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dijous, 26 de desembre del 2024

Los ocho patrimonios de la humanidad UNESCO de Vietnam

Vietnam y sus ocho patrimonios de la humanidad.

Si queréis visitar de los ocho los patrimonios de la humaniddad UNESCO reconocidos en Viet Nam os puedo dar mi recorrido por os sirviera:

1- Aterrizad en Ha Noi y disfrutad de la agitada capital vietnamita. Allí podréis dedicar una mañana o tarde a visitar la ciudad imperial de Thang Long.

2- Desde Ha Noi hay varias excursiones de un día: la más sencilla es al complejo paisajístico de Trang An, en la que ver restos de ciudades imperiales y paisajes kársticos de ensueño mientras se rema en una barca típica rodeados de campos de arroz. Decenas de operadores ofrecen paquetes de un día que te recogen y dejan en el hotel de Ha Noi.

3- Uno de los patrimonios que más de costó de visitar fue la ciudadela de la dinastía Ho, en la que apenas hay turistas pero que es agradable para pasar una mañana y quizá combinar con la pagoda de Dai Binh, que no es patrimonio UNESCO pero impresiona también. Lo más sencillo es que un turoperador o desde el hotel que os quedéis os ayuden a encontrar un chófer que os lleve y traiga, ya que no hay turoperadores que lo ofrezcan y el transporte público es complejo.

4- Una vez hechas estas visitas y excursiones quedándoos siempre en la capital, salimos de la misma empezando por la bahía de Ha Long, preciosa. Para visitarla, contratad con alguna agencia un paquete que os recojan, lleven hasta el puerto y os embarquen en uno de los cruceros para pasar, al menos, una noche en los mismos, y disfrutar así de este paisaje impactante. No vayáis a los más baratos que luego sin incómodos y al final tampoco es tan caro.

5- Tras esta excursión, coged un vuelo hasta Da Nang y de ahí bajad en coche hasta la ciudad vieja de Hoi An, la bellísima ciudad de mercaderes, donde pasar tres noches, tanto para disfrutarla como para hacer una excursión de una mañana o tarde al sexto patrimonio.

6- Se trata del santuario de My Son, los impresionantes restos de la civilización Champa que aún quedan en la selva vietnamita. Hay muchos turoperadores que os ofrecerán diversas opciones para ir y volver desde Hoi An.

7- Después, coche a Da Nang y de ahí subíos al tren para Huè. Aseguraos de ir cuando haya luz para disfrutar de los impresionantes paisajes costeros que recorrer. El billete es mejor que os lo reserven desde vuestro hotel para evitar quedaros sin el mismo. Huè y su conjunto de monumentos también merece dos o tres noches, es una de las ciudades que más me gustó de Viet Nam. No en vano fue capital durante casi cien años. Mi consejo: alquilaos bicis y recorredlos todos así.

8- Y ya el último patrimonio se puede alcanzar en coche desde Huè, aprovechando un día para visitar varios lugares de la zona desmilitarizada, y durmiendo por ejemplo en Dong Hoi para luego, con cualquier turoperador, visitar alguna parte bonita del parque nacional de Phong Nha-Ke Bang. Los más aventureros podrán hacer rutas o acampar para visitar las cuevas más grandes del mundo. Desde Dong Hoi ya regresé al día siguiente a Ha Noi en avión y de ahí a Europa.

Ciudad de Luang Prabang.

BONUS: si tenéis más días, recomiendo toméis vuelos desde Ha Noi hasta la ciudad de Luang Prabang, uno de los tres patrimonios de la humanidad de Laos. Dos o tres noches serán suficientes.

Hanoi

La capital del pueblo vietnamita.

La mayoría de los que visitamos Vietnam llegamos por Ha Noi, su capital, o al menos ese fue mi caso. Como la mayoría de ciudades del sudeste asiático, abruma. Casi siempre nublada, con mucha contaminación tanto de humo como de ruido, y enjambres de motos que incumplen sistemáticamente cualquier código de circulación mínimo, Hanoi es dura al principio. Sin embargo, la enorme amabilidad de sus habitantes y las tantas cosas que ver hace que valga la pena soportar sus puntos débiles y lanzarse a explorarla unos días.

