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dissabte, 18 de gener del 2020

Excursiones desde Ammán

Cuando se tiene la oportunidad de vivir o visitar Ammán, existen ciertas excursiones a sus alrededores que se pueden hacer en medio día o un día entero y que os recomiendo. En mi caso, os contaré las que tuve la suerte de hacer:


Sitio del bautismo

La primera recomendación es una visita al sitio del bautismo en Betania-al-este-del-Jordán (Al-Maghtas), a nueve kilómetros al norte del Mar Muerto. Este sitio arqueológico incluye dos zonas principales: Al-Kharrar, también conocido por el nombre de colina de Elías y la zona de las iglesias de San Juan Bautista. Según la tradición cristiana, en este lugar, situado en medio de una naturaleza salvaje, fue bautizado Jesús de Nazaret por Juan el Bautista, su primo. Contiene vestigios de origen romano y bizantino, como iglesias, capillas, un monasterio y grutas que sirvieron de refugio a eremitas, así como pilas bautismales, que dan testimonio de la vida religiosa del lugar, y que es que es hoy destino de peregrinación para los cristianos de todas las ramas.

Por motivos de seguridad (se trata de la frontera con Israel), las visitas tan solo se permiten de forma guiada, por lo que cada cierto tiempo se agrupa a los visitantes en la entrada principal para llevarnos en un minibús y con guía hasta el fondo del valle y allí recorrer los principales puntos de interés, acabando en el punto exacto donde se cree que Juan bautizó a Jesucristo. En ese punto se puede ver el lado israelí, muchísimo más moderno, donde el día que lo visitamos habían grupos de filipinos realizando bautismos de cuerpo entero. Era muy curioso observar una frontera tan vigilada tan solo separada por unos metros de río.

Normalmente, las aguas del río bajan cristalinas, pero debido a las fuertes lluvias de días anteriores, durante mi visita estaban de color marrón debido a los lodos desprendidos. Uno de los mosaicos recientes instalados es el de la familia real jordana y a un jeque musulmán acompañando al Papa Francisco en su reciente visita al lugar. Son miles las personas que se llevan agua del Jordán para bautizar en sus lugares de residencia. En las tiendas de recuerdo las vendes en botellas a precios abusivos (10 euros el cuarto de litro), y nada te garantiza que no sea simple agua del grifo. Por ello, yo mismo recogí agua del lugar exacto del bautismo, para que mi prima pudiera bautizar a su tercera hija con ella.

Por su importancia, toda la zona está inscrita como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, incluyendo las diversas iglesias católicas, ortodoxas y luteranas, así como las pilas bautismales usadas a través de los siglos y la cueva en la que la tradición cree que vivió Juan el Bautista como eremita.

Madaba

Otra de las excursiones recomendadas, especialmente a los amantes de la historia, es Madaba, la ciudad de los mosaicos, que tiene como gran atractivo a la iglesia ortodoxa griega de San Jorge, donde se encuentra el primer mapa conocido de Jerusalén, en forma de mosaico del siglo VI. Los historiadores lo consideran el mapa más antiguo de la humanidad hasta ahora descubierto. El mapa, plasmado en el suelo de la iglesia en forma de mosaico, se conserva bastante bien y en el se puede ver la forma de la antigua Jerusalén romana, con el cardo como calle principal, que estaba porticada entonces, tal y como el mapa representa. En el mapa también se señalan ciudades y pueblos alrededor de la ciudad que ya entonces era sagrada para los judíos por albergar el templo. Por lo demás, Madaba es una pequeña ciudad jordana sin más. Es por ello que nosotros visitamos la iglesia de paso hacia el Mar Muerto, como suelen hacer la mayoría de turistas. En cualquier caso, toda esta zona está plagada de lugares de interés arqueológico, incluyendo castillos cruzados o fortalezas de Saladino. Por estas tierras peregrinaban los turcos y sirios a La Meca, y los judíos y cristianos a Jerusalén (también los musulmanes). 

Monte Nebo

Tras Madaba, vale la pena pararse también en este monte. La tradición sostiene que aquí es donde Moisés fue sepultado tras morir a la edad de 120 años. Aquí se construyó una iglesia en el siglo IV para recordar el lugar de la muerte del profeta Moisés, y se mantiene como lugar de peregrinación para los cristianos tal y como lo designó el Papa Juan Pablo II. Fuera, desde la cima del monte, se observa todo el valle del Jordán así como el mar Muerto, Jericó, Belén y en los días despejados, Jerusalén y la refulgente cúpula dorada de la explanada de las mezquitas. Los judíos y musulmanes también veneran a Moisés como profeta, y por tanto este monte es también sagrado para ellos. De hecho, las tres grandes religiones del libro creen que desde Nebo fue donde Dios mostró a Moisés la tierra prometida a su pueblo, pero a la que nunca llegó el profeta. 

