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dijous, 29 de febrer del 2024

Huè, la DMZ y Dong Hoi

Empiezo mi serie de posts de Viet Nam con mi ciudad favorita, Huè, a la que además os añado dos excursiones interesantes: la zona desmilitarizada (para aprender más sobre la guerra entre Vietnam del Norte y los Estados Unidos de América, y los horrores que supuso); y también Dong Hoi, una apacible ciudad de provincias junto a otro de los patrimonios de la humanidad UNESCO con los que cuenta el país: el parque nacional de Phong Nha–Ke Bang y sus impresionantes cuevas, las más grandes del mundo.

La capital del Vietnam imperial decimonónico 

En el corazón de Viet Nam, a medio camino entre Ha Noi y Ciudad Ho Chi Minh se encuentra Huè, mi ciudad favorita de este bello país. Llegamos en tren desde Da Nang, tras un agradable recorrido por la preciosa costa de la región. Y nos alojamos en el edificio más alto de la ciudad: el nuevo hotel Melià.

Huè es una gran ciudad muy interesante pero muy apacible a la vez: hasta relajante. Uno puede alquilar una bici y recorrerla con tranquilidad, a lo largo del enorme río del Perfume. Lo mejor es disfrutar de la cotidianeidad de esta apacible villa, donde secan las barras de incienso al sol en aceras o sus habitantes acaban el día con una cerveza en sus concurridas terrazas. Y por supuesto, varias maravillas os esperan, empezando por la bella ciudad imperial, núcleo del poder político, cultural y religioso del Viet Nam durante casi dos siglos, declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

Nosotros empezamos precisamente por ahí: la primera mañana la dedicamos a disfrutar de este conjunto de palacios, templos, jardines y bellas y ornamentadas puertas. Muy influenciada por la Ciudad Prohibida de Beijing, visitarla puede llevar desde una mañana entera hasta dos días, dependiendo del nivel de detalle que queramos explorar. Además, el antiguo teatro imperial sigue operativo, por lo que aquellos interesados en las representaciones tradicionales o la música clásica vietnamita deberán reservar un tiempo para ello.

La entrada principal está dentro de la primera gran muralla, protegida por un fuerte con cañones. Dicho fuerte está presidido por una bandera gigante del Vietnam actual que se puso en agosto de 1945, cuando en esta enorme plaza se proclamó la República Democrática de Viet Nam, tras la abdicación del último emperador, Bao Dai, que le pasó la espada y su sello ceremonial a los representantes del gobierno provisional, pasando simbólicamente el "Mandato del Cielo". El emperador se convirtió en el ciudadano Vinh Thuy, y el nuevo gobierno le nombró asesor especial.

Dentro de la propia Ciudad Imperial se encuentra la Ciudad Prohibida Púrpura, donde residían los miembros de la dinastía Nguyen, sin duda la parte más bonita del complejo. Mis partes favoritas fueron el templo To Mieu dedicado a los emperadores de la dinastía con sus altares; el palacete Truong San y la sala de lectura del emperador con sus sofisticados jardines que la rodean. Otro consejo, coged una buena guía, leed los carteles pero evitad la audio guía porque no explica mucho y se alarga con datos irrelevantes. En cualquier caso, cualquier rincón os enamorará: los relieves de las paredes que usan cristales y hasta conchas para simular hojas de árboles, son maravillosos.

Tras esa visita, cogimos las bicis y nos dirigimos a almorzar otra de las delicias de la ciudad: el Bun Thit Nuong, carne de cerdo a la brasa con vermicelli y hierbas vietnamitas en el mejor restaurante que sirve esta especialidad, el Huyen Anh, a medio camino entre la ciudad imperial y la pagoda que queríamos visitar.

Tras el almuerzo seguimos a la pagoda más famosa de Huè: Thien Mu. Situada en una loma sobre el río, es para muchos el símbolo de la ciudad: su torre octogonal se dedica a las reencarnaciones de Buda y dentro del templo, he de decir que es el único lugar del país en el que he visto estatuas de Buda de metal refulgentes. 

Tumbas maravillosas

Si uno a estado en Egipto o la India, es consciente de la magnificencia que puede alcanza una tumba. Pero las de los emperadores de la dinastía Nguyen son otra historia: auténticos palacetes con sus jardines y lagos. Vale la pena visitar al menos dos, de las muchas que hay. Nosotros empezamos por la del emperador Tu Duc, por ser de las más impresionantes y haberse usado por el propio emperador en vida como palacete de retiro y ocio: cuenta hasta con un bellísimo lago artificial. 

