El "Pulgarcito" de América
Aterricé en el país más pequeño del continente americano (sin contar las islas): El Salvador. Ellos mismos se llaman el "pulgarcito" de América de hecho. Una temperatura agradable me recibió al salir del aeropuerto Monseñor Óscar Romero, quedando pronto congelado al subir al coche que me recogió y llevó al centro de San Salvador, donde tomé un café con la actual embajadora y me puse al día de la situación política del país centroamericano. Luego fui a comer con otro compañero de la embajada al mítico "Donde Mikel" un restaurante fundado por un vasco, primero en Guatemala y ahora con sucursal aquí también, que sirve deliciosas croquetas, pescado y gambones a la plancha cocinados en aceite de oliva andaluz de excelente calidad y ajo picado. Cocina simple pero con ingredientes de gran calidad. Pero en vez de contaros mi viaje paso a paso lo que haré será insertar todo lo que hice a la vez que recorremos la historia de esta pequeña república.
Sitio arqueológico de la Joya del Cerén y de San Andrés
Antes de la llegada europea, el territorio de El Salvador estuvo habitado por pueblo pipiles, lencas y mayas. Y para entender mejor a estas gentes, hay que visitar el único patrimonio de la humanidad reconocido por la UNESCO en el país: la Joya de Cerén. Estas ruinas mayas aportan un testimonio excepcional sobre la vida cotidiana de los agricultores mesoamericanos de esa época.
Más allá de los sitios religiosos y políticos mayas que se pueden visitar en México, Guatemala o Honduras (como cuando visité Copán), lo que hace única a la Joya de Cerén es que aquí se puede ver el día a día de la gente normal de la civilización maya, y no de sus élites. Las casas tenían el dormitorio separado de la cocina en dos estructuras diferentes; y también contaban con una tercera estructura que era el granero. Y contaban con sus propios huertos para obtener vegetales y tubérculos. Esta comunidad agrícola es el equivalente maya a las ciudades romanas de Pompeya y Herculano, ya que fue repentinamente sepultada por una erupción del volcán Laguna Caldera hace 1400 años. Gracias a su perfecto estado de conservación, ahora comprendemos la vida de estas gentes.En la estructura central de la aldea aún se puede ver la sala central con dos bancos donde se reunían los más mayores de la aldea para tomar decisiones. Y además, varias casas contaban con una cuarta estructura que eran los temazcales, saunas mayas con una estructura de cúpula y una pequeña entrada, y dentro un agujero donde se ponía madera con hierbas que se prendía y cuyo fuego calentaba una parte donde ponían agua líquida que se convertía en vapor. Esto demuestra que los mayas ya conocían los efectos terapéuticos de las saunas.
He de reconocer que los franceses han hecho muy buen trabajo en cooperación con los salvadoreños para mejorar la conservación de este lugar con grandes cubiertas para la lluvia así como la construcción de un museo anexo se pueden ver algunas piezas interesantes de vajilla decorada que usaban.No muy lejos de la aldea se encuentran las ruinas de San Andrés, el centro político-religioso del que dependía la aldea, ya que los mayas vivían en ciudades-estado (como los griegos), que compartían lengua y religión pero que basaban sus relaciones en alianzas militares y comerciales entre ellas.
De camino entre un sitio y el otro paramos en La Querencia, un restaurante de carretera típico centroamericano con deliciosos y sabrosos platos salvadoreños, así como bebidas caseras como su horchata hecha con semilla de morro tostada y varias especias como la nuez moscada, canela o vainilla, a diferencia de la valenciana (de chufa) o la mexicana (de arroz).
Llegamos a San Andrés cuyas ruinas incluyen plazas, pirámides y templos, aunque siete metros de cenizas cubren la mayor parte de las pirámides, que solo tienen desenterradas sus cimas, ya que la actividad arqueológica se paralizó con la Segunda Guerra Mundial, cuando los arqueólogos estadounidenses que estaban en ello se quedaron sin fondos. Las cenizas no son feas, y que su fertilidad ha hecho que crezca una frondosa selva encima de ellas, excepto en las partes taladas por los arqueólogos donde se extienden un tupido césped de color verde brillante.
En la galería anexa a estas ruinas hay algunas de las piezas interesantes que se encontraron en las excavaciones, como una interesante figurita ceremonial que estaba rodeada de conchas marinas.Para ver el gran volcán que sepultó estas poblaciones recomiendo acercarse al parque nacional El Boquerón. Es una excursión bonita desde la capital y basta subir en coche hasta la entrada del parquen en lo alto del volcán, y luego realizar un agradable paseo hasta el borde de su caldera, en una senda bien indicada y con escalones, no especialmente difícil, y miradores muy agradables. La naturaleza frondosa y con flores de colores es también preciosa, y las vistas de la caldera del volcán dormido en el centro, impresionante.