Ha Noi fue capital de Viet Nam durante 800 años hasta que la dinastía Nguyen se trasladó en el siglo XIX a Huè, haciendo que Ha Noi pasara a ser una mera ciudad de provincias. Fue entonces cuando se le cambió el nombre actual, que significa "parte interior del río". La capitalidad regresó poco después, en 1902, cuando los franceses instalaron la administración colonial de Indochina.

La ciudad ha sufrido muchísimo: tanto por las guerras de Indochina como por el rígido sistema comunista que la aisló de su pasado cosmopolita hasta que en 1990 se volvió a abrir al mundo: y en eso sigue. De sus bicicletas y autobuses soviéticos se pasó a una inundación de motocicletas chinas. Y decenas de locales modernos o de franquicias extranjeras han hecho de Ha Noi una ciudad vibrante y en pleno crecimiento, con una oferta gastronómica espectacular pero que sigue arrastrando muchas carencias.

Una ciudad milenaria.

La ciudad está asociada al nacimiento del país en 1010, cuando el emperador Ly Thai To, según la leyenda, recibió una espada mágica de los dioses con la que expulsó a los chinos de Viet Nam. Tras esta guerra, una tortuga dorada le pidió que devolviera la espada y se sumergió con ella en las profundidades del lago Hoan Kiem, alrededor del cual se construyó la ciudad inicialmente bautizada como Thang Long o "dragón ascendente". Es aquí donde recomiendo empezar la visita a la ciudad, en el agradable templo en mitad del lago conectado por un puente tradicional. Este es el corazón de Ha Noi y uno de los pocos puntos donde poder caminar en paz. 

Alrededor del lago se encuentra el teatro municipal de marionetas, donde aún se representa el antiguo arte de las marionetas de agua "roi nuoc", típico del norte de Viet Nam. Los campesinos que trabajaban los campos de arroz inundados del delta del río Rojo inventaron este entretenimiento usando el agua como escenario hace mil años y de ahí saltó a la corte imperial. Cada hora figuras de madera de personas y animales se mueven en una piscina gracias al ingenio once marionetistas, que con palos e hilos en directo, representan historias tradicionales, con leyendas de pastores, emperadores o animales mitológicos. Las partes más pintorescas son la del pescador y el pez que se le escapa, las de los dragones echando fuegos artificiales por la boca o el muchacho encima de un buey. Los cantantes y músicos acompañan tocando melodías tradicionales en directo. Recomiendo ver la representación: sacad entradas (solo en persona y solo con efectivo) en las taquillas del teatro con antelación suficiente.

Al lado del teatro, en un segundo piso escondido entre escaleras feas y estrechas, está el Café Dinh, local mítico donde aún vive la familia que inventó el "caphe trung da", receta de café con clara de huevo sustituto de la leche durante las guerras. Aún baten claras con el método que usaban cuando se inventó esta forma de tomarse el café y sigue siendo delicioso. No muy lejos se encuentra la catedral de San José, neogótica, curiosa herencia de la presencia francesa a partir de la cual nos adentramos al casco antiguo.

El casco antiguo: nudo comercial.

Este conjunto de enmarañadas calles y callejones llenos de tiendas ha sido un lugar de compras desde el siglo XV. Muchas de las calles mantienen el nombre del producto que allí se vendían o del gremio que se instaló: desde la calle del arroz a la del oro. Y muchos tipos de productos siguen concentrándose calle a calle: es muy bonito pasar por la calle de los dulces, por ejemplo. O por la de las flores. Lo cierto es que este barrio es muy curioso, pero nada agradable de pasear por el gentío, la suciedad y sobre todo el terrible y ruidoso tráfico. Aún así, armaos de paciencia porque vale la pena.

