divendres, 7 de setembre del 2018

Isla de Sal (Cabo Verde)


La joya turística en Cabo Verde

Sal es la isla más visitada de Cabo Verde y es también la más árida sin llegar a ser desértica. La mayoría de los turistas se concentran en el sur, en el bullicioso pueblo de Santa María, con su preciosa playa de aguas turquesas y su concurrido espigón, lleno siempre de paseantes, turistas y pescadores que siempre sacan algún pez grande del Atlántico. Aunque la capital, y por tanto única ciudad de la isla, es la insulsa Espargos, en el norte.

Pude disfrutar de esta cálida isla durante dos días, aterrizando bien temprano en el aeropuerto internacional Amílcar Cabral, que es el mayor del país. El taxista me llevó hasta mi hotel en el sur por la autopista que cruza Sal, desde la que vi el famoso "león tumbado", una montaña frente al mar con dicha forma. Como el conductor me cayó muy bien cogí su teléfono para explorar la isla al día siguiente con él.

Me registré en el Melià Llana Beach Resort & Spa, un hotel de la cadena incluido en su programa "Adults Only". Venía de dos semanas de trabajo y estudio en la capital del país y me apetecía relajarme sin pequeños correteando y gritando alrededor, al menos por dos días. Interesante que el hotel se llama con el primer nombre con el que los europeos bautizaron a la isla: "Llana" por ser extremadamente plana. 


El Melià Llana Beach Resort & Spa

Desde el momento de mi llegada, el tratamiento fue agradable, rápido y personalizado. Prepararon mi habitación mucho antes de la hora oficial del check-in y me resolvieron todas las dudas de forma rápida y atenta. El resort de cinco estrellas es del concepto "todo incluido" por lo que nada más llegar me pusieron una pulserita que daba acceso ilimitado a multitud de servicios, actividades, comidas y bebidas.

Los buffets son muy variados y en general de calidad, aunque algunos de los platos estaban excesivamente secos, como pasteles o carnes, pero en general el 80% estaban de maravilla. Eso sí, faltaban platos locales: por ejemplo no había cachupa para el desayuno (y es el desayuno caboverdiano por excelencia) y tampoco cachupinha entra la oferta de sopas ni otros platos de la cocina local. Tampoco había para beber sus famoso bissape o alborinha. Ni los quesos locales con dulce de papaya. A mí no me afectó puesto que había disfrutado de las especialidades locales en mis dos semanas en Santiago. Una de las cenas del todo incluido es en el italiano que tienen y es también excelente. Al no ser buffet los platos son de mayor calidad, como en cualquier italiano de gama alta con camareros muy amables y rápidos.

La playa parcialmente privada está fenomenal también, con aguas cristalinas, aunque la pública de Santa María sea más bonita. El hotel cuenta con varias piscinas con bares todo incluido, además de actividades y programas a lo largo del día: desde aprender a cocinar platos caboverdianos hasta talleres de cócteles o diferentes actividades deportivas y culturales. El resort cuenta con una sucursal del Yhi Spa, la marca de centros de wellness de Melià, con saunas finlandesa y turca, jacuzzi y todos los tratamientos a mitad de precio para clientes del hotel. proveché para hacerme un masaje de aromaterapia.

Tortugas bobas (caretta caretta) desovando

Como estábamos justo en los meses en el que las tortugas bobas desovan en Cabo Verde (uno de los tres lugares de la tierra junto con México y Yemen donde lo hacen), esa noche contraté una excursión con un biólogo para verlas desovar. Lo hice a través de la empresa Explore Cape Verde, una de las más reputadas por anteponer el bienestar animal a las necesidades del turista. De hecho, el problema que sufren Sal y la vecina isla de Boa Vista es que muchos turistas van con guías que carecen de conocimientos científicos o directamente acuden a la playa sin guía. Eso hace que utilicen la luz blanca de los móviles (cegando a las tortugas), las toquen o fumen (sin entender cuan sensibles son estos animales a todo ello). Con Explore Cape Verde os acompañan biólogos que sólo utilizarán luz roja (las tortugas no la perciben) y esperan sin acercase a ellas cuando están cavando el nido, ya que de lo contrario podrían estresarse y marcharse de nuevo al mar sin desovar, con el riesgo para sus vidas por la potencial infección de sus huevos en el interior de sus cuerpos. Me explicaron que solo nos debemos acercar cuando empiezan a desovar, por detrás y en silencio, ya que entran en estado de somnolencia o "trance" profundo. Es un espectáculo impresionante. Vi caer huevo tras huevo, agachado muy cerca de la tortuga, viendo como movía sus enormes patas con cada esfuerzo. Tras tapar los 80 huevos que puso, la tortuga volvió al mar levantado su enorme cabeza de tanto en tanto para oler el mar y guiarse. Por eso, ponerse delante de ella puede desorientarla con olores fuertes como perfumes o tabaco.