El caso es que tras la pagoda Thien Mu, cogimos las bicis y nos dedicamos a pedalear durante media hora a lo largo de zonas semi-rurales hasta llegar a la tumba de Tu Duc. Allí, como en el resto de tumbas de esta dinastía, encontramos primero un patio de honor con figuras de piedra de elefantes, caballos, soldados y mandarines, y después un pabellón dedicado a los logros logrados por el difunto plasmados en una estela de piedra sujetada por una gran tortuga. A continuación, un templo donde venerar al emperador y emperatriz, al que sigue un estanque con flores de loto y poco después, la tumba (un sepulcro cercado). Todo ello rodeado de un bello complejo palaciego con sus jardines y lago artificial con una isla para que el emperador practicara la caza menor. La tumba incluye otro templo dedicado a las 104 esposas y concubinas de este emperador, con sus correspondientes altares.

Tras la tumba, seguimos pedaleando, pasamos por el altar de los sacrificios, la explanada Nam Giao, que a esa hora ya estaba cerrada, y seguimos hasta volver a la ciudad pasando por interesantes cementerios budistas y sintoístas. Y nos fuimos a tomar el mejor café con sal de la vida en el Cà Phé Muoi Nhà Sóc. Además, su pequeña terraza elevada con vistas al canal es inolvidable.

A la mañana siguiente, antes de dejar Huè, también visitamos la tumba del emperador Minh Mang que creo que incluso me gustó más por su calma y el precioso bosque que la rodeaba. 

Cocina imperial

Además del restaurante de camino a la pagoda, vale la pena descubrir la maravillosa gastronomía imperial: Huè es conocida por tener la mejor del país, herencia del saber hacer que los antiguos cocineros imperiales luego aplicaron en los restaurantes de la ciudad y ahora todos podemos disfrutar. Por ejemplo, el restaurante Madam Thu es perfecto para probar las diferentes especialidades, que servirán en un plato degustación perfecto para dos personas. Los pasteles de arroz de la ciudad son memorables: banh khoai, banh uot, banh nam (mi favorito), banh beo, banh loc y banh it. Lo mejor es regarlo todo con la cerveza local: Huda.

Finalmente, probad las famosísimas sopas dulces de Huè: reservadas para la realeza en el pasado, debido al alto precio de sus ingredientes, ahora son un dulce popular disfrutado por todos en puestos callejeros. Algunos de los más famosos se encuentran en los alrededores del mercado de Dong Ba. Recomiendo la che thit quay, o sopa dulce de cerdo a la brasa, a veces de pequeños pastelitos de yuca rellenos de cerdo a la brasa hervidos en agua con azúcar. También disfrutamos la de taro (che mon sap vang), la de ube (che khoai tia) y la de semillas de loto (che hat sen), que es la más popular entre los vietnamitas. Si no os atrevéis con la comida callejera, también podéis disfrutar estas sopas en el elegante restaurante del Meliá, donde las preparan con almendras y lichi.

Y aunque parezca una gran ciudad, de nuevo: en Huè cierra todo muy pronto, así que id pronto a cenar o os encontraréis cocinas cerradas. 

La DMZ

Para visitar la zona desmilitarizada y llegar a Dong Hoi desde Huè, alquilamos un taxi que nos fue parando en diversos puntos de interés (sale bastante bien de precio y son súper simpáticos). La primera parada no nos la esperábamos pero nos gustó mucho: fue la basílica de La Vang, construida en el lugar de peregrinación católico más importante del país, ya que se cree que aquí se apareció la Virgen María en repetidas ocasiones a las víctimas de la guerra. La iglesia original permanece en ruinas fruto de los bombardeos y detrás hay una basílica gigante de estilo pagoda a medio terminar pero con capacidad para miles de personas.

Después nos dirigimos al centro de visitantes de la iniciativa Mine Action, una iniciativa pagada por las cooperaciones noruega, estadounidense, surcoreana e irlandesa que, además de avanzar en el proceso de identificación y desactivación de explosivos, busca llamar la atención sobre el gravísimo problema de los miles de objetos militares que aún no han explotado y que pueblan tierras, aguas y bosques del país, causando decenas de heridos y muertos aún. Recordemos que Estados Unidos destruyó el 20% de las selvas del país esparciendo 20 millones de galones de herbicidas tóxicos. Y eso sin contar los explosivos instalados o lanzados: aún un quinto de las tierras del país son peligrosas con millones de toneladas de bombas y minas sin explotar. La mayoría están en la provincia en la que nos encontramos: Quang Tri.

