Cercar en aquest blog

dimecres, 23 d’agost del 2017

Bodrum & Éfeso

Mis vacaciones de verano de 2017 empezaron en el magnífico pueblo de Bodrum, que en los últimos años se ha convertido en el destino de playa más chic de Turquía, atrayendo a turistas de todo el mundo, especialmente del mundo árabe. La noche que llegamos fuimos a pasear por la modera marina de Turgutreis, con decenas de estupendos restaurantes, cafeterías, boutiques, y los yates amarrados frente a una isla donde aún está en pie una pequeña fortaleza de la época de los Cruzados.

Comenzamos el día siguiente en un estupendo lugar de desayunos frente al mar, donde nos sirvieron dos tablas con el tradicional desayuno turco a base de diferentes quesos, huevo pochado, mermeladas caseras, olivas y el omnipresente té. La belleza de la costa rocosa de la región es incomparable. 

Con uno de los mini buses que recorren con gran frecuencia la carretera principal nos acercamos hasta el núcleo urbano de Bodrum, a través de la calle Cevat Sakir, arteria principal plagada de tiendas de souvenirs, de imitaciones de bolsos de marca y de cambio de divisa. Al final de la misma se encuentra el imponente Castillo de San Pedro, construido por los Cruzados como una pieza más en la defensa de la ruta de los peregrinos cristianos a Jerusalén. Sin duda es un must del lugar, vale la pena dedicar unos horas a descubrirlo, tanto por su arquitectura y estructura, así como por las vistas del agua turquesa que se disfrutan desde sus almenas. Pero es que, además, en su interior, alberga uno de los mejores museos de arqueología submarina del mundo. Los tesoros recogidos en los alrededores de Bodrum, fruto de diversos naufragios a través de los siglos, han permitido conformar un museo que muestra el comercio marino el tiempos egipcios, fenicios, griegos, romanos y en la era del Islam, incluyendo objetos originales así como reconstrucciones de diversas embarcaciones. Pasearse por el castillo, mientras se cambia de sala del museo, es una maravilla, con un fuerte olor a pino impregnándolo todo. El gobierno turco ha sabido preservar la abundante iconografía cristiana presente en la fortaleza. Además, durante la época de Attaturk, se desacralizaron las mezquitas del interior del castillo que ahora son salas de exposición del museo.

Tras la mañana cultural nos perdimos por las callejuelas del centro, que por cierto son reconstrucciones que imitan un viejo pueblo mediterráneo, ya que muchas de las construcciones originales se han perdido en terremotos. Bodrum fue la antigua Halicarnaso, donde nació Heródoto y donde se encontraba la gran tumba del sátrapa persa Mausolo. El mausoleo fue destruido por los Caballeros de San Juan para construir el actual castillo de San Pedro. La ciudad fue conquistada en 1522 por Suleimán el Magnífico y pasó a formar parte del Imperio Otomano. En una de aquellas callejas nos metimos en un restaurante a comer un gran pescado asado buenísimo precedido por unas cuantas mezze. Después nos bañamos en la playa del centro antes de volver a nuestra piscina. Esa noche cenamos en un agradable restaurante de pescado y mariscos a orillas del mar, decorado de una manera muy hippy que me recordó a Ibiza. Las rocas y barcas en el mar alrededor de las mesas daban un toque muy relajante al entorno.

El segundo día fuimos a otra de las playas del municipio, Camel Beach donde hay una consumición mínima para entrar y sirven comida y bebidas en las tumbonas, y de tanto en tanto pasan vendedores ambulantes con comidas típicas turcas, como las deliciosas midye dolma, las conchas de almejas rellenas de un arroz con los mejillones, piñones y especias. La playa también es popular por la variedad de actividades acuáticas ofrecidas como las motos de agua (fue la primera vez que las probé y divertidas pero girar es difícil al principio). También dimos un paseo en una lancha rápida y finalmente hicimos una actividad muy divertida a la que llaman  "la cama", donde te sientas en una gran colchoneta hinchable mientras una lancha rápida te arrastra y sacude de lado a lado. Otra lancha con un par de fotógrafos nos persiguió durante las diferentes actividades, tomando buenas fotos que luego nos vendieron.

