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dilluns, 22 de febrer del 2016

El París más curioso


París... ¿Otra vez?

Ya has estado en París y te has hecho las fotos de rigor en el Campo de Marte con la Torre Eiffel, has admirado los rosetones y gárgolas de Notre Dame, te has paseado por los callejones de Montmartre y por los muelles del Sena y te has hecho el selfie de rigor con la Mona Lisa en el Louvre. Resulta que te apetece volver a la ciudad más bonita del mundo. Sin embargo, tu vocecilla interna de viajero empedernido te dice que no, que mejor ir a un nuevo lugar. ¿Valdría la pena volver a París? Claro que sí, y muchas veces. París tiene muchísimos secretos por descubrir.

Se puede empezar una nueva visita a la capital francesa admirando la serenidad de la Estatua de la Libertad iluminando al mundo. No, no me estoy confundiendo: París tiene su réplica al final de la isla de los Cisnes, mirando a su hermana mayor neoyorquina, a cientos de kilómetros de allí. Regalo de la comunidad estadounidense a la ciudad de París, la estatua a escala es idéntica a la original realizada por Bartholdi y estructurada por Eiffel. La estatua grande fue un regalo del pueblo francés al estadounidense, en el cententario de su independencia. La única diferencia es que en su tableta, además de la fecha de 4 de Julio de 1776, tiene también la de la toma de la Bastilla: el 14 de julio de 1789.

Un paseo por el 16eme

Después de ver la estatua, cruzad el puente de Grenelle e internaos en el elegante barrio 16, el más caro de la ciudad. Las calles y bulevares alrededor de la comercial rue de Passy no son frecuentadas por turistas, por lo que podréis admirar el día a día normal de muchos parisinos y quizá comprar algo en las tiendas de comida de la agradable calle peatonal de l'Annonciation. Os llamará la atención la cantidad de coches con placa verde, la codiciada placa diplomática. Muchísimas mansiones y bellos edificios tipo "Haussman" del barrio albergan embajadas de diferentes países. No muy lejos se encuentra la sede de la OCDE, en el bello Chateau de la Muette, una bello palacio del siglo XVI donde la reina Maria Antonieta pasó largas temporadas con la duquesa de Polignac. Desde sus jardines se lanzó el primer globo aerostático tripulado de la historia en presencia del rey Luis XVI y personas tan ilustres como Benjamin Franklin.

Seguid el paseo por el bois de Boulogne, el parque más grande de París, un bosque en realidad. Además de sus lagos y cascadas, acercaos hasta la nueva fundación Louis Vuitton, situada en la avenida Ghandi. Los amantes de la arquitectura contemporánea reconocerán de inmediato las formas de Frank Gehry en este atrevido museo que evoca un gran velero. Las coberturas de vidrio de formas sorprendentes son muy similares a las bodegas de Marqués de Riscal (hechas con titanio) o al BioMuseo de Panamá (con placas metálicas de colores). Cada uno de los paneles de cristal que recubren la fundación son únicos y además se hicieron en un horno fabricado exclusivamente para la construcción de este impactante edificio. En el interior hay una interesante colección de arte contemporáneo. Además, los jardines de los techos son bellísimos, y las vistas de los rascacielos de la Défense también. A la salida, dad un vistazo a la gigantesca fuente de escalones alargados: es hipnótica.


Si os gusta la arquitectura, la Cité de l'Architecture et du Patrimoine es otra parada obligada. Situada en el ala izquierda de los grandes edificios del Trocadero, este museo ofrece réplicas de numerosas obras arquitectónicas de Francia de diferentes estilos: desde portales románicos y góticos, pasando por maquetas de las antiguas Exposiciones Universales que se celebraron en París, hasta incluso uno de los coloridos apartamentos a escala real diseñados por Le Corbusier para su Unité d'Habitation en Marsella.


