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dissabte, 28 de desembre del 2019

Central Texas

La capital texana

Texas es mayor que la suma de Alemania, el Reino Unido y el Benelux. Se le conoce como el Estado de la estrella solitaria aunque el nombre "Texas" proviene de la palabra "amigo" en lengua caddo, una de las tribus nativas con las que se encontraron los españoles en el siglo XVI.

Llegué a este inmenso y rico Estado para visitar a mi amigo Mike, que trabaja en Austin, una ciudad abierta, dinámica, cosmopolita y en constante crecimiento. Me llamaron la atención las grúas que hay por todo lado. Austin es sede de una de las mayores universidades estadounidenses (por número de estudiantes) y de varias multinacionales, destacando la cadena Whole Foods o la informática Dell. Además, aparecen decenas de start ups continuamente. Austin es la ciudad menos texana de todas, por su ambiente alternativo, liberal y su preocupación por la sostenibilidad. Su biblioteca pública, por ejemplo, es la mejor en la que he estado de lejos, tanto por su enorme tamaño (un bloque de cinco pisos) como por sus diferentes salas, terrazas e instalaciones, que incluyen mullidos sofás.

El caso es que poco después de la independencia de México, el segundo presidente de la nueva República de Texas escogió esta curva del río Colorado para instalar la nueva capital: Austin, en honor a Stephen Austin, primer Secretario de Estado de la joven república y considerado como "Padre de Texas".

Uno de los edificios gubernamentales que recomiendo visitar es su bello capitolio. Aunque Texas ya tuvo un capitolio menor desde 1853, este ardió en un incendio por lo que el actual se inauguró en 1888. Construido con granito rosa local, el enorme edificio es un icono de la ciudad: preside la gran avenida del Congreso, arteria central del downtown de Austin. Interesante que el capitolio texano es cuatro metros más alto que el de los Estados Unidos (todo es más grande en Texas).

Los visitantes acceden a través del recibidor sur, que da acceso a la llamada rotonda, justo bajo de la gigantesca cúpula. Aquí encontraremos cuadros de cada uno de los gobernadores que ha tenido Texas, incluyendo a dos mujeres. En el suelo de mármol se encuentran representados los seis países que han gobernado Texas, empezando por España, curiosamente representada por el escudo de Castilla y León, y siguiendo por las tres flores de Lis francesas, el escudo mexicano (águila con serpiente y cactus), el de la Confederación y finalmente, el águila estadounidense. Desde la antigua sala del Tesoro, salimos en ruta con una amable guía me mostró tanto la cámara de Senado como la del los representantes, que se mantienen tal y como se diseñaron, incluidos los escritorios de cada senador y representante. Como estaban de vacaciones, en cada escritorio había una bella poinsettia, flor originaria de México. Allí aprendí que su nombre es en honor a Joel Poinsett, Secretario de Guerra de los Estados Unidos que intentó negociar sin éxito la compra de Texas a México pero que si pudo traerse estas bonitas flores a Washington desde donde se popularizaron.

También me llevó a la sala de recepciones del gobernador, con muebles del XIX, que da acceso al despacho privado del mismo, al que no se puede acceder. Finalmente, deambulé por el resto de magníficas estancias, incluyendo una visita a la bonita tienda de recuerdos de su interior.

Por otro lado, Austin se ha autoproclamado capital mundial de la música en directo. Por ejemplo, en una de las cafeterías más populares, junto al lago, había un pianista tocando villancicos la noche que la visitamos. De hecho, existen más de 200 locales ofreciendo música en directo.

Para salir por la noche, lo mejor es optar por el SoCo (South of Congress) como nuevo barrio con restaurantes de moda y locales nocturnos. Fuera de esta zona existen también varios locales interesantes, como Lala´s, permanentemente decorado con motivos navideños donde existe un reloj que hace la cuenta atrás hasta la próxima Navidad.

Austin hará también las delicias de cualquier foodie. Esta ciudad ofrece desde pizzerías napolitanas  como Desano, con mozzarella fresca traída desde Nápoles cada semana hasta restaurantes de comida vietnamita colonial, como el Elizabeth Street Café, donde me tomé una de las mejores sopas pho que he pedido en mi vida, en este caso con gambas del golfo de México. Asimismo, cuenta con locales de ramen magníficos como el Jinya Ramen Bar, en The Domain, donde me comí uno de los mejores ramen que he probado fuera de Japón. Sus buns también son deliciosos. 

Por supuesto, en la alternativa Austin es sencillo encontrar todo tipo de zumerías con ingredientes como la bayas goji, el açaí o la moringa. Los desayunos alternativos que sirve Pacha son estupendos. Este ecléctico lugar, con platos y tazas de todas las formas, simboliza a la perfección el emblema de la ciudad: "Keep Austin weird". Pedimos tortitas de pera con bacon cubiertas de miel de las que no dejamos ni una miga.

