así que viaja, joven. Experimenta que el mundo merece la pena. Conviértete en una persona de cultura, aventurera y compasiva. Mientras aún puedas.

No malgastes este momento. No lo tendrás nunca más. Tienes una oportunidad crucial de invertir ahora en la próxima etapa de tu vida. Sea lo que sea que siembres, crecerá. Los hábitos que formes en este momento se te pegarán para toda la vida. Así que elige tus hábitos sabiamente.

Y si ya no eres tan joven como te gustaría (cómo nos pasa a la mayoría) viaja de todas formas. Puede que no sea tan fácil ni tan práctico, pero merece la pena. Viajar siempre te hará sentir más conectado al resto de la humanidad de manera profunda y duradera, como nada puede hacerlo. En otras palabras, viajar te hace más humano.

O al menos, ese es el efecto que tuvo en mí."

Podéis leer la versión original en inglés pinchando aquí.

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