Ville Saboye

Y hablando de Le Corbusier, una escapada para pasar una mañana fuera de París, como alternativa a los turísticos Versalles y EuroDisney puede ser para la magnífica Ville Saboye, una casa de campo en la que el arquitecto suizo aplicó sus cinco principios de la nueva arquitectura. La planta baja, hecha a base de pilones, permite que el automóvil circule alrededor de ella y se aparque fácilmente debajo. La planta primera es libre, gracias a la estructura de hormigón armado, lo que permitía al arquitecto distribuir las estancias sin condicionamientos estructurales. Además, la fachada está liberada de su componenete estructural y permite instalar las ventanas alargadas, que abarcan todo el ancho de la construcción. La luminosidad interior es enorme. Finalmente, para devolver a la naturaleza el terreno ocupado, la terraza es un jardín donde se pueden hacer actividades al aire libre. Los interiores, de formas simples y con gran uso de los armarios empotrados, sorprenden por su extremada modernidad, a pesar de haber sido realizado en los años veinte.


Museos diferentes

Los apasionados de las culturas exóticas tienen que visitar el Museo Guimet, no muy conocido por los turistas que recorren estresados las infinitas galerías del Louvre o del museo d´Orsay. El museo nacional de las artes asiáticas Guimet contiene la colección de arte khmer más grande del mundo fuera de Angkor Watt. Me encantó ver de nuevo una gran estátua de Naga (la serpiente mítica de siete cabezas que reinaba en el océano Pacífico según la mitología camboyana) o las cuatro cabezas del antiguo rey Jayavarman VII. El museo hace un recorrido por todas las grandes culturas y religiones asiáticas a través de artefactos y objetos artísticos de todo tipo. Los más intrépidos reservaran con dos meses de antelación a la visita guiada al Museo Ennery, que pertenece al Museo Guimet pero se encuentra en la antigua mansión de Clemence Ennery, en la elegante Avenue Foch. Aquí tendréis una visita guiada de una hora a una extensa colección de objetos de arte chino y japonés, destacando la magnífica colección de netsukes, unas esculturas en miniatura en madera o marfil que los japoneses llevaban como seguro para sujetar sus bolsas al cinto. Cada netsuke representa un animal, planta o historia de la mitología japonesa.

Donde París nació

Los que prefieran profundizar más en la historia de París tienen una cita en las arenas de Lutecia, la construcción en pie más antigua de la ciudad y el lugar en la que nació. Aún se puede pasear por el pequeño circo en el que se hacían espectáculos de gladiadores. Quedan también bastantes restos de las gradas romanas originales, aunque la mayoría están bajo de los edificios residenciales haciendo de cimientos o enterradas bajo el pequeño parque anexo.

De perfumerías

Otra interesante manera de conocer mejor París es pasar una tarde de compras descubriendo las decenas de perfumerías de la ciudad, ya sean las más famosas o las frecuentadas por los expertos. En la tienda Chanel del Marais las amables vendedoras os explicarán todo lo que queráis saber sobre la colección privada de perfumes, cada uno mejor que el otro. Siempre en el Marais, en État Libre d'Orange se venden esencias muy originales que no tienen igual. Lo que no quiere decir que queráis usarlas. La pequeña boutique de Annick Goutal cuenta con esencias de gran calidad. También podéis visitar el Museo Fragonard cerca de Opéra, dedicado enteramente al mundo del perfume cuya entrada es gratuita. Este plan es también perfecto para los románticos: el encanto del mundo de las fragancias impresionará a vuestras parejas. Para poner la guinda a un paseo amoroso nada mejor que pasarse por el muro del amor, a la salida del metro Abbesses donde pone "Te Quiero" mil veces en unos trescientos idiomas.

La bohemia parisina... en inglés!

Finalmente, recomiendo encarecidamente ir al Theatre des Nouveautés para ver la obra en inglés (con pequeñas partes en francés) "How to become Parisian in one hour". Risas garantizadas en este espectáculo de un solo actor en el que aprenderemos los diez pasos básicos para ser un parisino de pro. Además, en el teatro se respira historia, ya que abrió sus puertas a principios del siglo XIX. A la salida podéis cenar en alguno de los restaurantes italianos caseros que frecuentan los actores y actrices. Especialmente recomendable es la Osteria dal Gobo, donde el amable Luigi os recibirá en la puerta y os servirá su sopa Minestrone casera y algunos de sus entrantes antes del plato principal en sus mesitas con velas mientras cenamos rodeados de sus fotos con actores y actrices de los teatros cercanos.

Espero que estas ideas inspiren para volver a la Ciudad de las Luces, en una nueva visita mucho más original y sobretodo mucho más parisina.