dissabte, 9 de juliol del 2016

De restaurantes por París II

Hace bastantes años escribí una entrada donde recogía los restaurantes de gastronomía francesa que más me habían gustado durante mi año Erasmus en París. Ahora, tras otro año en la Ciudad de la Luz conociéndola en profundidad, publico una segunda parte, con los restaurantes donde disfrutar de la gastronomía francesa que más me gustaron. Esta vez son todos de la rive Droite, donde me he movido principalmente este años ya que he vivido y trabajado en el 16eme. Algunos son históricos, otros solo ofrecen una especialidad, otros tradicionales, algunos caros y otros más asequibles. Pero sin duda, todos inolvidables.Ninguna visita a París queda completa sin buenas comida o cenas disfrutando de su oferta gastronómica. Seguid usando y abusando de La Fourchette, donde siempre se encuentran buenos descuentos.

Privé de Dessert

El primer restaurante ofrece platos de la cocina francesa e internacional presentados de una manera especial. Local muy joven, lleno de camareros amables y rápidos, es único. El concepto que propone es muy curioso: Los platos del menú tienen nombre de postres y además, están presentados como tales. Sin embargo, son recetas saladas. En este mundo al revés, nos tomaremos un tiramisú como plato principal, hecho de carne picada con capas de puré de patata o un Saint-Honoré, que en realidad es una hamburguesa con bolitas de masa rellenas de queso fundido y una chantilly salada deliciosa. Los "churros" que sirven son una especie de patatas fritas con harina con la perfecta forma de churro. La sorpresa se cierra con la corta lista de postres, que tiene nombres de platos salados. Por ejemplo, podremos acabar la cena con un plato de espagueti boloñesa, que en realidad están hechos de manzana con salsa de fresa. La verdad es que está todo muy bien conseguido, daba la impresión que me estaba comiendo un postre gigante como plato principal. El restaurante vende su interesante libro de recetas a todo color para cualquier interesado en emularlas y sorprender a sus invitados. Este lugar es perfecto para sorprender a alguien o para pasar una velada divertida entre amigos. Diferente a todo lo que hayáis visto antes, y además la comida está buena, es bastante estándar y gustará a todos. 


Les Philosophes

Claro que Privé de Dessert gustará y sorprenderá. Pero si hemos venido a París también es para disfrutar de su gloriosa historia y sus platos tradicionales. Para eso, nada mejor que dirigirnos a unos de los barrios más antiguos de la ciudad, el Marais, donde se encuentra Les Philosophes, histórico restaurante con más de cien años de historia, en el que asociaciones de judíos solían reunirse. De hecho, uno de los que frecuentaba este local fue Trotski en sus visitas a París a principio del siglo XX. Actualmente mantiene su ambiente histórico, con esa decoración tan típica del París de la belle-époque y camareros vestidos con pantalones negros y camisa blanca. A pesar de que tienen una escueta carta, el menú del día cambia siempre y lo escriben en las pizarras ya que preparan siempre comida fresca y orgánica con ingredientes de temporada que compran en granjas y tiendas de París y alrededores. Los platos saben igual que si los hubiéramos preparado en casa. Lo mejor es su relación calidad-precio, una de las mejores que he visto en París. Muy recomendable para vivir la experiencia de un restaurante tradicional parisino sin arruinaros, con comida de calidad y fresca. Tras la comida, un paseo por las callejuelas del Marais para curiosear sus tiendas pondrá el broche a un almuerzo perfecto.

Le MaZenay


Y de la tradición de Les Philosophes pasamos a la innovación de Le MaZenay, un perfecto ejemplo de las recientes evoluciones de la nouvelle cuisine. En un local decorado de forma contemporánea casi nórdica, el chef borgoñón Denis Groison nos brinda un corto menú que rescata las recetas de su región natal usando ingredientes de la temporada casi siempre franceses. De entrante probé el sablé de escargots, una especie de galleta dulce con caracoles salvajes asados por encima y una crema de queso suave casera. De primero tomé un guiso  que llevaba cigalas, crestas de gallo asadas, trozos de carne de cuello de vaca y quenelle de ave (una especie de albóndiga cilíndrica con pasta de sémola, mantequilla, huevos, leche y carne desmenuzada de ave) todo coinado en una salsa muy rica de vol-au-vent deconstruido. El sabor era exquisito y no pude evitar mojar el crujiente pan casero en esta sustanciosa salsa. De postre degusté su famoso milhojas, súper suave y crujiente. Por recomendación de la amable camarera maridé la comida con una copa de un premier Cru blanco borgoñón buenísimo. Gastronomía francesa de mercado con toques regionales de la Borgoña preparada de manera innovadora con un balance de sabores muy acertado.