Entre tienda y tienda se esconden casas con encanto, pequeños templos, puertas antiguas a la ciudad o cafés sin igual. El Templo de Bach La, por ejemplo, es el más longevo de la ciudad, y lo construyó el emperador que trasladó su corte aquí por primer vez, en honor al caballo blanco que lo guio. Aún está la estatua del equino en la pagoda central. Para descubrir este y otros secretos es buena idea unirse a uno de los "walking tours" que se ofrecen a diario pero también vale la pena perderse y descubrir sus rincones por uno mismo. Un punto imperdible es el mercado de Dong Xuan, construido por los franceses, que alberga tiendas de casi todo: desde productos frescos o secos hasta ropa barata, souvenirs, artesanía o bolsos de imitación.

La comida callejera es maravillosa, de cinco estrellas, especialmente aquí en el centro, con locales que, aunque muy feos, esconden platos sin igual, con ingredientes frescos y combinaciones tradicionales y deliciosas. No podéis dejar de ir a almorzar a Bun Cha Dac Kim, recomendado por la guía Michelin: excelente y no tiene fallo. Pero el mejor (y menos turístico) considero que es Tuyet Bun Cha 34, que me recomendó una vietnamita y que tiene el mejor bun cha del país sin discusión: cerdo tierno asado al carbón con hierbas frescas y un toque picante con un caldo para mojar los crujientes nems caseros. Y todo cubierto de ajo picado. Podría comer aquí para siempre de lo delicioso que está.

Otra comida callejera por excelencia es el bocadillo "banh mi". Recomiendo degustarlo en el Banh Mi 25, un cuco local donde sirven los crujientes bocatas vietnamitas, en el que siempre hay colas. Otro buenísimo local y menos turístico es el Banh Mi Hoi An, que además tiene baguettes con el famoso paté local.

Lau Nuong Corner Z es otro de esos lugares que parecen feos pero que tienen una comida para chuparse los dedos. Sentaos en sus bajitas sillitas y olvidaos de la ruidosa calle para disfrutar de la barbacoa vietnamita, cocinada en una gran sartén al fuego con una base de mantequilla en la que ir cocinando cerdo, res y calamares, acompañados de salsa de queso, jugo fresco de kalamansi, sal especiada o grandes hojas de fresca lechuga. 

Para dulces, aún recuerdo el puesto que regentaban una viejecita llamado Hai Xe Pho Co, con los exquisitos buñuelos recién hechos "banh ran cao lau". Adictivos.

El centro también ofrece ocio nocturno, como el GC Bar, pequeño pero muy elegante y animado. Aquí se mezclan locales y extranjeros, predominando el público LGTBI. Luego se puede tomar un taxi para seguir la fiesta en Savage, un local de varios pisos situado en un antigua mansión art-decó con los mejores DJs de música electrónica del país y extranjeros, y los jóvenes más modernos del país bailando a sus ritmos.

El antiguo barrio imperial.

El oeste del casco antiguo se encuentra la ciudad imperial de Thang Long, el único patrimonio de la humanidad con el que cuenta la urbe. Caminando hacia allí veréis importantes vestigios del comunismo que aún impregna la simbología del país, como la torre de la bandera o una gran estatua de Lenin. Pero lo mejor es pararse a tomar un café en el Cong Caphé, una cafetería moderna decorada con motivos militares y propagandísticos que también sirve buenos dulces. Recomiendo el caphe sua da (café helado con leche condensada).

Tras la pausa, llegaréis a la ciudadela imperial de Thang Long, edificada en el siglo XI por la dinastía Viêt de los Ly para concretizar la independencia del Dai Viêt. Fue construida en los vestigios de una fortaleza china del siglo VII. Durante casi trece siglos fue sede del poder político vietnamita. Y aunque, comparada con otros palacios asiáticos no es tan impresionante, vale la pena apreciar su arquitectura única así como los restos de cuando fue ministerio de defensa de Viet Nam del Norte, ya que desde muchas de sus salas y búnker (que se pueden visitar) se planificó la larga guerra que llevó a Ho Chi Minh a reunificar el país. Ahora miles de jóvenes se visten con trajes típicos y acuden con fotógrafos profesionales para hacerse fotografías con las que felicitar el año nuevo vietnamita a sus seres queridos.