Nos recibió una de las víctimas que nos contó su terrible historia, de como jugando con su primo confundieron una granada con una pelota que acabó matando al otro e hiriéndole de gravedad a él, dejándole sin un ojo, sin un brazo y sin una pierna. Desde entonces, dedica su vida a acabar con esta lacra explicando a todo el mundo todo lo que queda aún por hacer.

Tras la dura visita, comimos en la insulsa ciudad de Quang Tri el famoso plato bun hen, que son almejas minúsculas (servidas sin sus conchas) con fideos de arroz, mango verde, hojas de banano, cacahuetes y una variedad de hierbas aromáticas. Y de ahí, directos a la famosa franja desmilitarizada que dividió Vietnam en dos repúblicas: una capitalista al sur y otra comunista al norte, según los acuerdos de Ginebra que pusieron fin a la guerra de independencia de Francia. Los acuerdos dictaban que se celebraría un referéndum en ambos países para ver si las poblaciones querían unificarse o no. Las autoridades de Vietnam del Sur incumplieron este punto y se negaron a celebrar el referéndum lo que llevó a Ho Chi Minh, líder de Vietnam del Norte, a crear el Viet Cong, como frente de liberación comunista en el sur.

Cruzamos el famoso puente que unía ambas fronteras y vimos las enormes torres de altavoces a ambos lados que lanzaban propaganda. Al norte también había una bandera gigante sobre un gran pedestal forrado en un mural de realismo socialista que narraba la victoriosa guerra de Indochina contra Francia y luego EE.UU. liderada por Ho Chi Minh.

La última parte que visitamos fueron los túneles de Vinh Moc, una aldea del norte cerca del mar donde 60 familias resistieron durante seis años los bombardeos aéreos y marítimos de los estadounidenses construyendo intrincadas redes de túneles donde hicieron vida como pudieron a 30 metros bajo tierra. En el complejo se pueden ver los pozos, cocinas, wáteres, habitaciones para cada familia (minúsculas) y hasta el hall central donde se reunían o hacían representaciones. En Vinh Moc cayeron un rato de siete toneladas de bombas por persona. Y en esa aldea subterránea nacieron 17 bebés.

Dong Hoi y el Parque Nacional de Phong Nha–Ke Bang

Finalmente llegamos a la apacible Dong Hoi, ciudad costera también al borde de un gran río, bombardeada durante años y ahora solo queda en pie de las antiguas edificaciones una iglesia católica en ruinas y algunas puertas de la antaño ciudadela de la ciudad. Pero la mayoría de visitantes venimos por ser el punto más cercano para visitar el parque nacional de Phong Nha–Ke Bang.

Este parque es una extensión del sitio natural del mismo nombre, que se inscribió en la lista del Patrimonio Mundial en 2003. En el paisaje se observa la presencia de bosques tropicales y mesetas kársticas de gran diversidad geológica, así como de abundantes grutas y caudalosos ríos subterráneos sumamente espectaculares. Los tours incluyen visitas a cuevas secas andando y a las que tienen río en barca. El sitio posee un grado de diversidad biológica muy elevado y alberga numerosas especies endémicas. Con su extensión se garantiza mejor la integridad del ecosistema y se refuerza la protección de las cuencas hidrográficas, cuya importancia es esencial para mantener intactos los paisajes kársticos.

Nos alojamos en el cómodo hotel Melià también, por su excelente relación calidad-precio. Las vistas del río y puerto pesquero desde la habitación eran impresionantes. Pero para cenar, optad por un pequeño restaurante familiar en la calle de al lado: Bank Khoai Tu Quy, donde disfrutar de las famosas tortitas crujientes rellenas de deliciosa carne de cerdo que se forran de un papel de arroz y se rellenan de hierbas y mojado en salsa de cacahuetes; así como las pequeñitas y suaves tortitas con gambas; así como chao can, la sopa típica de la ciudad con anguila y cerdo, algo picante.

Como veis, el centro de Viet Nam ofrece un montón de lugares interesantes que visitar además de una gastronomía única. Huè fue lo que más me gustó, y ya veis que en sus alrededores hay un montón de cosas que ver. 

IMPRESCINDIBLES

Comer

Bun Thit Nuong en el restaurante Huyen Anh.

Beber

Cerveza Huda en cualquier terraza animada.

Café con sal en el Cà Phé Muoi Nhà Sóc.