dijous, 13 de juny del 2013

Manila en dos días

La capital filipina es una ciudad fea a primera vista, con poco o nulo interés turístico. Los turistas que acuden a las Filipinas apenas pasan por aquí y solo lo hacen porque no tienen mas remedio que utilizar sus aeropuertos internacionales para volar hacia su destino final, normalmente las paradisíacas islas del archipiélago de las Visayas o la isla de Mindanao.

Sin embargo, Manila, o mejor dicho Metro Manila, bien merece dedicarle un par de días si tenemos que pasar por ella. Además de ser una urbe de más de 12 millones de habitantes, con todo lo que ello comporta, es aquí dónde las diferentes culturas, lenguas y gastronomías filipinas se mezclan.

A lo que vamos. Para conocer lo básico a primera hora de la mañana plantaos en la parada "Central" del LRT-1. Allí podréis ver el Ayuntamiento de la ciudad así como la Oficina de Correos central del país, ambos de estilo art-déco, influenciados por la presencia estadounidense de principios de los años veinte. Esta zona es característica por sus amplias avenidas arboladas y sus grandes extensiones de césped, restos del gran proyecto que quería convertir a Manila en una suerte de Washington DC tropical en la década anterior a la Segunda Guerra Mundial.

Adentráos en Intramuros, antiguo barrio español amurallado, donde pasando el campo de golf que rodea el barrio y cruzando las murallas llegaremos a la calle Victoria. Recorredla hasta toparos con la calle General Antonio Luna y de ahí dirigíos hacia la famosa iglesia de San Agustín, la más antigua del lejano Oriente. Esta iglesia es una de las más antiguas del Lejano Oriente y mezcla varios estilos, siendo el predominante el barroco sencillo con elementos renacentistas y sobretodo, con toques orientales. Los leones chinos que vigilan la entrada son una buena muestra de la influencia de los chino católicos en la construcción de esta iglesia. Su interior es muy bello y grandioso, destancando las tumbas en el suelo de decenas de españoles. Al final y muy cercana al altar está la solemne tumba con estatua incluida de Miguel López de Legaspi, caballero de la Corona española y fundador de la ciudad de Manila.

Es recomendable comer en el restaurante de enfrente, Barbara´s, que ofrece un pequeño buffet de comida hispano-filipina colonial con una banda de músicos folclóricos en directo. Los cubiertos, copas, mantelería y ambiente colonial en general nos transportarán a la época en la que se hablaba castellano en las calles de Intramuros. Tras la comida no olvidéis dar un vistazo a los productos de La Monja Loca, sin duda la mejor tienda de recuerdos de la ciudad.

En esta misma calle se encuentra Casa Manila, una curiosa reproducción de una antigua mansión de estilo colonial donde observar cómo se vivía en la Manila del siglo XIX. La colección de muebles de época del interior es muy interesante para hacernos una idea de cómo eran las cosas en aquellos tiempos. También la recomiendo encarecidamente.

Siguiendo por la calle Generla Luna cruzaréis la plaza Roma, donde podréis ver la gran catedral de Manila y al final, os toparéis con el Fuerte Santiago, antigua fortaleza militar del Ejército español y ciudadela de la capital filipina. Aquí dentro se encuentra el memoria de José Rizal, héroe nacional filipino fusilado por el ejército español. Numerosos poemas, cartas y objetos de todo tipo nos cuentan la vida de este fascinante oftalmólogo, lingüista, poeta, escultor, político y escritor. Sin duda el filipino más universal.

No estaría mal un último recorrido en kalesa por las calles de Intramuros para empaparnos un poco más de la herencia hispana en este remoto lugar de Asia. Otra manera muy recomendable de visitar Intramuros es pagar el muy recomendable tour de Carlos Celdrán, que sale todos los días desde Fort Santiago. Más información aqui.

Tras tanta cultura acudid hacia Roxas Boulevard dónde visitar en primer lugar el Hotel Manila, ejemplo de la grandiosidad que se quería para la Manila proyectada por los estadounidenses. Este hotel combina lo mejor de las decoraciones filipinas tradicionales. Es interesante solicitar una visita de cortesía a la suite McArthur, en la que este general estadounidense se alojó durante los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

Justo enfrente está el Rizal Park, auténtico centro de los grandes eventos nacionales. Además de las cientos de banderas filipinas y de la estátua a Rizal, aquí se encuentra un curioso mapa a relieve gigante de las islas Filipinas, con agua y todo.

Aseguráos de estar antes de las cinco de la tarde en el Parque Oceanográfico, en contreto en el lounge White Moon, desde el que disfrutar de la bellísima puesta de sol en la bahía de Manila. La contaminación atmosférica ofrece unas luces solares diferentes a todo lo que hayáis presenciado antes. Y las vistas son espectaculares.