Al lado de la ciudadela está al mausoleo de Ho Chi Minh, al que recomiendo entrar lo antes posible para evitar colas y poder ver el cuerpo embalsamado del líder, en una urna de cristal. No llevéis pantalones cortos ni tops, quitaos los sombreros y nada de hacer fotos o gritar.

Para entender mejor la terrible guerra de Vietnam hay que asomarse al puente de Long Bien, diseñado por Gustave Eiffel. Además de ser un elemento heredado del colonialismo francés, es un punto fundamental de la resistencia vietnamita, ya que tras cada bombardeo destructor los vietnamitas lograban improvisar tramos de repuesto y restablecer rápidamente los servicios de carretera y ferroviarios. Como los bombardeos no cesaban, los vietnamitas empezaron a obligar a los prisioneros norteamericanos a realizar trabajos forzados de reparación del puente, tras lo que Estados Unidos dejó, por fin, de bombardear el mismo.

No muy lejos también se puede ver el antiguo palacio presidencial, complejo donde también vivió Ho Chi Minh. Además de los magníficos jardines, se puede ver la humildad con la que vivió el dirigente, con su despacho o comedor abiertos al público (o eso dice la propaganda). En el mismo complejo se encuentra la pagoda del pilar único, con casi mil años de historia, aguantando sobre un solo pilar de piedra, representando una enorme flor de loto elevándose. En sus alrededores hay cómics gigantes en las paredes explicando los buenos y malos comportamientos según el budismo.

Un buen lugar para una pausa es Pho Thin, donde comer delicioso Pho Bo, la sopa de fideos y ternera más famosa del país que normalmente se toma como desayuno. Además en el barrio se encuentra un patio con puestos de comida elegantes: Quan An Ngon, donde probar platos tan famosos como en Banh Tom Hà Noi, unas tortitas crujientes con gambas enteras; o la Nom Bo Ko, la ensalada de papaya verde con carne de vaca seca. El Xoi Xeo, o arroz pegajoso con frijol mungo llena mucho: lo podéis rebajar con una cerveza Ha Noi bien fría. 

No muy lejos está la famosa calle llena de barecitos donde ver pasar el gigantesco tren "Reunification Express", experiencia peligrosa pero impresionante. Hay un tramo lleno de turistas y otro en el que apenas hay nadie. Siempre con precaución, haciendo caso a los locales y evitando el centro de la vía en todo momento, pegándoos a los edificios tanto como podáis. Cuando pasó a escasos centímetros vuestros el gigantesco tren y tocó la bocina me subió de golpe la adrenalina.

Para una cena algo más elegante en el barrio reservad con antelación en el Nhà hàng Tam Vi, situado en una casona tradicional burguesa. Su servicio es excelente y rápido y se especializan en platos tradicionales de la ciudad, como en Trung Bac, que pedimos junto a un aperitivo de encurtidos típicos, cacahuetes tostados y berenjena a la sal a los que seguía la sopa de cangrejo y espinaca. Continuamos con rollitos frescos de gambas y panceta, un guiso de cerdo con huevo caramelizado, otro de tofu crujiente en salsa de cebollino y unas verduras al vapor con salsa de gamba fermentada. Todo exquisito.

 El barrio francés.

Hacia el sur, el lago Hoan Kiem une el caótico barrio antiguo del que ya os he hablado con los arbolados bulevares del barrio francés, flanqueados de edificios burgueses y locales chics como  Luk Lak, que ofrece una carta con platos de todo el país aunque a precios mucho más elevados que la media. Las cafeterías y terrazas de los elegantes hoteles coloniales de cinco estrellas también son perfectas para una copa después de cenar.

En ese barrio se encuentra también el bellísimo templo de la literatura, uno de los mejores lugares para descansar del caos capitalino y adentrarse en la fascinante historia imperial del país, comprendiendo mejor sus estructuras funcionariales. Además, el templo es una de las pocas estructuras de arquitectura tradicional bien conservada donde se honra a sus servidores más eruditos, además de haber sido sede durante siglos de la primera universidad de Viet Nam. A sus pagodas, estanques y jardines acuden los estudiantes para rezar y obtener buenas notas. Aquí se hacían los últimos exámenes para acceder a la más alta función pública: los mandarines. Desde 1484, cada promoción de aprobados contó con sus nombres grabados en grandes estelas colocadas encima de estatuas de tortugas: quedan 82 estelas en pie.

