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dimarts, 9 d’agost del 2022

Évora

Évora

Si estáis unos días por Lisboa, Évora es una buena excursión de un día. Por supuesto, Évora puede ser una escapada romántica para un fin de semana o una parada en un viaje por carretera por la fascinante región del Alentejo. En cualquier caso, esta pequeña ciudad es uno de los núcleos clave de la región más grande de Portugal. Aquí encuentras las tradiciones más arraigadas, los productos más tradicionales y las recetas más antiguas. Rodeada por parte de sus murallas del siglo XIV, Évora guarda calles encantadoras, mucha historia y comida rica. Su centro histórico está lleno de agradables sorpresas.

Podéis llegar tanto en coche, como en autobús (frecuentes desde Lisboa) como en tren (con peores horarios y más lentos).

De los celtas a los Avís

Pese a que la fundaron los celtas en esta colina en mitad del Alentejo, fueron los romanos los que la convirtieron en un asentamiento relevante. Lo mejor es empezar la visita por su famoso templo romano, o los restos del mismo, testimonio de la importancia de la ciudad. Parece que dedicado a Julio César. Le quedan muy bien conservadas 14 columnas corintias. Tapiado en la Edad Media, fue utilizado como almacén y matadero durante siglos, hasta que a finales del siglo XIX se volvió a recuperar, esta vez como monumento. Es uno de los grandes símbolos de Évora junto a su acueducto.

Tras la época romana, llegaron los visigodos, y luego los árabes, hasta que en el siglo XII los portugueses la conquistaron. De esta época es su imponente catedral fortificada, que por fuera parece una mezcla de castillo e iglesia.

La ciudad conoció su edad dorada en el siglo XV, cuando se convirtió en lugar de residencia de los reyes de Portugal. Sus casas de los siglos XVI al XVIII, encaladas y ornamentadas con azulejos y balcones de hierro forjado, le imprimen un carácter único. Esta arquitectura ejerció una influencia muy acusada en los monumentos y edificios construidos en el Brasil colonial. El icónico estilo blanco y amarillo de Évora aparece entonces.

Una nueva capital

De hecho, el famoso acueducto es de esta época, construido por el mismo arquitecto que hizo la torre de Belém en Lisboa. Este surtía de agua dulce los palacios así como varias fuentes construidas en las plazas de la ciudad. Aún hoy en día, el acueducto sigue proveyendo de agua potable a la ciudad. Podéis ver uno de sus tramos más famosos al lado de la Porta Velha da Lagoa, y luego adentraros por la rua do Cano para ver como en algunas partes del acueducto se han construido casas en el espacio de los arcos, creando barrios muy pintorescos.

En esta época también se fundó la universidad por los jesuitas en 1559. Aún se pueden ver algunos aularios espectaculares así como la serena biblioteca, ahora municipal. Varias iglesias fueron construidas en sus barrios, como la bella iglesia da Graça. Podéis visitar toda la Évora de la época dorada desde la praça do Giraldo, donde además de otra bella iglesia y fuente, disfrutaréis de puestos de comida y bebida, así como de restaurantes, y podréis descubrir muchas de las calles de la época, ajardinadas, así como de las fachadas de los palacios que se construyeron.

La iglesia-convento de San Francisco

Y así hasta que lleguéis a uno de los puntos clave de toda visita: la iglesia y convento de San Francisco, muy asociado al antiguo palacio real de los reyes portugueses, que se situaba enfrente. Convertida en la iglesia real, atrajo a artistas de renombre y se utilizaron materiales nobles para su construcción. Alcanzó su época de mayor esplendor en el siglo XVI, durante el reinado del Rey Don Manuel, cuando se le conocía como "convento del oro". Aquí se celebraron varias bodas y bautizos reales.