Finalmente, ninguna experiencia tejana está completa sin disfrutar de una de sus tradicionales barbacoas. Un local para hacerlo es Rudy´s, que se autoproclama como la peor barbacoa texana. En sus gigantescas barbacoas se ahúman diversas partes del pollo, pavo, res y cerdo así como salchichas con jalapeño, La carne es de primera calidad y su salsa barbacoa casera es deliciosa. Ofrece varios acompañantes, desde frijoles, hasta maíz en crema, patatas al vapor o la tradicional ensalada de col. Se come sin platos, en unas bandejas de plástico y acompañado la carne de pan de molde amantequillado y de pepinillos. Sin duda, una experiencia tejana que no hay que perderse, especialmente el famoso "pulled pork"

Otra de las atracciones de la ciudad es la imponente biblioteca Lyndon B. Johnson, que además de agrupar miles de audios de conversaciones telefónicas en la Casa Blanca durante su mandato, también cuenta con todo tipo de documentos relativos a su presidencia. El edificio vale la pena en si mismo por su espectacular diseño, pero es que además cuenta con varias exposiciones sobre los logros de la presidencia de Johnson, incluyendo la Civil Rights Act, la Clean Air Act y otras muchas de sus creaciones como las becas educacionales, Medicaid o Medicare, dentro de su visión de la Great Society. Las exposiciones también incluyen un ciborg muy conseguido del ex presidente dando un discurso así como una reproducción a escala real del despacho oval con el mobiliario original que usó este presidente demócrata originario de Texas.

Finalmente, recomiendo también visitar el Museo Bullock, un enorme edificio donde se narra la historia de Texas a través de artefactos históricos, reproducciones, explicaciones y vídeos. En la primera planta se desarrolla el inicio de la historia, con un recorrido por los diversos pueblos indígenas y sus lenguas, cultura y tradiciones. Por otro lado, se explora también la llegada de españoles y franceses, destacando los restos de La Belle, un gigantesco buque francés, además de cientos de objetos de uso cotidiano y las explicaciones de las desventuras de los primeros colonos.

En el segundo piso se desarrolla la construcción de la identidad texana, con episodios como las batalla del Álamo o de San Jacinto, la proclamación de la República de Texas independiente de México o su unión a los EEUU como el 28 Estado. De hecho, se puede ver una bandera original del EEUU con 28 estrellas. Además, también se explica el desarrollo de la guerra civil en Texas y la posterior desarticulación de la esclavitud. Finalmente, se dedica un amplio espacio a la exposición del centenario de Texas 1936, cuando se organizó un evento de 6 meses en Dallas con pabellones donde se mostraba el poderío del Estado de la estrella solitaria, con atracciones para toda la familia. 

El tercer piso y último piso muestra las diferentes tecnologías y recursos que han convertido a Texas en la dinámica economía que es hoy: desde los aviones hasta las camionetas, desde su ganadería y agricultura hasta su importante industria del petróleo, en el que no me gustó nada que no se explicara de forma más honesta las terribles consecuencias medioambientales del fracking. Lamentablemente, me temo que eso se deba a que parte del museo está financiado por empresas como Texaco. También se incluye un espacio para la escena musical texana así como al centro de control de la NASA situado en Houston, que fue clave en avances aeroespaciales como la llegada del hombre a la Luna.

Raíces hispanas

Uno de mis días en Texas lo dediqué a visitar una de las ciudades más boyantes de Estados Unidos: San Antonio. Para ello, tomé un autobús Greyhound que en algo más de una hora me trasladó de Austin a esta ciudad texmex.

Su origen se remonta al siglo XVIII, cuando franciscanos españoles establecieron una red de misiones para evangelizar a los indígenas y de paso defender la frontera tanto de tribus más agresivas como del creciente poder de los Estados Unidos de América. De todas ellas, destacó la misión de San Antonio de Valero. Tras la independencia de México, esta misión franciscana se convirtió en un cuartel militar con tropas originarias de la Compañía del Álamo de Parras. Por ello, la antigua misión de San Antonio pasó a conocerse como el Álamo, y la ciudad anexa, San Antonio de Bejar, creció como capital de nuevo estado mexicano de Texas.

Sin embargo, tras la recentralización del General Santa Anna, nuevo presidente mexicano, tanto los tejanos (esto es, mexicanos residentes en Texas) como los texians (esto es, inmigrantes de los Estados Unidos que se habían instalado en Texas atraídos por las tierras baratas y las ventajas fiscales) se aliaron para defender los derechos del estado, al no querer ser gobernados directamente desde Ciudad de México y poder mantener sus libertades originarias.