En el barrio también se encuentra el Museo de las Mujeres Vietnamitas, con arquitectura anodina pero contenido interesante para celebrar a las heroínas del país. Pese a que trata todas las facetas de las ciudadanas del país, la parte más emotiva es la contribución de tantísimas mujeres al triunfo de la revolución y la resistencia frente a la invasión estadounidense. 

Ha Noi es una ciudad grande y me faltaron parques bonitos y entretenimientos modernos como la torre Lotte, a los que no me dio tiempo a ir. Además, es un paraíso para comprar y gastronomía. Dedicadle al menos dos noches si visitáis Viet Nam: no os arrepentiréis.


IMPRESCINDIBLE

Comer

Bun cha en Tuyet Bun Cha 34

Beber

Café con huevo en el Café Dinh.

Libro

El dolor de la guerra de Bao Ninh

Película

Indochine de Régis Wargnier.

dilluns, 16 de desembre del 2024

Malmö y otras excursiones desde Copenhague

Pese a que Copenhague puede ser muy divertida, hay varias excursiones chulas que merece la pena hacer si se tiene tiempo. La primera es a la vecina ciudad sueca de Malmö, que además de conocer un nuevo país, os permitirá conocer algunas curiosidades de la tercera ciudad de Suecia. Se puede ir y volver en el día en el tren, no se tarda más de veinte minutos en cruzar el túnel que separa ambos países.Otra opción interesante es Roskilde, que se puede visitar en una mañana o una tarde. Y finalmente, sugiero una tercera excursión de un día que consiste en combinar el castillo de Kronborg con el maravilloso bosque de Dyrehaven.

Malmö: la tercerca ciudad sueca.

Durante siglos fue la segunda ciudad más grande de Dinamarca, hasta que en el siglo XVII, el rey sueco Carlos X la conquistó para Suecia junto con la región de Skaneland. Por ello, y pese a ser sueca, la relación con la vecina Copenhague es constante con miles de personas cruzando el puente que las une por carretera y tren respectivamente.

Para los estándares de un mediterráneo como yo, Malmö es una ciudad joven, ya que se fundó como un villorrio de pescadores de arenque en el siglo XIII y su ciudadela es del siglo XIV (visitable, aunque nosotros no entramos). No mucho más antigua que muchas ciudades americanas fundadas por europeos.  Ganó su estatus de villa y su escudo de armas en 1473 (sigue siendo un grifo y se ve en las alcantarillas) y a partir de ahí empezó a acumular más riqueza por cobrar tasa de paso a los barcos comerciales de la Liga Hanseática, por derecho reconocido del rey danés Eric I

El nombre de Malmö es un poco curioso ya que en sueco significa, literalmente, doncella molida, por una leyenda que cuenta que en un o de sus molinos más antiguos (que aún se puede visitar) se trituró a una doncella. Las partes macabras de la historia de la ciudad no acaban aquí: en el siglo XVI, Malmö fue una de las primeras ciudades escandinavas en convertirse al protestantismo y la población destrozó decenas de iglesias, por considerarse su lujo pecado. Las que quedan son muy sobrias, de hecho. 

1840 fue otro de los años clave para la ciudad, pues fue cuando el industrial Kockum fundó un astillero que acabó siendo uno de los mayores del mundo. La ciudad despegó hasta convertirse en la tercera de Suecia, atrayendo también a industrias manufactureras y textiles y alcanzó los 200.000 habitantes. En la plaza Stortorget aún se pueden ver anuncios de esa etapa pintados en algunas fachadas así como la elegante farmacia Lejonet, que destila la grandeza de esa época. Sin embargo, a partir de 1973 con la crisis del petróleo, astilleros e industrias manufactureras cerraron dejando sin empleo a miles de sus habitantes que abandonaron la ciudad.

