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dilluns, 16 de desembre del 2024

Malmö y otras excursiones desde Copenhague

Pese a que Copenhague puede ser muy divertida, hay varias excursiones chulas que merece la pena hacer si se tiene tiempo. La primera es a la vecina ciudad sueca de Malmö, que además de conocer un nuevo país, os permitirá conocer algunas curiosidades de la tercera ciudad de Suecia. Se puede ir y volver en el día en el tren, no se tarda más de veinte minutos en cruzar el túnel que separa ambos países.Otra opción interesante es Roskilde, que se puede visitar en una mañana o una tarde. Y finalmente, sugiero una tercera excursión de un día que consiste en combinar el castillo de Kronborg con el maravilloso bosque de Dyrehaven.

Malmö: la tercerca ciudad sueca.

Durante siglos fue la segunda ciudad más grande de Dinamarca, hasta que en el siglo XVII, el rey sueco Carlos X la conquistó para Suecia junto con la región de Skaneland. Por ello, y pese a ser sueca, la relación con la vecina Copenhague es constante con miles de personas cruzando el puente que las une por carretera y tren respectivamente.

Para los estándares de un mediterráneo como yo, Malmö es una ciudad joven, ya que se fundó como un villorrio de pescadores de arenque en el siglo XIII y su ciudadela es del siglo XIV (visitable, aunque nosotros no entramos). No mucho más antigua que muchas ciudades americanas fundadas por europeos.  Ganó su estatus de villa y su escudo de armas en 1473 (sigue siendo un grifo y se ve en las alcantarillas) y a partir de ahí empezó a acumular más riqueza por cobrar tasa de paso a los barcos comerciales de la Liga Hanseática, por derecho reconocido del rey danés Eric I

El nombre de Malmö es un poco curioso ya que en sueco significa, literalmente, doncella molida, por una leyenda que cuenta que en un o de sus molinos más antiguos (que aún se puede visitar) se trituró a una doncella. Las partes macabras de la historia de la ciudad no acaban aquí: en el siglo XVI, Malmö fue una de las primeras ciudades escandinavas en convertirse al protestantismo y la población destrozó decenas de iglesias, por considerarse su lujo pecado. Las que quedan son muy sobrias, de hecho. 

1840 fue otro de los años clave para la ciudad, pues fue cuando el industrial Kockum fundó un astillero que acabó siendo uno de los mayores del mundo. La ciudad despegó hasta convertirse en la tercera de Suecia, atrayendo también a industrias manufactureras y textiles y alcanzó los 200.000 habitantes. En la plaza Stortorget aún se pueden ver anuncios de esa etapa pintados en algunas fachadas así como la elegante farmacia Lejonet, que destila la grandeza de esa época. Sin embargo, a partir de 1973 con la crisis del petróleo, astilleros e industrias manufactureras cerraron dejando sin empleo a miles de sus habitantes que abandonaron la ciudad.

Su renacimiento llegó en la década de 1990 cuando la apertura de su universidad así como del puente del Oresund con Dinamarca hizo que volviera a despegar y recuperar habitantes. Además, su puerto abandonado pasó a ser una zona residencial muy a la moda con el edificio más alto de Escandinavia en el centro: el Turning Torso, obra maestra del arquitecto valenciano Santiago Calatrava. Y no, no se puede subir, ya que es una torre de apartamentos de lujo privados. Aún así, vale la pena pasear por estos nuevos barrios y acercarse a la torre para ver su increíble forma de cerca. Además, desde la costa se puede ver a lo lejos el perfil del impresionante puente que une ambos países.

Las industrias digitales y de innovación son ahora el motor económico de la ciudad y edificios futuristas aparecen por todos sus barrios: por ejemplo, el centro comercial Emporia con sus formas orgánicas y cristales amarillos. La innovación es constante: muchos supermercados tienen invernaderos con luces LED en los que crecen lechugas y espinacas que se pueden cortar frescas de la tierra. Además, Malmö ha sido sede de grandes eventos como el festival de Eurovisión, que ha acogido tres veces, siendo la única ciudad europea (fuera de las capitales) que ostenta este récord.

De gastronomía, tenéis que probar el crujiente pan sueco knackebröd; el pastel de queso salado ästerbotten paj (que se usa como acompañamiento de platos de carne); las famosas albóndigas de carne en salsa con puré de patatas casero, vegetales y arándanos naturales (recomiendo las que venden en el mercado Saluhall); o los famosos bocadillos abiertos de gambas y huevo: soderholmens rakamaka. La bollería sueca es también espectacular, sobre todo la de hornos tradicionales: sus rollos de canela (kanel bulle) y los de cardamomo son increíbles. Aunque el dulce más famoso del país es la prinsesstarta, que alterna capas de ligero bizcocho, crema, mermelada de frambuesas y nata montada, todo recubierto de mazapán verde. La última moda son las pastelerías veganas, como Flax, que tenían un pastel de peras y limones sin lácteos que sabía a gloria.

Roskilde: tumbas reales y barcos vikingos.

Los obsesos del patrimonio de la humanidad de la UNESCO no podrán dejar de visitar la catedral de Roskilde. La antigua capital del país es fácilmente visitable desde Copenhague incluso una mañana por su cercanía en tren: está a tan solo 30 kilómetros. Una vez allí, recomiendo coger bicicletas con la app Donkey Republic para recorrer la localidad, incluyendo su agradable fiordo.