Los siglos del Imperio español y la independencia
El caso es que los mayas colapsaron como civilización y décadas después los castellanos llegaron a esta parte del continente en el siglo XVI, pasando a ser parte del Virreinato de Nueva España y siendo gobernados desde la ciudad de la Antigua, en Guatemala, dentro del Imperio Español. De aquí han heredado la lengua castellana así como el catolicismo, que sigue siendo la religión mayoritaria pese al avance de las iglesias evangélicas que llegan desde Estados Unidos. Yendo en carretera pude ver una procesión de varios coches decorados con globos llevando el que la encabezaba a una Virgen y seguido de otros tantos con niños subidos en los capós o techos (algo peligrosísimo) o en las partes traseras de las pick-up.
Ya en 1821 El Salvador declaró su independencia de España, siendo parte de la República Centroamericana, aunque luego se convirtió en una república independiente en 1841. En el Palacio Nacional de San Salvador, que acogió durante décadas a los tres poderes de la República, aún se puede visitar el antiguo parlamento, la sede del tribunal supremo y el despacho del presidente de la República, en cada una de las alas del restaurado palacio. Por cierto, restauración algo kitch que no me gustó por recordarme más a la mansión de un narco que a un edificio decimonónico con solera. Aún así lo recomiendo mucho ya que las visitas guiadas son gratuitas. Las tres instituciones se desplazaron a otros edificios en 1972.
No muy lejos del Palacio Nacional hay varias pupuserias, feas la mayoría de ellas, pero deliciosas todas. Yo me acerque paseando a la Pupusería San José, en una calle muy desagradable pero con buen sabor. Y las probé primero de maíz. Las pupusas son símbolo nacional del país, de origen pipil y muy nutritivas. Recién hechas están deliciosas.Un final de siglo XX violento y un nuevo futuro
El Salvador vivió un siglo XX de varias dictaduras y grandes desigualdades sociales. Y lo peor fue que en 1980 estalló una guerra civil entre el gobierno y la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, que duró hasta 1992, dejando más de 75,000 muertos. Este conflicto se puede enmarcar dentro de la Guerra Fría, ya que enfrente a un gobierno de derechas frente a guerrilleros izquierdistas. Tras los acuerdos de paz de 1992, El Salvador avanzó en democracia, pero las grandes desigualdades sociales llenaron al país de maras y pandilleros que se organizaban para controlar el mercado de la droga y extorsionaban a barrios enteros y comerciantes cobrando a cambio de no robarles (o matarles). Llegó a ser el país más peligroso del mundo, con tasas de asesinatos por encima de países en guerra como Irak. Sin embargo, la victoria del presidente Bukele hace unos años acabó de raíz con la violencia e inseguridad lanzando un estado de excepción y realizando detenciones masivas que suspenden el proceso debido y ciertos derechos humanos. Además, convirtió a El Salvador en el primer país que hizo Bitcoin moneda de curso legal con resultados muy controvertidos. También rompió relaciones con Taiwán, reconociendo a la RDC como única China. A cambio, Xi JingPing le regaló el Estadio Nacional y la Biblioteca Nacional, un símbolo de renovación cultural y tecnológica con miles de libros, zonas interactivas y espacios para leer, trabajar o relajarse abiertos las 24 horas.
Su diseño ultramoderno en la plaza central de la capital contrasta con el resto de edificios. Pero lo cierto es que ha dado vida y seguridad a una zona antes deprimida y busca acercar la lectura o el ocio sano (videojuegos, juegos de mesa...) para acabar con la anterior cultura de pandillas, alcohol y drogas. Por eso siempre está abierta, día y noche.
Para entender el panorama artístico del país vale laS pena visitar la galería de arte y taller "El Árbol de Dios" del ya fallecido artista Fernando Llort, que ahora gestiona su amable hijo y al que es fácil encontrarse por allí. Se le considera el gran artista nacional del país y vale la pena descubrir su obra de estilo naif que mezcla cristianismo, simbolismo indígena, amor por la naturaleza y búsqueda de armonía social, transmitiendo paz, ternura, unidad y esperanza después de décadas de violencia. Se pueden adquirir originales de algunas obras así como facsímiles u objetos decorados con diseños que ahora copian artistas en el taller. Para los inversores en arte, es una oportunidad ya que los precios siguen siendo accesibles para un artista que podría revalorizarse en cualquier momento.Finalmente, y del lado gastronómico, no me quise ir sin volver a comer pupusas, esta vez de arroz, en el Pupusódromo de Olocuilta, de camino al aeropuerto. Se rellenan de loroco, frijoles molidos, queso, pollo, carne... o de todo a la vez. Deliciosas. Aquí, además de la gran concentración de pupuserías, también se pueden ver las dos enormes planchas metálicas en las que se cocinaron las pupusas más grandes del mundo.
En fin, si vuelvo a El Salvador será ya para conocer su costa, según dicen excelente para surfear, y también sus pueblos coloridos como Suchitoto.
IMPRESCINDIBLES
ComerPupusas de arroz o maíz en El Pupusódromo de Olocuilta.
Beber
Pupusas de arroz o maíz en El Pupusódromo de Olocuilta.
Beber
Horchata salvadoreña en La Querencia.
Comprar
Obras de arte de Fernando Llort en El Árbol de Dios.
Escuchar
El carnaval de San Miguel de Paquito Palaviccini.
Ver
Salvador de Oliver Stone.
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