En el monte se eleva una cruz serpentina, símbolo de la serpiente que cogió Moisés en el desierto, fusionado con la cruz en la que se crucificó a Jesucristo, que plasma la conexión teológica del cristianismo entre ambas figuras clave del Antiguo y Nuevo Testamento respectivamente. Tradicionalmente, este lugar se encuentra bajo la custodia de la orden franciscana.

Vale la pena visitar también los excelentes mosaicos de los restos de la antigua iglesia bizantina que aquí se alzaba. Ahora está todo cubierto por una estructura metálica para protegerlos de la intemperie y se ha habilitado la llamada basílica de Moisés, que mezcla dichos elementos antiguos con contemporáneos, donde los franciscanos celebran misas regularmente.

Mar Muerto

Finalmente, tras las paradas en Madaba y Nebo, el viaje desde Ammán acaba en el célebre Mar Muerto, lugar de desembocadura del río Jordán y punto más bajo de la tierra. Este mar es en realidad un lago en mitad del desierto, a 435 metros por debajo del nivel del mar. Es aquí donde la tradición cree que estaban ciudades como Sodoma y Gomorra. 

El calor es muchísimo más elevado que en cualquier otro punto de Jordania y la humedad muy elevada. Bañarse en este mar es muy curioso. Su alta concentración de sal me hizo flotar mucho más de lo que floté en las salinas de San Pedro en la isla caboverdiana de Sal. Su agua contiene una concentración nueve veces mayor sal por litro que la del mar Mediterráneo. Ello, junto con el resto de minerales presentes, la convierte en curativa para varias afecciones de la piel así como para la artritis. Además, la mayor presencia de oxígeno en el aire facilita a aquellos que padezcan de asma y otras complicaciones respiratorias. Por todo esto, el Mar Muerto es considerado como un lugar clave para tratamientos terapéuticos y de belleza. No es casualidad por tanto, que el lado jordano del Mar Muerto está plagado de resorts de cinco estrellas de gran lujo y calidad (y elevados precios). Aunque si buscáis conocer el Mar Muerto en un día, entonces podéis ir a la llamada playa turística "Ammán", de acceso libre. Nosotros optamos por quedarnos en el Kempinski, que además de la estupenda playa privada con acceso al Mar Muerto que incluye hamacas, sombrillas, duchas, jarros de barro procesado y personal con toallas y botellas de agua, también ofrece una red de gigantescas piscinas en las que broncearse, disfrutando de sus vistas al bello Mar Muerto. El hotel es muy grande y sus diferentes instalaciones están construidas a varios niveles de altura por lo que existen carritos de transporte gratuitos en todo el complejo.

El ritual aconsejado para bañarse en este peculiar mar, en el que no existe fauna ninguna, es el de untarse primero con sus lodos terapéuticos de cuerpo entero y secarse al sol quince minutos. A pesar de ser abril cuando lo visitamos, el calor era sofocante. Cuando el barro esté seco, llega el turno de meterse en el agua y retirarlo. Eso sí, muchísimo cuidado con chapotear o mojaros los ojos. Debido al calor, cometí el error de mojarme casi todo el pelo tumbado como estaba en el agua. Sin embargo al levantar la cabeza, gotas chorrearon por mi cara entrando en mis ojos. El picor es inaguantable y de golpe me resultó imposible abrir los ojos. Los hoteles suelen estar preparados para estos casos y personal del Kempinski, en el que nos quedamos, se percató de mi situación y vino a socorrerme, llevándome de la mano hasta una de las duchas de agua dulce situadas a pie de playa, donde poco a poco pude retirarme las saladísimas gotas de mis pobres ojos, recuperando la visión. En cualquier caso, tras retiraros la costra de barro tanto en el mar, como en la ducha de agua dulce si quedaran restos, comprobareis como la piel se os queda suave como nunca. Todos estos resorts cuentan con spas que ofrecen todo tipo de tratamientos con los barros y lodos del Mar Muerto, incluyendo masajes o envoltorios de cuerpo entero, así como máscaras faciales.

Os animo a visitarlo cuanto antes (también se puede hacer del lado israelí o palestino), ya que en los últimos cincuenta años ha perdido un tercio de su superficie, debido a la sobre-explotación de las aguas del río Jordán y sus afluentes así como a la aceleración de la evaporación debida al cambio climático.

Además de estas, también existen otras posibilidades de excursión desde Ammán, destacado especialmente la visita a las ruinas romanas de la antigua ciudad de Jerasa, unas de las mayores del imperio, el gigantesco castillo cruzado de Kerak o las cataratas de Ma´In. Sin embargo, mi tiempo era limitado y tuve que priorizar. Cuando vuelva a Jordania las visitaré.

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