Lo mejor es empezar visitando su catedral: levantada entre los siglos XII y XIII, fue la primera catedral gótica de Escandinavia enteramente construida con ladrillo y su estilo arquitectónico se difundió posteriormente por todo el norte de Europa. Desde el siglo XV se convirtió en mausoleo de la familia real danesa y hasta finales del siglo XIX se le fueron añadiendo diversos porches y capillas laterales. Su edificio actual sintetiza claramente la evolución de la arquitectura religiosa europea a lo largo de ocho siglos, especialmente en su interior. Por fuera, la revolución luterana la dejó muy sencilla y casi no impresiona, pero vale la pena visitarla con calma por dentro para ver las tumbas de los 21 reyes y 19 reinas, que van de los estilos gótico y renacentista al barroco, neoclásico y hasta contemporáneo: la propia tumba de la reina Margarita ya estaba preparada para cuando la visité (ahora ya está enterrada allí). En algunos pilares se están recuperando los frescos previos a las revoluciones iconoclastas

Con las bicis, pasead hasta el puerto del fiordo donde hay amarradas varias reconstrucciones de embarcaciones vikingas. En uno de los astilleros pude ver como estaban construyendo una. Para ver los originales hay que entrar al museo de los barcos vikingos, al lado. Roskilde fue fundada por el rey Harald Bluetooth por lo que los restos vikingos son abundantes. Entre el centro histórico y el fiordo disfrutaréis de casita de cuento, hechas de ladrillo madera y techos de paja. Mi mañana y tarde soleada en Roskilde fueron simplemente perfectas.

Castillo de Kronborg

Otra excursión interesante es tomar 45 minutos de tren hasta Helsingør, localidad llave del estrecho de Sund que separa Dinamarca de Suecia. Por eso aquí se construyó el elegante castillo y palacio real de Kronborg, de gran valor simbólico para los daneses. Este excepcional edificio renacentista desempeñó un papel importante en la historia europea desde el siglo XVI hasta el XVIII. Su construcción dio comienzo en 1574 y sus defensas fueron reforzadas a finales del siglo XVII, con arreglo a los cánones de la arquitectura militar de esa época. El edificio ha permanecido intacto hasta nuestros días y es mundialmente conocido con el nombre de castillo de Elsinor, por ser el escenario escogido por Shakespeare para su célebre tragedia “Hamlet”, pese a que el autor nunca estuvo en Dinamarca.

Recomiendo que os unáis a una de las visitas guiadas que hay en inglés a cada hora, para comprender mejor la importancia del lugar, tanto defensiva como tributaria y protocolaria. El salón de banquetes es precioso y las vistas desde los tejados aún más, por no hablar de los apartamentos reales renacentistas.

El castillo entró en decadencia cuando Dinamarca perdió ante Suecia el territorio de enfrente en 1658, perdiendo el control de este estrecho y, por tanto, la recaudación de los derechos de paso. Aún así, siguió operando como base militar hasta 1924, lo que ha permitido que llegue en perfecto estado hasta nuestros días.

Pasear por el paseo marítimo de Helsingor durante un día soleado es también una gozada.

Por cierto, esta excursión de mañana se puede combinar fácilmente con una tarde en otro patrimonio UNESCO: Dyrehaven.

Dyrehaven

Otro patrimonio de la humanidad de la UNESCO cerca de la capital danesa es el paisaje cinegético de montería de Selandia Septentrional: situado a unos 30 kilómetros al nordeste de Copenhague, este bien cultural comprende tres zonas diferenciadas de bosques para monterías: Store Dyrehave, Gribskov y Jægersborg Hegn/Jægersborg Dyrehave. En esos bosques acondicionados para la caza de montería, los reyes daneses y sus cortesanos practicaban esta modalidad cinegética que estuvo en pleno apogeo desde la Edad Media hasta finales del siglo XVI. Los caminos trazados con arreglo a un plano ortogonal, los mojones de piedra numerados, los cercados y los pabellones de caza edificados en esos bosques constituyen una materialización de los principios paisajísticos del Barroco aplicados al acondicionamiento de zonas forestales.

Os recomiendo visitar Dyrehaven, un antiguo coto de caza real ahora parque público, en el que la realeza danesa y su corte practicaba la caza. Es fácil llegar en tren, por ejemplo parando en la estación Klampenborg, y luego tomando una de las bicis de Donkey Republic. La distancias en el parque son enormes por lo que la bici es perfecta. Además, veréis decenas de familias de ciervos aquí y allá. Estos paisajes son un ejemplo de como el absolutismo monárquico transformaba la naturaleza para adecuarla a su forma de ejercer el poder. En mitad de todo se alza un pabellón de caza barroco maravilloso que ordenó construir el rey Christian VI para pernoctar en sus cacerías. Es una maravilla todo, muy relajante incluso para visitar a solas.

No muy lejos si vais en bici se encuentra el museo Ordrupgaard, que contiene una de las mayores colecciones de arte francés y danés del siglo XIX. Como hacía un día maravilloso no llegué a entrar pero lo visité por fuera ya que fue diseñado por Zaha Hadid, con cristales y lava negra, en las formas deconstructivistas orgánicas que siempre usa la arquitecta. Además, en sus jardines hay esculturas impresionantes como el bosque de los espejos.


IMPRESCINDIBLES

Comer
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Tarta vegana de peras y limones en Flax (Malmö).

Típico plato de albóndigas suecas en el mercado Saluhall (Malmö).


Canciones

The Code de Nemo (ganador de Eurovisión 2024 en Malmö).

Serie

Bron (el puente) de Amazon Prime Video.

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