dissabte, 2 d’agost del 2014

Atenas

Durante el fin de este Ramadan aproveché para visitar Grecia con mi compañera de trabajo. Al estar toda Argelia en familia celebrando el primer "Eid", casi nadie viaja, por lo que los vuelos a determinados destinos suelen estar más que baratos. Y efectivamente, Alitalia nos proponía una opción realmente económica para conocer Atenas y de allí tal vez explorar alguna de las islas griegas. Tras una breve escala en el aeropuerto de Roma-Fiumicino, llegamos a Atenas a mediodía, listos para descubrir la milenaria ciudad donde nació el "gobierno del pueblo" - δημοκρατία -en el siglo V antes de Cristo. El moderno aeropuerto El. Venizelos está conectado con autobuses, tren y taxis a la ciudad. Como teníamos poco tiempo y hacía mucho calor, tomamos un taxi para ir a nuestro hotel en Omonia, una de las zonas más feas de la ciudad, pero mejor conectadas. 

Tras dejar el equipaje, caminamos a lo largo de la animada avenida Athinas, donde decenas de comercios a precios bajos ofrecen miles de productos. También encontraréis el animado Mercado Central de Atenas, con sus pasillos de carnes, pescados, verduras, olivas, quesos y otras delicias griegas. Seguimos caminando hasta llegar al corazón de la vieja Atenas: la plaza de Monastiraki, con sus tiendas de antigüedades, librerías, fruterías... todo al mejor precio. La plaza está presidida por el imponente paisaje de la Acrópolis en lo alto de la montaña, así como por la antigua mezquita de Tsisdarakis y el pequeño monasterio ortodoxo de Panayia Pantanassa, que da el nombre a la zona. Me llamó muchísimo la atención el minúsculo tamaño de las iglesias y monasterios ortodoxos, siempre oscuros, llenos de velas e iconos de Jesucristo, la Virgen y todos los Santos.

Continuamos por las diferentes callejuelas hasta llegar a Psirri, una zona dinámica llena de restaurantes y tiendas jóvenes. Y allí, como teníamos muchísima hambre, empezamos a buscar entre los agradables restaurantes, eligiendo el Oineas, un precioso local lleno de objetos de coleccionista que los dueños han ido recopilando durante toda su vida: botellas de refrescos, carteles publicitarios antiguos y otros objetos vintage. El restaurante cuenta con un menú corto - algo que siempre me ha gustado - y que cambia cada dos meses de acuerdo con los elementos de temporada, respetando siempre las recetas de la cocina griega. Ese día nos recomendaron empezar con dolmadakia, arroz especiado enrollado en hojas de parra con aceite de oliva y limón. Estaban especialmente buenos, en parte debido a que los hacen ellos - en otros restaurantes los compran ya hechos -. Por supuesto, el pan acompañado de satziki y las olivas estuvieron presentes durante toda la comida. Como platos principales aceptamos la recomendación del día: una deliciosa moussaka - la mejor que he probado en mi vida - y un cordero al horno con alcachofas y patatas. Finalmente, la amable dueña nos obsequió con un magnífico postre: capas de hojaldre con crema casera y fresas. Sin olvidar el chupito final de mastixa, el digestivo griego por antonomasia, hecho de mastic, la resina de un árbol que sólo crece en la isla de Chios.

Bien recargados y descansados, continuamos hasta llegar a la antigua Ágora de Atenas, el centro de la ciudad antigua, con sus templos en ruinas, mercados, edificios públicos y tribunales.Aquí nació la democracia, aquí es donde los antiguos ciudadanos atenienses - hombres libres - se reunían para votar acerca de las decisiones del gobierno, las leyes y votaban - o sorteaban - a las personas que gobernaban la ciudad durante un tiempo limitado. Paseamos por uno de los edificios reconstruídos, la Stoa de Attalos, que antiguamente fuera mayor edificio cubierto de la ciudad. Este imponente edificio, con columnas dóricas y jónicas, fue un regalo del rey Átalo II de Pérgamo a la ciudad de Atenas, en agradecimiento a la educación que recibió en la ciudad durante su juventud. El edificio era una especie de centro comercial de la antigüedad, con decenas de tiendas, donde los atenienses se refugiaban del frío viento en invierno y del sol veraniego y daban paseos a lo largo de la columnata. Actualmente es un museo con decenas de estátuas encontradas en la zona.

Pero nos esperaba lo mejor: tras remontar la montaña llegamos hasta la famosa Acrópolis de Atenas, la zona más alta de la ciudad, enmurallada y fuertemente protegida. La entrada se realiza por la gran puerta de los Propileos y enfrente está el antiguo templo de Atenea victoriosa, que contaba con una gigantesca estátua en plata de la diosa protectora de la ciudad. En otro de los lados están las ruinas del Erecteión, templo dedicado a Poseidón, Atenena y el mítico rey Erecteos. De esta estructura lo más conocido es la tribuna sostenida por las seis cariátides, que simbolizan las mujeres de la ciudad de Cariátide, aliada con los persas. Tras la victoria griega, los atenienses vendieron a todas las mujeres de esta ciudad como esclavas y esculpieron estas estátuas para recordar su suerte a todos los que traicionaran la unidad griega. 