Con el fin de sofocar la rebelión, el ejército mexicano, capitaneado por el propio Presidente, llegó a Texas. Rodeados por 2500 soldados, algo menos de 200 rebeldes atrincherados en el Álamo fueron masacrados. Allí se forjó el mito fundacional de Texas. En el resto de batallas, los rebeldes gritaban "Recordad el Álamo" para no olvidar la masacre que causó Santa Anna. Finalmente, los rebeldes ganaron la guerra en la batalla de San Jacinto, donde apresaron al mismísimo General, que a cambio de su vida, reconoció en 1836, como presidente mexicano, la independencia de la República de Texas.

En el centro de San Antonio se encuentran las ruinas de la antigua iglesia y luego cuartel del Álamo, de acceso gratuito, complejo en el que también se puede ver una corta película explicativa. Dispone de tiendas de recuerdos e incluso de un campamento que recrea la lucha de los rebeldes por los derechos de Texas, con actores disfrazados. Tras la visita al símbolo texano por excelencia, me paseé por el agradable centro de la ciudad, muy limpio, viendo la catedral de San Fernando y llegando hasta la plaza del mercado, el mayor mercado mexicano cubierto fuera de México, donde encontrar tanto comida callejera típica como artesanía de dicho país. Para comer, no podéis perderos Mi Tierra Café, con su Virgen de Guadalupe en la recepción rodeada de fotografías de los fallecidos de la familia de los dueños. El techo del restaurante está cubierto de bellas piñatas. Cuenta con un enorme mostrador con diversos tipos de pan dulce y su restaurante, siempre a rebosar, cuenta con mariachis que cantan aquí y allá. Los platos varían cada día de la semana, así que siempre hay excusa para volver. Yo pedí rellenitos, un plato texmex de tortillas de maíz recién hechas rellenas de carne picada, queso poblano y guacamole. 

Finalmente, también visité una de las cuatro misiones que aún quedan en pie al sur de la ciudad, y en las que se siguen ofreciendo misas católicas diarias. Opté por la más cercana, la misión Concepción, en la que pude admirar el estilo arquitectónico recio pero elegante de la época, así como la decoración colorada original en el interior de la iglesia. Estas misiones constituyen una muestra del mestizaje entre la cultura hispánica y la cohauilteca, tal como lo ilustran los elementos ornamentales de las iglesias que mezclan la simbología católica con la estética naturalista autóctona. Paneles informativos explicaban el día a día de la misión y como los franciscanos sabían hacer de todo: desde arquitectura hasta agricultura. Numerosos indígenas abandonaron su vida nómada y se instalaron en las misiones, convirtiéndose al cristianismo. Por su relevancia, las misiones fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Raíces alemanas

Al oeste de Austin se encuentra el Hill Country, un conjunto de valles y ondulantes colinas boscosas donde hace cien años se establecieron colonias de alemanes y checos. Verdes pastos, bosques de árboles de hoja perenne, claros riachuelos y decenas de pueblecitos con nombres alemanes salpican la región, en cuyos restaurantes aún se sirve col fermentada y en cuyas pastelerías abundan los strudels y otras recetas alemanas. Hay numerosos pueblos pero no teníamos mucho tiempo así que escogimos Fredericksburg, con su calle mayor plagada de casas victorianas. Se trata del primer asentamiento alemán, fundado en 1870. Rodeada de viñedos, en sus tiendas se pueden degustar todo tipo de vinos locales. Como era Navidad, también ofrecían vasos del tradicional vino caliente alemán con frutas y canela.

Una de las tiendas más interesantes es la de Quintessential Chocolates, donde hacen decenas de bombones caseros de gran calidad, destacando aquellos rellenos de alcohol, sorprendentemente sabrosos y nada empalagosos. Probamos los de licor de naranja texana. 

Otra de las tiendas que visitamos fue una de velas artesanales, que hacían delante nuestro, siguiendo una técnica que se trajeron de la Alemania del siglo XIX. Hoy en día también hacen velas aromáticas y tenían de más de 50 olores. Dedicamos bastante rato a disfrutar de esencias nuevas.

El parque central tenía tanto un Belén como una torre de viento de madera con figuritas navideñas tan típica de los mercados navideños germanos. Acabamos la visita comiendo en un restaurante texmex,  el Bejas, donde disfruté del bacon jalapeño, las enchiladas, la deliciosa carne empanada con espárragos asados o los tacos de gambas del golfo.

No fui a Tejas por visitar el Estado, sino para ver a mi amigo Mike. Sin embargo, me pareció un lugar muy interesante, con muchas cosas que ver y hacer y sobretodo, con gente que disfruta de la vida en una economía que no para de crecer. Tocará volver con mejores temperaturas, para disfrutar de sus parques naturales pero también de otras ciudades como Houston o Dallas. 

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