Con las desamortizaciones y extinciones de las órdenes religiosas del Marqués de Pombal de 1834, el complejo entró en declive, manteniéndose la iglesia debido a la gran devoción popular al Señor de los Pasos. A finales del siglo XIX, gran parte del convento se derrumbó para edificar viviendas. La iglesia se restauró en el año 2014, recuperando su esplendor perdido.

Además de la imponente iglesia, otra parte muy interesante que visitar es la capilla de los huesos, construida en el siglo XVII. Todas las paredes de la capilla están revestidas de huesos y cráneos de más de 5,000 personas desenterradas de los cementerios del convento, con lo que se buscaba que los creyentes reflexionaran sobre la transitoriedad de la vida humana.

Finalmente, el complejo incluye un moderno museo con numerosas piezas de arte sacro de diversos siglos por las que observar la evolución de los estilos en Évora. Destaca la colección de nacimientos de la familia Canha da Silva, donde cientos de belenes portugueses y extranjeros se exponen, con diferentes composiciones, tamaños, materiales y estilos. Los hay minúsculos, excavados en pequeñas piedras hasta algunos rarísimos, como el que usa a elfos para representar a la Sagrada Familia. Si solo podéis visitar una iglesia y/o museo, optad por esta.

Enfrente de esta iglesia se encuentra un ala del palacio de Don Manuel, ya que el resto del edificio fue destruido por las tropas napoleónicas. Se trata del ala que usaban para entretenerse las mujeres nobles de la corte. En sus bellos jardines de estilo inglés, encontramos incluso las célebres "ruinas falsas", decoraciones muy comunes en los jardines de aquella época. Es muy agradable para un corto paseo.

La decadencia de Évora y su resurgir

Tras la desaparición de la Casa de Avís en el siglo XVI, al morir el rey-cardenal Henrique, Évora dejó de ser residencia real y entró en decadencia, que se acentuó cuando el marqués de Pombal cerró su universidad en 1759. Esta decadencia protegió el centro histórico de Évora, que ha quedado como un ejemplo perfecto de urbanismo renacentista con muchos restos de las épocas musulmana y romana.

Évora volvió a la historia tanto en el XIX, cuando los liberales ganaron la guerra civil a los conservadores allí; también en 1974, cuando se produjo una revolución comunista en la que las tierras fueron ocupadas por los campesinos, creándose una economía agraria soviética durante muchos años. Aún hoy en día sigue gobernando Évora el Partido Comunista Portugués. En 1986, la UNESCO reconoció a Évora como patrimonio de la humanidad y el turismo sacó del letargo a esta bella villa.

Gastronomía alentejana

Uno de mis grades errores fue no reservar. Si visitáis Évora en fin de semana o entre semana durante temporada alta, y queréis ir a alguno de sus mejores restaurantes, solo podréis hacerlo si reserváis unos días antes. Tras recorrerme varios de ellos recibiendo negativas, finalmente me topé con el restaurante "A Baiúca", un local sin fanfarrias, con el telenoticias portugués en la tele, y varias familias locales dando cuenta de la comida del sábado. Aquí sirven cantidades grandes (algo por lo demás habitual en Portugal) y el servicio es amable y rápido: un señor mayor de camarero y su mujer de cocinera. Pedí un fiambre local de entrante (una especie de chorizo fresco ahumado delicioso). El pan que ponen está muy esponjoso también. Y de principal, uno de los platos del día: los “lagartos de porco Preto” un corte de cerdo ibérico alentejano delicioso y muy jugoso, a la brasa, acompañado de patatas fritas caseras y ensalada con una rodaja de naranja por encima. De postre, seguí los consejos del camarero y pedí un trozo de sericaia (un tarta conventual alentejana de huevos y canela) acompañada de una pera en almíbar. Todo por 20 euros, incluyendo una botella de agua con gas para beber.

Para desayunar o merendar, os recomiendo parar en la panadería Arte Antiga para probar una queijada de Évora, un delicioso bizcocho dulce a base de queso "cottage".

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