Después, una vuelta por Malate os dará una idea de la Manila turística más cutre. Especialmente si os tomáis algo en el bizarro Hobbit Bar o cenáis en Zamboanga Restaurant, dónde además de disfrutar de una cena filipina podréis ver un show de tinikling, un baile típico de las islas con largas cañas. Diversos locales nocturnos os esperan, aunque son en general de bastante baja calidad.

Al dia siguiente, de nuevo bien pronto, empezad esta vez en la parada de "Carriedo", también en el LRT-1. Esta vez nos adentraremos en los fascinantes barrios de Binondo y Santa Cruz, también conocidos como el Chinatown de Manila. Lo primero que debéis saber es que se trata de uno de los primeros barrios chinos del planeta, ya que los comerciantes chinos tuvieron a las Filipinas como uno de los primeros territorios con los que estableceron fuertes lazos comerciales hace ya varios siglos. Por tanto, sus calles rebosan historia y tradiciones. Es lo más parecido a estar en China sin estar en territorio chino. La entrada a la calle principal del barrio se hace a través de los Goodwill Arches, o Arcos de la Benevolencia, en la plaza de Santa Cruz. Esta calle mayor del barrio chino es Ongping street, donde abundan los vendedores de oro, los herbolarios tradicionales, las casas de té, las tiendas que igual venden pastelitos lunares que incienso y otras baratijas.

A pesar de que sigue habiendo mucha población con origen directamente chino, y de que la lengua y escritura china se mantiene con fuerza (y eso se nota en que casi todo está escrito en mandarín), lo cierto es que tras tantos siglos de establecimiento del barrio, ha surgido un tipo de filipinos (pinoy) con fuerte mezcla china pero que, por ejemplo, nunca han estado en China. Son los conocidos como chinoy. Básicamente son mestizos chino-filipinos. Los amantes de la gastronomía están de enhorabuena porque aquí podrán degustar recetas chinoy, únicas en el mundo. A lo largo de Ongping street se encuentran numerosos locales recomendables para comer durante nuestra visita al barrio. Uno de los mejores es MXT Tea House, debido a sus diferentes y deliciosas variedades de dim-sum. Los ravioles chinos y las sopas de noodles son también deliciosas. El té caliente al estilo chino se sirve de manera gratuita e ilimitada. Y las gambas las preparan de una manera también deliciosa.

Siendo que los chinos siempre han tenido un espíritu comercial, el barrio rebosa, además de las tiendas tradicionales, de cientos de puestos con productos de todo tipo. Especialmente recomendable es el callejón Carvajal tiene a los dos lados puestecitos de frutas, dulces y castañas asadas. Al pasear por el barrio se observa también la curiosa fusión entre el ferviente catolicismo filipino y las formas de oración y religiosidad chinas. Las gigantescas y amplias iglesias de Quiapo y Santa Cruz, con sus torres de estilo barroco colonial filipino merecen una visita. Y por los callejones, las cruces o imágenes de la Virgen María en las esquinas se ven abarrotadas de alargadas velas rojas y recipientes repletos de palitos rosas de incienso que los creyentes ofrendan, tras rezar ante las imágenes con ellos entre las manos y cabecear tres veces ante las imágenes sagradas. Veremos las mismas escenas en el gigantesco templo budista Seng Guan de la calle Narra. Subsituid cruces y vírgenes por barrigudos budas dorados sonrientes. Las velas, inciensos y formas de rezar serán las mismas.

Un poco más alejado está el curiosísimo cementerio chino, mezcla de tradiciones chinas, filipinas y mexicanas (por la influencia comercial). Os hablé de esto en mi pasada entrada sobre la Manila más curiosa, que podéis leer haciendo click aquí.

De aquí, tomad un taxi rumbo a Makati, la ciudad más rica de Filipinas. Merece la pena visitarla para vivir los grandes contrastes del país. Lo primero, una merecida visita al interesante Ayala Museum, especialmente al segundo piso, consagrado a la historia filipina, narrada a través de dioramas y maquetas muy bien hechas. A continuación, un obligado paseo por el elegantísimo y tropical centro comercial Greenbelt, en el que elegir uno de las decenas de restaurantes de calidad a precios razonables. Curiosa la capilla del Santo Niño, moderna, redonda y blanca, en mitad del lujoso centro comercial.


Si os quedan energías tras este largo día, hay varios locales donde tomar algo en el mismo centro comercial, o si no, tomad un taxi para ir a tomar algo en Skye Bar o bailar en Prive, ambos en otra de las nuevas ciudades de Metro Manila: Fort Bonifacio. Ultramoderna y aún en construcción. Con esto habréis dado un vistazo general a la ciudad y habréis podido captar más o menos algo de lo que es esta gigantesca metrópolis asiática, tan denostada pero que aún así, tiene bastante que ofrecer.

1 comentari:

  1. Me encanta tu blog!!!!!! Y me ayudará un montón tus posts sobre Manila y filipinas!!!!!!! Tb me estoy mirando tu otro blog The Pinoy Life!!!!

    Genial!!!!

    Una Abraçada!

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