dimarts, 14 de març del 2017

Doha

Doha imparable

La primera vez que puse un pie en Qatar fue hace 10 años, en mi segundo viaje al pequeño país árabe, cuando tuve una escala lo suficientemente larga en mi vuelo a Manila como para salir del aeropuerto. Recuerdo que era agosto y hacía un calor insufrible. Salíamos del taxi para tomar un par de fotos en momentos concretos y enseguida nos metíamos de nuevo, a refugiarnos en el potente aire acondicionado. Nos hicimos unas fotos en el paseo marítimo, conocido como Corniche, que daba al skyline en construcción de Doha, con el bonito Museo de Arte Islámico en primer plano. Luego nos dirigimos a la zona conocida como "La Perla", una marina con grandes rascacielos de lujo y varias boutiques: todo estaba desierto. También fuimos al antiguo zoco, casi desierto, donde lo más interesante era la zona de venta de camellos, situados en diferentes puestos al sol donde casi morimos achicharrados.

Recuerdo que el aeropuerto de Doha era bastante pequeño y feo, con tiendas minúsculas y una oferta gastronómica deplorable, mayormente basada en fritanga y croissants revenidos.

En cambio, mi segunda visita fue muy diferente. Era en febrero, con lo que el clima era fresco. El paseo marítimo bullía en actividad y el skyline de la ciudad había crecido de forma espectacular con impresionantes rascacielos, especialmente la Doha Tower de Jean Nouvel, el mismo que diseñó el Palau de Congressos de mi ciudad, València.

Nos quedamos una noche, en el fantástico hotel W, modernísimo y con un personal que se le podría describir como "cool", tanto por su manera de relacionarse con los clientes como por su estética. Lo único malo del hotel son las vistas de las habitaciones, que dan a un feo parking. Desde luego, lo estupendas que son las habitaciones, la comodidad de las camas o el desayuno tan divertido y sano que ofrecen, lo compensan.

El Museo de Arte Islámico

La tarde la dedicamos a visitar el Museo de Arte Islámico de Doha o MIA, que me quedó pendiente la primera vez. Diseñado por el legendario I. M. Pei, mismo arquitecto que diseñó las controvertidas pirámides del Louvre en París, el museo es espectacular. El arquitecto se empapó de la historia y la cultura musulmana para adaptar su estilo a las tradiciones arquitectónicas del Islam, con un cubismo presente tanto en las mezquitas egipcias del siglo X como en la Alhambra de Granada. Pero no sólo la arquitectura impresiona: el museo contiene la mayor colección de arte islámico del mundo: desde los inicios en el siglo VII hasta finales del siglo XIX, con ejemplares de caligrafía, alfombras de seda, espadas otomanas o cerámicas encontradas en todo el mundo musulmán, desde Marruecos a China. Una de las salas más bonitas es aquella donde se muestran ejemplares de estatuas, caligrafías y bordados en los que se representan animales y personas, explicando que en el Islam si se han representado personas y animales en determinados momentos y épocas (los leones de la Alhambra son un muy buen ejemplo), a pesar del mito general de que siempre ha estado prohibido.

Arriba de todo, en la sala de exposiciones temporales, había una pequeña colección de objectos y fotografías de Mohammed Ali, el legendario boxeador, que pasó largas temporadas en Qatar. Por cierto, el acceso al museo es totalmente gratuito.

Esa noche volvimos a "La Perla", mucho más concurrida, con restaurantes de todo tipo llenos y gente paseando por los diferentes bulevares, además de cientos de yates amarrados en su marina. Finalmente, antes de volver, pasamos un buen rato en el nuevo aeropuerto de Doha, que no tiene nada que ver con el antiguo aeródromo al que llegué hace diez años. El nuevo aeropuerto es gigantesco, lleno de todo tipo de tiendas y restaurantes, con butacas cómodas para esperar y un gran oso de peluche amarillo en el centro decorándolo todo. Sin lugar a dudas uno de los mejores aeropuertos del mundo, junto con el de Estambul. 

Mi imagen de Doha cambió por completo y ahora la veo como una ciudad agradable para vivir, aunque no sé si en el largo plazo podría acabar haciéndose aburrida.

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