Su renacimiento llegó en la década de 1990 cuando la apertura de su universidad así como del puente del Oresund con Dinamarca hizo que volviera a despegar y recuperar habitantes. Además, su puerto abandonado pasó a ser una zona residencial muy a la moda con el edificio más alto de Escandinavia en el centro: el Turning Torso, obra maestra del arquitecto valenciano Santiago Calatrava. Y no, no se puede subir, ya que es una torre de apartamentos de lujo privados. Aún así, vale la pena pasear por estos nuevos barrios y acercarse a la torre para ver su increíble forma de cerca. Además, desde la costa se puede ver a lo lejos el perfil del impresionante puente que une ambos países.

Las industrias digitales y de innovación son ahora el motor económico de la ciudad y edificios futuristas aparecen por todos sus barrios: por ejemplo, el centro comercial Emporia con sus formas orgánicas y cristales amarillos. La innovación es constante: muchos supermercados tienen invernaderos con luces LED en los que crecen lechugas y espinacas que se pueden cortar frescas de la tierra. Además, Malmö ha sido sede de grandes eventos como el festival de Eurovisión, que ha acogido tres veces, siendo la única ciudad europea (fuera de las capitales) que ostenta este récord.

De gastronomía, tenéis que probar el crujiente pan sueco knackebröd; el pastel de queso salado ästerbotten paj (que se usa como acompañamiento de platos de carne); las famosas albóndigas de carne en salsa con puré de patatas casero, vegetales y arándanos naturales (recomiendo las que venden en el mercado Saluhall); o los famosos bocadillos abiertos de gambas y huevo: soderholmens rakamaka. La bollería sueca es también espectacular, sobre todo la de hornos tradicionales: sus rollos de canela (kanel bulle) y los de cardamomo son increíbles. Aunque el dulce más famoso del país es la prinsesstarta, que alterna capas de ligero bizcocho, crema, mermelada de frambuesas y nata montada, todo recubierto de mazapán verde. La última moda son las pastelerías veganas, como Flax, que tenían un pastel de peras y limones sin lácteos que sabía a gloria.

Roskilde: tumbas reales y barcos vikingos.

Los obsesos del patrimonio de la humanidad de la UNESCO no podrán dejar de visitar la catedral de Roskilde. La antigua capital del país es fácilmente visitable desde Copenhague incluso una mañana por su cercanía en tren: está a tan solo 30 kilómetros. Una vez allí, recomiendo coger bicicletas con la app Donkey Republic para recorrer la localidad, incluyendo su agradable fiordo.

Lo mejor es empezar visitando su catedral: levantada entre los siglos XII y XIII, fue la primera catedral gótica de Escandinavia enteramente construida con ladrillo y su estilo arquitectónico se difundió posteriormente por todo el norte de Europa. Desde el siglo XV se convirtió en mausoleo de la familia real danesa y hasta finales del siglo XIX se le fueron añadiendo diversos porches y capillas laterales. Su edificio actual sintetiza claramente la evolución de la arquitectura religiosa europea a lo largo de ocho siglos, especialmente en su interior. Por fuera, la revolución luterana la dejó muy sencilla y casi no impresiona, pero vale la pena visitarla con calma por dentro para ver las tumbas de los 21 reyes y 19 reinas, que van de los estilos gótico y renacentista al barroco, neoclásico y hasta contemporáneo: la propia tumba de la reina Margarita ya estaba preparada para cuando la visité (ahora ya está enterrada allí). En algunos pilares se están recuperando los frescos previos a las revoluciones iconoclastas

Con las bicis, pasead hasta el puerto del fiordo donde hay amarradas varias reconstrucciones de embarcaciones vikingas. En uno de los astilleros pude ver como estaban construyendo una. Para ver los originales hay que entrar al museo de los barcos vikingos, al lado. Roskilde fue fundada por el rey Harald Bluetooth por lo que los restos vikingos son abundantes. Entre el centro histórico y el fiordo disfrutaréis de casita de cuento, hechas de ladrillo madera y techos de paja. Mi mañana y tarde soleada en Roskilde fueron simplemente perfectas.

