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dilluns, 21 de març del 2022

Ávila


Tierra de cantos y de santos

Ávila es una pequeña ciudad a poco más de hora y media de Madrid en coche o tren, siendo una escapada perfecta para los que viven en la capital española, tanto para un día como para pasar una o dos noches en este lugar declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. 

Fundada en el siglo XI para proteger los territorios castellanos contra los musulmanes, Ávila ha preservado la austeridad y pureza de líneas de su arquitectura medieval, de la que son muestras notables la catedral gótica y las murallas, que con sus 82 torres semicirculares y nueve puertas monumentales son las más completas de España.

De hecho, la imagen más característica que uno se encuentra al acercarse a Ávila son precisamente las famosas murallas, de dos kilómetros y medio de largo. Es una de las pocas ciudades del mundo que aún las conserva rodeando completamente su casco histórico. Además, se pueden apreciar bien porque Ávila es la capital de provincia española más alta: se encuentra a más de 1,100 metros de altura. 

Ávila también es famosa por albergar la sede de la Academia Nacional de Policía, y allí pasan largos meses todo el que aprueba las oposiciones a este cuerpo nacional, formándose para poder iniciar su servicio público. Asimismo, Ávila es la ciudad en la que vivió la mayor parte de su vida el ex presidente Adolfo Suárez

Nosotros empezamos la visita entrando por la pequeña puerta del Carmen, por la que nos adentramos a su ciudad vieja, y tras llegar a la plaza frente a la catedral, empezamos un tour guiado que nos llevó por los principales lugares de la ciudad, empezando por la plaza del mercado grande, a los pies de la puerta del Alcázar, una de las más bonitas. Accedimos a la plaza de Adolfo Suárez (con estatua a escala real y a pie de calle del ex presidente) y empezamos la visita, disfrutando de los palacetes del siglo XVI que abundan por la ciudad, testigos de cuando esta floreció como centro comercial de granos y lana.


La ciudad de Santa Teresa de Jesús

A través de calles y anécdotas llegamos al actual monasterio que alberga parte de la antigua casona abulense en la que nació Teresa Cepeda, en el seno de una rica familia de mercaderes de origen judío. Santa Teresa es clave por ser la primera mujer en la historia considerada Doctora de la Iglesia Católica. Y ello por sus abundantes escritos místicos, de gran calidad dentro de la literatura de la época.

La mayoría de peregrinos que llegan a la ciudad empiezan su visita por la habitación en la que nació la santa, ahora dentro de la iglesia de un convento de la orden de los Carmelitas. Esta iglesia la pagó el Conde-Duque de Olivares, favorito del Rey Felipe IV. A lado de la habitación, típica de una buena familia abulense de la época, se encuentra la capilla con la estatua más famosa (y realista) de la santa, la que sale en procesión durante sus fiestas. La capilla está ricamente decorada y es fácil encontrar a devotos rezándole a Santa Teresa, por lo que es recomendable guardar silencio durante la visita.

Santa Teresa fundó decenas de conventos nuevos de su orden, las carmelitas, y emprendió reformas que llevaron a una vuelta a los orígenes de las enseñanzas de Jesucristo, evitando la opulencia y llevando una vida sencilla, al punto de incluso pedir que se desprendieran hasta de los zapatos. De ahí que desde ese momento se les conociera como a los Carmelitas Descalzos.

La santa es omnipresente en la ciudad. Al lado de la capilla hay una tienda de recuerdos con sus libros y otros elementos, además de un pequeño expositor con reliquias de Santa Teresa, incluyendo uno de sus dedos. Además, en todos los hornos de la ciudad se encuentran las deliciosas yemas de Santa Teresa, el dulce más típico de Ávila.

La visita siguió por la bonita y porticada plaza del mercado chico, donde se encuentra el edificio del ayuntamiento, y acabó de nuevo en el exterior de las murallas, en el parque de San Vicente, antiguo cementerio de la ciudad durante época romana, y muchas de cuyas lápidas se utilizaron en la construcción de la muralla medieval. De hecho, si os fijáis en esta parte de la muralla, veréis algunas de esas lápidas incrustadas en la misma. También vimos desde fuera la bellísima iglesia románica de San Vicente.

Chuletón, judiones y patatas revolconas

Para la comida, fuimos para probar la gastronomía abulense al Parador Nacional. Situado en el antiguo Palacio de Piedras Albas, esta fue la casa del Corregidor Juan de Henao, Gentil Hombre de la Casa Real de Castilla. Aunque ha sufrido muchas modificaciones, conserva la estructura del patio y la escalera. Tanto en su exterior como en el interior pueden verse como decoración varios escudos heráldicos. A finales del siglo XIX, su propietario, el Marqués de Benavites, miembro de la Real Academia de la Historia, reformó el palacio y mandó levantar el torreón para instalar en él su gran biblioteca personal.

Respecto al menú degustación, la verdad es que estaba regular: de los entrantes, típicos solo eran las patatas revolconas con torreznos crujientes. Las alubias no estaban mal, pero creo que no eran judiones de El Barco: la receta era de judías blancas de Indias con bacalao. Respecto a las carnes, el lomo de ternera estaba algo duro y sabor fuerte. Menos mal que pedimos el chuletón de avileña negra ibérica a la brasa de carbón: eso sí estaba excelente de sabor, textura, calidad y asado. El postre no era típico (aunque estaba bueno, eso sí): natillas del convento con helado de hierbaluisa. El vino, delicioso. Quizá algunos retoques como hacer más típico el menú o incluir postres como las yemas de Santa Teresa o los hojaldres de San Juan de la Cruz lo harían mucho más atractivo.

La impresionante catedral de Ávila

Una vez saciados, continuamos la visita por la catedral, que es también una fortaleza. De hecho, parte de sus paredes la forman las murallas de la ciudad. Se empezó a construir en estilo románico, siguiendo el diseño de un arquitecto francés, usando una preciosa piedra alejandrina de una cantera cercana, de colores blanco y rojo. Toda la parte del altar y el deambulatorio tienen, por tanto, unos preciosos toques rojos y blancos que hacen que esta parte de la catedral sea realmente bonita.

El resto de la catedral se acabó en estilo gótico temprano, con la piedra caliza gris tan característica en toda la ciudad, abriendo grandes ventanales que hacen de la catedral un gran espacio luminoso incluso en días nublados. Dentro de la catedral también encontramos numerosos elementos renacentistas, como relieves y estatuas de mármol de gran calidad y realismo. Destaca la tumba del obispo "Tostado", con unos ropajes que parecen reales.

La catedral cuenta con unas salas de exposiciones con varias reliquias y obras de arte, incluyendo una enorme custodia de plata que se saca en procesión durante el Corpus Christi. También se puede visitar el claustro, donde todas las miradas se dirigen a la tumba del ex presidente Adolfo Suárez, que vivió gran parte de su vida en Ávila. Este hombre, que presidió el gobierno de España durante la transición de la dictadura a la democracia, dirigió el desmontaje de una dictadura y su transformación en una democracia, de la ley a la ley, legalizando el Partido Comunista o el divorcio y haciendo frente al fallido golpe de Estado de 1981. "La concordia fue posible", reza su lápida como epitafio. Suárez se encuentra enterrado junto a su mujer. 

Aquí acabamos esta corta pero interesante visita a la ciudad amurallada. Además de su casco histórico, también fueron declaradas patrimonio de la humanidad las iglesias extramuros de Ávila, que solo pude ver brevemente desde fuera. Prometo volver para visitarlas y de paso, comerme unas buenas yemas de Santa Teresa.