Le Relais de Venise (son entrecote)

Es cierto que los tres primeros restaurantes que he presentado tienen una carta corta (símbolo de que los platos preparados estarán buenos). Pero es que Le Relais de Venise los gana a todos: aquí no hay carta ya que solo se sirve un menú. El concepto de este bistró es simple: tras esperar unos minutos en la cola (siempre hay gente esperando) os sentarán en una mesa, muy pegado a otros comensales siguiendo la tradición de los bistrots parisinos, y os plantaran una pequeña ensalada de lechugas y nueces aliñada con una mezcla de mostaza y aceite y cubierta de queso parmesano rallado. A la vez, nos preguntarán por como queremos el entrecot (poco hecho, al punto o muy hecho, aunque en francés hay cuatro opciones: bleu, saignant, à point o bien cuit). No hay otra opción de comida. Al poco os traeran un plato lleno de patatas fritas caseras y el famoso entrecot cubierto de su salsa verde secreta. Si os lo acabáis todo (que os lo acabaréis), la camarera volverá y sin mediar palabra os volverá a servir otro entrecot y muchísimas patatas. La carne es de primera y se funde en la boca. Al finalizar, os preguntará si queréis el postre. A mi me gustó pero tampoco es nada del otro mundo. Se trata de un postre que ellos inventaron, le vacherin, una torre de helado, pasta de mashmallows y chocolate derretido. Cuando acabéis, la camarera apuntará lo que haya consumido la mesa en el mantel de papel, hará las sumas allí y os cobrará. El mejor entrecot de París sin ninguna duda. Un plato simple cocinado a la perfección.


Le Bouillon Chartier



Finalmente os propongo otro lugar histórico y además barato. Su historia, precios y carta de paltos tradicionales franceses atraen a multitudes tanto locales como de turistas, por lo que siempre hay que hacer un poco de cola y se recomienda ir un poco antes de mediodía o de las siete de la tarde para no tener que esperar mucho. No aceptan reservas al igual que Le Relais de Venise. Esta brasserie histórica lleva 120 años sirviendo comidas suculentas a precios populares a todos los que acudían a teatros, cines o tiendas de los concurridos grandes bulevares de la rive Droite. Aquí reviviremos el esplendor de los restaurantes masivos de la belle-epoque parisinos con camareros sirviendo en traje y pajarita que toman las órdenes apuntando en el papel de la mesa. El corto pero completo menú parece sacado de una guía de turismo ya que ofrece los platos más clásicos de la cocina gala a precios asequibles: choucroute alsaciana, puerros a la crema, caracoles de Borgoña, boeuf bourguignon, foie gras de pato, costillas de cordero, tartar, terrine, confit de pato... Los postres también están ricos, aunque demasiado azucarados a mi gusto como la famosa mousse de chocolate o la mítica copa Mont-Blanc, a base de crema de castañas con chantilly casero por encima.

La Patisserie des Reves

Por último, y aunque no sea un restaurante, no me resisto a acabar este repaso con un pequeño consejo: algunos de los mejores dulces tradicionales franceses se encuentran en la Patisserie des Reves, una pastelería con sucursales por todo París de aspecto moderno y algo empalagoso. Cúpulas de cristal cubren cada dulce y abunda el color rosa en las paredes y decoración. Los mejores ejemplos de la repostería gala son vendidos aquí, incluyendo mi preferido, el París-Brest, un delicioso círculo de pasta hojaldrada esponjosa (la misma que la de los profiteroles) rellena de una crema dulce de avellanas. Esto lo inventó un pastelero parisino en 1891 en honor al ciclista ganador de la carrera que hace la ruta de París a Brest (en Bretaña). Otros de los dulces ofrecidos son el Saint-Honoré o la tarta de limón y merengue. Además de los pasteles tradicionales, otros dulces cambian con cada estación. Con el calor veraniego, por ejemplo, aparecen los milhojas helados o la tarta de albaricoques. El primer local se abrió en la chic rue du Bac 93 aunque para sentarnos y poder degustar estas piezas maestras in situ nada mejor que el local de la rue de Longchamp 111 que tiene un pequeño salón de té.

Privé de Dessert
Francés original
Rue Lallier, 4. Metro Pigalle

Les Philosophes
Francés
Rue Vieille du Temple, 28. Metro Hotel de Ville
http://www.cafeine.com/fr/philosophes

Le MaZenay
Francés / Borgoñón
Rue de Montmorency, 46. Metro Arts et Métiers

Le Relais de Venise (son entrecote)
Francés
Boulevard Pereire, 271. Metro Porte Maillot
http://www.relaisdevenise.com/

Le Bouillon Chartier
Francés
Rue du Faubourg Montmartre, 7. Metro Grands Boulevards
http://www.bouillon-chartier.com/fr/

La Patisserie des Reves
Repostería francesa
Varias localizaciones
http://lapatisseriedesreves.com/fr/

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