Castillo de Kronborg

Otra excursión interesante es tomar 45 minutos de tren hasta Helsingør, localidad llave del estrecho de Sund que separa Dinamarca de Suecia. Por eso aquí se construyó el elegante castillo y palacio real de Kronborg, de gran valor simbólico para los daneses. Este excepcional edificio renacentista desempeñó un papel importante en la historia europea desde el siglo XVI hasta el XVIII. Su construcción dio comienzo en 1574 y sus defensas fueron reforzadas a finales del siglo XVII, con arreglo a los cánones de la arquitectura militar de esa época. El edificio ha permanecido intacto hasta nuestros días y es mundialmente conocido con el nombre de castillo de Elsinor, por ser el escenario escogido por Shakespeare para su célebre tragedia “Hamlet”, pese a que el autor nunca estuvo en Dinamarca.

Recomiendo que os unáis a una de las visitas guiadas que hay en inglés a cada hora, para comprender mejor la importancia del lugar, tanto defensiva como tributaria y protocolaria. El salón de banquetes es precioso y las vistas desde los tejados aún más, por no hablar de los apartamentos reales renacentistas.

El castillo entró en decadencia cuando Dinamarca perdió ante Suecia el territorio de enfrente en 1658, perdiendo el control de este estrecho y, por tanto, la recaudación de los derechos de paso. Aún así, siguió operando como base militar hasta 1924, lo que ha permitido que llegue en perfecto estado hasta nuestros días.

Pasear por el paseo marítimo de Helsingor durante un día soleado es también una gozada.

Por cierto, esta excursión de mañana se puede combinar fácilmente con una tarde en otro patrimonio UNESCO: Dyrehaven.

Dyrehaven

Otro patrimonio de la humanidad de la UNESCO cerca de la capital danesa es el paisaje cinegético de montería de Selandia Septentrional: situado a unos 30 kilómetros al nordeste de Copenhague, este bien cultural comprende tres zonas diferenciadas de bosques para monterías: Store Dyrehave, Gribskov y Jægersborg Hegn/Jægersborg Dyrehave. En esos bosques acondicionados para la caza de montería, los reyes daneses y sus cortesanos practicaban esta modalidad cinegética que estuvo en pleno apogeo desde la Edad Media hasta finales del siglo XVI. Los caminos trazados con arreglo a un plano ortogonal, los mojones de piedra numerados, los cercados y los pabellones de caza edificados en esos bosques constituyen una materialización de los principios paisajísticos del Barroco aplicados al acondicionamiento de zonas forestales.

Os recomiendo visitar Dyrehaven, un antiguo coto de caza real ahora parque público, en el que la realeza danesa y su corte practicaba la caza. Es fácil llegar en tren, por ejemplo parando en la estación Klampenborg, y luego tomando una de las bicis de Donkey Republic. La distancias en el parque son enormes por lo que la bici es perfecta. Además, veréis decenas de familias de ciervos aquí y allá. Estos paisajes son un ejemplo de como el absolutismo monárquico transformaba la naturaleza para adecuarla a su forma de ejercer el poder. En mitad de todo se alza un pabellón de caza barroco maravilloso que ordenó construir el rey Christian VI para pernoctar en sus cacerías. Es una maravilla todo, muy relajante incluso para visitar a solas.

No muy lejos si vais en bici se encuentra el museo Ordrupgaard, que contiene una de las mayores colecciones de arte francés y danés del siglo XIX. Como hacía un día maravilloso no llegué a entrar pero lo visité por fuera ya que fue diseñado por Zaha Hadid, con cristales y lava negra, en las formas deconstructivistas orgánicas que siempre usa la arquitecta. Además, en sus jardines hay esculturas impresionantes como el bosque de los espejos.


IMPRESCINDIBLES

Comer
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Tarta vegana de peras y limones en Flax (Malmö).

Típico plato de albóndigas suecas en el mercado Saluhall (Malmö).


Canciones

The Code de Nemo (ganador de Eurovisión 2024 en Malmö).

Serie

Bron (el puente) de Amazon Prime Video.