Lamentablemente habían algunos grupos sin guía de entre los cuales algunos fumaban o utilizaban indiscriminadamente la luz blanca de sus móviles. Los pocos voluntarios caboverdianos que se turnan para evitar este sinsentido no dan abasto para llamar la atención de estos irresponsables. Y lo peor es que no cuentan con autoridad para arrestarlos o expulsarlos. Mi guía-biólogo me explicó como están luchando por aprobar una ley de protección medioambiental en el país que al menos ponga a un policía por noche en la playa durante los meses de desove con el fin de incrementar la protección de las tortugas. Un poco apenado por la situación, me encontré a la vuelta en el hotel con un espectáculo de batuk y funaná, dos de las danzas y estilos músicales caboverdianos.

Explorando el norte de Sal

Al día siguiente, me desperté a las 8 de la mañana para hacer yoga con una profesora de categoría tras lo que disfruté del copioso desayuno, cogiendo fuerzas para el día de exploración del norte de la isla. Mi taxista me estaba esperando para intentar llegar a mediodía a la famosa "Buracona", una formación rocosa al lado del mar en la que se forma una especie de lago cristalino en el fondo de una gruta que suele estar a oscuras excepto durante la hora central del día cuando el sol impacta directamente dando un color zafiro a las quietísimas aguas del fondo. El problema es que había una cola de turistas descomunal. De hecho, tardé una hora en poder verlo, gracias que aún quedaba un pequeño fragmento iluminado por el sol de casi la una de la tarde. Pero valió la pena por la preciosidad cromática, aunque me esperaba algo más relajado, y no un contexto de parque temático donde apenas la puedes disfrutar unos minutos tras interminables colas al sol. Desde aquí también se disfrutaban las vistas del enorme desierto rocoso que es el norte de la isla con el sereno Monte Vermelho en la mitad

De ahí nos fuimos a la bahía de los Tiburones. Por el camino vimos un viejo barco embarrancado que sigue herrumbrándose en silencio. En la bahía, uno alquila por un par de euros unas cangrejeras (si no las tiene, como me pasó a mi) y con un guía se desplaza hasta dentro del mar (cubre muy poco) para poder asomarse a la parte que ya empieza a hundirse a la que cada día se acercan decenas de tiburones, pero son cero agresivos, así que los turistas se plantan a hacer fotos y vídeos sin problemas. De todas formas, para los que tengáis miedo, los tiburones siempre se mantienen a una distancia amplia de las personas.

Pero sin duda, y después de las tortugas, el elemento más espectacular de la isla, y la razón de su propio nombre, son las salinas de Pedro de Lume. Se trata de un lago formado con agua de lluvia en el cráter de un volcán extinguido. La isla estuvo deshabitada hasta que los europeos descubrieron este lago extremadamente salado oculto por altas montañas. Había sal a espuertas fácilmente extraíble por lo que a principios del siglo XVIII empezaron a ser explotadas, abriéndose un túnel entre las montañas para facilitar el acceso al cráter. Ya en el siglo XX se instaló un sistema automático de un kilómetro para extraer la sal más eficientemente y embarcarla sin tener que usar animales.

En 1985 se abandonó el sistema y ahora Pedra de Lume es una de las principales atracciones de Cabo Verde. Además del espectacular paisaje en sí, el lago es muy similar al mar muerto: debido a la alta concentración de sal (8 veces la del océano) uno flota fácilmente, pudiendo tumbarse sobre el agua y relajarse al sol. Eso sí, no os quitéis el calzado puesto que los cristales de sal del fondo podrían dañar vuestros pies. El sistema de desalación sigue a nivel artesanal, con piscinas artificiales donde se evapora el agua para extraer bloques de sal que se usan para spas y tratamientos de belleza o comercializarlos como sal gourmet. También podéis aprovechar para exfoliaros con el barro volcánico que hay por toda la zona. Cubriros bien el cuerpo hasta que parezcáis haberos quemado y dejad secar al sol un rato. Volved al lago para quitaros allí el barro, frotando ligeramente. Se os quedará piel de bebé.

De vuelta a la zona de los resorts en Santa Maria, me di una vuelta por las enormes avenidas vacías que esperan llenarse de más complejos residenciales y hoteleros. Las nuevas incorporaciones son un Hilton (que incluye un casino) así como el Melià Llana (en el que me alojaba) y el Riu Funaná. Pero ya habían desde hace años otros resorts Melià y de empresas locales. El buen tiempo y la concentración de turistas de todo el mundo traídos por touroperadores mantendrá el atractivo de Sal por mucho tiempo. Si os apetece descubrir el África Subsahariana y queréis empezar por un país "fácil", la isla de Sal en Cabo Verde es una buena opción. Naturaleza, playas paradisíacas, animales únicos, una amabilísima población y un tiempo de ensueño os esperan.

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