En uno de los lados de la colina se encuentra también el Odeón de Herodes, un regalo del gobernante romano a los atenienses donde aún hoy en día se representan famosas óperas en verano, aunque lamentablemente no puede ir a verlas. Pero es el Partenón el gran edificio del lugar, uno de los más bellos ejemplos de la arquitectura mundial y sin duda joya del estilo dórico. El majestuoso templo de Atenea Phartenos - Virgen - muestra la perfección matemática a la que llegaron los antiguos griegos, incluyendo los pequeños errores que hicieron a propósito en las columnas a fin de que desde cerca se siguiera viendo igual de perfecto, no como en otros monumentos que cuando nos acercamos apreciamos defectos causados por ilusiones ópticas. Es impresionante, sin duda ninguna. Una pena que los ingleses trasladaran - o robaran - los  frisos y frontones al Museo Británico. 

Por último, apreciad las vistas desde la colina, desde las cuáles ver toda la ciudad, desde las montañas hasta el mítico puerto del Pireo. Como hacía mucho calor, descendimos de nuevo, esta vez a la populosa calle Ermou, centro de las compras de los atenienses en lo que a moda se refiere. Allí nos sentamos a tomar un delicioso yogur griego frente a la pequeña iglesia de Kapnikarea, de estilo bizantino. Tras la pausa, seguimos caminando hacia la plaza Syntagma, centro de la Atenas contemporánea, donde se encuentran los mejores hoteles de la ciudad y la sede del elegante Parlamento Helénico, originalmente palacio de los reyes griegos, siendo la última residencia del depuesto rey Jorge. Allí recomiendo llegar al anochecer, cuando se produce el cambio de guardia frente a la tumba al Soldado Desconocido. Aquí, los llamados evzones - la élite de la Guardia Griega - vestidos con las tradicionales faldas, sombreritos rojos y zapatos con pompón - el uniforme de los antiguos rebeldes griegos durante la independencia del Imperio Otomano -realizan un vistoso ritual que vale la pena presenciar a cada hora impar. 

Como ya era de noche, volvimos al hotel a descansar. Esa noche salimos a tomar algo por los divertidos bares de las zonas de la plaza Karitsi y de la plaza Santa Irina. Es una zona donde salen veinteañeros y treintañeros pero en plan tranquilo. Así que hicimos lo mismo: había que aprovechar el día siguiente. 

El hotel en el que nos quedamos, el Dorian Inn, cuenta con una agradable piscina en el último piso con unas vistas preciosas a la Acrópolis en las que relajarse una soleada mañana ateniense o tomar algo por la noche. La iluminación nocturna del Partenón es impresionante. Ese día lo consacramos al estupendo Museo Nacional de Arqueología, primer museo de Grecia, en un edificio construído en 1821, justo después de la guerra por la independencia griega, siguiendo el estilo neoclásico. Es maravillosa su colección de estátuas griegas, que van desde el estilo arcaico con los grandes kuros, rígidas y sonrientes estátuas que representan a los jóvenes vencedores de los Juegos Olímpicos, de rasgos hieráticos y gran similaritud. Luego se pasa a la riqueza del periodo clásico, con todo tipo de estatuas en mármol y bronce, relieves, tumbas... impresiona especialmente la estátua de bronce de Poseidón a punto de lanzar su tridente - el tridente se perdió -. Finalmente la colección acaba con las estátuas de la época en la que Grecia ya no era más que una provincia del Imperio Romano. Son más de 30 salas las que guardan una de las colecciones de estátuas más amplias del mundo. Por supuesto, hay muchas otras colecciones, como la dedicada a la deslumbrante joyería bizantina donde todas las miradas se ponen en la máscara funeraria dorada que se pensó del rey Agamenón. La colección de vasijas en el segundo piso es también increíble con los característicos tonos anaranjados y negros de la Grecia clásica. Hay también una sala dedicada a los restos encontrados en Thira - Santorini - donde destacan algunos frescos de la civilización minoica. Vaya, el museo es enorme y muy completito por lo que me tocará volver con un guía para exprimirlo al máximo.  

Finalmente, ese día lo acabamos picando algo y saliendo de fiesta por el distrito de Gazi-Technopolis, una zona que originalmente se construyó para albergar la planta gasificadora de Atenas en 1860 y que ahora se ha restaurado. En el centro esta el antiguo tanque de gas, ahora iluminado de forma contemporánea y alrededor todo tipo de locales organizan exposiciones, seminarios de todo tipo, conciertos y otros eventos culturales. La fiesta aquí es también muy buena todos los días, con bares para todos los gustos. Empezamos en 45 Degrees, una terraza con bellas vistas al tanque de gas y buena música hard rock. De allí pasamos a Voodoo, donde estaban en mitad de una fiesta llamada "Greekz do it better" en la que sólo se ponía música contemporánea griega de tipo pop y dance. Acabamos la fiesta en el Why Sleep?, un amplio local a rebentar con terraza donde gogós masculinos y femeninos bailaban al ritmo del hip hop, r&b y reaagetón. Para ser una tórrida noche de un miércoles de julio el ambiente estaba muy animado. No quiero imaginarme como debe ser un viernes de septiembre. Tendré que volver, sin ninguna duda. Al día siguiente, bien temprano, pusimos rumbo al Pireo para tomar nuestro fast ferry a las islas Cícladas. Pero eso ya es materia para otro post.

Atenas es una ciudad muy agradable, con un sistema de metro aceptable y precios razonables. Hay mucho que ver para un turista, de hecho me quedan muchísimas cosas pendientes como el nuevo moderno museo de la Acrópolis, el templo de Poseidón o el antiguo estadio Panatenaico. Sin nombrar la gigantesca oferta gastronómica, cultura y de fiesta que ofrece esta divertida ciudad. 

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