Una excursión interesante desde Bodrum es hacia Éfeso. Esta antigua gran urbe de los tiempos de Grecia y Roma, capital de la desaparecida provincia romana de Asia Menor, alberga aún los impresionantes restos de su núcleo urbano, incluyendo calles empedradas, fuentes, arcos del triunfo, templos y un impresionante teatro construido en la ladera de una alta montaña.

Normalmente se organizan autobuses desde la estación central de Bodrum que hacen un recorrido por los diferentes sitios. Sin embargo, como yo tenía un vuelo esa tarde de vuelta a Estambul, tuve que buscarme la vida para poder visitarlo. En un principio intenté alquilar un taxi para unas horas, pero uno de los amables empleados de una compañía de bus se ofreció a llevarme en su coche particular por la mitad de lo que pedían los taxis. Así que me aventuré a conocer Éfeso y su patrimonio a contrarreloj, por cierto considerado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En el bello camino de ida pasamos por las ruinas de la antigua ciudad griega de Mileto, de donde surgió toda una importante corriente filosófica, encabezada por el famoso Tales de Mileto. La costa mediterránea turca fue parte de la civilización griega durante siglos y luego estuvo ligada a ella a través del Imperio Bizantino primero y del Imperio Otomano después.

Una excursión a Éfeso que se precie, y más si se es cristiano, no puede dejar de lado la Casa donde la Virgen se escondió sus últimos años de vida y desde la cual la tradición afirma que subió a los cielos. La humilde construcción situada en mitad de una montaña despoblada está ahora fuertemente custodiada por la policía y el ejército turco, que garantizan así el derecho de los cristianos a rendir culto a la Madre de Dios. Además de la casa, el actual complejo cuenta con un enorme parking, además de un café, una capilla exterior y varias tiendas de souvenirs religiosos, así como de una gran fuente de agua de las montañas a la que se le atribuyen propiedades milagrosas. El interior de la casa es ahora una pequeña capilla con un retablo y una estatua de la Virgen donde poder recogerse en silenciosa oración y poder poner una vela en el exterior.

Tras tal experiencia religiosa nos dirigimos a las ruinas de la antigua Efeso, ciudad que se articulaba alrededor de una gran calle principal, empedrada y empinada, flanqueada de columnas y en torno a la cual se situaban algunos de los principales edificios de la antigua urbe. Algunas de las fachadas se mantienen en un estado envidiable, con espectaculares relieves, fruto de excelentes restauraciones. En una de las plazas principales aún se mantienen mensajes grabados en latín, como uno en el que los magistrados de la ciudad se quejan al emperador de la falta de fondos para reconstruir las murallas.


Sin duda, la estrella de la ciudad es la reconstruida fachada de la biblioteca de Celsius, una imponente construcción de columnas única en los restos que quedan del mundo romano, y que es otro botón de muestra de la sofisticación que Éfeso alcanzó en otros tiempos). Finalmente, tras recorrer largas calles empedradas, llegué al gigantesco teatro de la ciudad, construido en la ladera de una montaña y que llega hasta la base de la misma, siendo uno de los teatros romanos más impresionantes que he visto nunca. Una de las grandes obras de las que apenas queda nada es el antiguo templo de Artemisa (Diana para los romanos) que en su época se consideró como una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.

Bodrum es un gran destino vacacional, con restaurantes de primera categoría, la "biutiful pipol" de Estambul y Ankara pasando el verano aquí y un gran numero de monumentos y museos de interés histórico y cultural mundial. Cuando vuelva me gustaría aprovechar para hacer una excursión a Pamukkale, un gigantesco complejo de piscinas naturales con un brillante color blanco fruto de los minerales y aguas termales de la zona. También me quedó por visitar en barco la isla que Marco Antonio le regaló a Cleopatra cuando la pareja le disputaba el liderazgo del Imperio romano a Octavio.