El Museo Dalí es uno de las grandes joyas culturales de la Florida. Sin embargo, casi parece un secreto bastante escondido que pocos turistas que vienen al “estado soleado” conocen. Situado en el puerto de Saint Petersburg, (ciudad fundada por un ruso) el museo ofrece la mayor colección a nivel mundial del famoso artista catalán: 96 obras de Dalí son expuestas en diferentes salas. Esta gran exposición se debe a uno de los mecenas de Dalí, el matrimonio entre A. Reynolds Morse y Eleanor Reese, amigos estadounidenses del pintor y coleccionistas de su obra.
Además del magnífico contenido, el edificio es en sí mismo una obra de arte. Sus ondas de cristal realizadas con cientos de triángulos, cada uno de un tamaño diferente, son una auténtica obra maestra de la ingeniería que envuelve la estructura cúbica del edificio. La escalera helicoidal, matemáticamente perfecta, que comunica las diferentes alturas es también una pasada.
Pero antes de entrar, lo mejor es dar un paseo por el curioso jardín, diseñado por matemáticos, que buscan que el visitante ponga en relación la naturaleza con las matemáticas a través de diferentes elementos como un curioso laberinto circular, en el que meditar y explorar distintas curiosidades científicas. Este entorno busca que el visitante ponga en relación la naturaleza con las matemáticas.
En el suelo del jardín hay un curioso rectángulo áureo, diseñado con placas de metal y cerámica, del cual sale la famosa espiral áurea. Los matemáticos sabrán de lo que hablo, pero para los que no lo somos, se trata de un rectángulo que posee una proporcionalidad entre sus lados igual a la razón áurea, es decir que es aquél rectángulo que al substraer la imagen de un cuadrado igual al de su lado menor, el rectángulo resultante es igualmente un rectángulo dorado. A partir de este rectángulo se puede obtener la espiral dorada, que es la única espiral logarítimica. Es famoso su uso en el diseño arquitectónico de la Grecia clásica como es el caso del Partenón.
También cuenta con elementos más sentimentales, como una gran piedra traída de Cadaqués o un sauce llorón en el que los visitantes podemos dejar colgada en sus ramas nuestra entrada de papel al museo con algún mensaje escrito.
Tras la visita al jardín, entraremos a través de una moderna “fuente de la juventud” con una tropical pared viva, llena de vegetación de la Florida. Una gran tienda con interesante libros y objetos de recuerdo de dudoso valor artístico nos recibirán, así como la famosa performance de Dalí titulada Rainy Rolls, en la que un Rolls Royce aparece lleno de agua y con lluvia y objetos marinos en su interior y que hasta el maniquí que hace de chófer va vestido totalmente de buzo.
Una breve parada en el café Gala nos permitirá disfrutar de algunas tapas típicamente españolas como la tortilla de patatas, los boquerones al vinagre o los pimientos asados, acompañadas de una copa de vino Rioja o Duero. Y del postre por excelencia de la tierra de Dalí: la crema catalana. Al lado del café hay una pequeña sala de cine donde continuadamente se exhibe un documental sobre la vida del genial artista.
Ya ambientados y con el ticket en mano, disponeos a subir por la magnífica escalera helicoidal al segundo piso. La mayor colección de obras del autor catalán nos espera a través de diferentes salas. Al lado derecho, empezamos el tour en la sala de bienvenida, con una pequeña selección de cuadros con los que se nos explica la figura de Dalí y sus diferentes etapas. A continuación, empezamos con la selección de primeros trabajos, donde bonitos paisajes de Cadaqués, entre otros motivos, adornan las paredes. A continuación llegaremos a la sala del anti-arte, seguida de diversas salas dedicadas a la etapa surrealista del autor. Por último acabaremos en la zona de las obras de madurez del artista.
La desintegración de la persistencia de la memoria es uno de los cuadros que más me impactó. Aquí se muestra la influencia de los avances en el descubrimiento de los átomos en Dalí, siendo que el pintor descompone aquí su cuadro original de los relojes fundidos.
Aunque hay muchísimos otros igualmente espectaculares. Las fuertes críticas que muchos de estos autores recibían desde las escuelas clásicas de pintura, la academia en definitiva, les hicieron pintar cuadros como el cesto de pan que hizo Dalí, de extraordinaria precisión, imitando de forma casi perfecta a la fotografía. Así demostraban su excelente dominio de la técnica para afirmar que lo que pintaban lo hacían por explorar nuevos mundos y formas de expresión pictórica más avanzada.
Alguno de los temas más recurrentes del pintor son su crítica a los burócratas, no en vano los dibuja siempre como seres con las cabezas casi huecas, repetitivos, grises. El hecho de que su padre fuera uno de ellos, y lo aburrido y estricto que era, marcó sin duda la infancia y juventud del artista catalán.
Otra técnica muy usada por Dalí eran las dobles imágenes, sobretodo la construcción de caras humanas a través de diferentes objetos y juegos de luces. Me llamaron mucho la atención los bustos de Voltaire construidos a partir de Venus de Milo. Esta técnica la lleva al punto más sublime en el enorme cuadro en el que construye el retrato de un torero famoso de la época a partir de esta famosa estatua griega.
Aunque sin duda, la obra que muestra más claramente el genio de Dalí, su gran comprensión del mundo que le rodeaba, su dominio de las matemáticas junto con el de la técnica pictórica, es sin duda el gran cuadro titulado como Gala contemplando el mar Mediterráneo que a los veinte metros se convierte en el retrato de Abraham Lincoln. Es impresionante como a través de la técnica de los píxeles consigue crear este magnifico cuadro.
Sus cuadros mostrando motivos históricos de manera surrealista también son increíbles, como el de Velázquez pintando a la infanta Margarita con las luces y sombras de su propia gloria o el Descubrimiento de América por Cristóbal Colón.
Tras pasar varias horas admirando los maravillosos cuadros que recorren toda la carrera artística de Dalí, cruzamos el pasillo central del segundo piso y nos adentramos en la gran sala contigua, donde se muestran diversas obras con las que el pintor catalán exploró el papel de los nuevos medios de comunicación, tales como películas, vídeos, impresiones y transformaciones de objetos. La famosa película surrealista El Perro Andaluz, que realizó con Buñuel, se expone aquí una y otra vez, siendo de obligada visión la escena en la que simularon que uno de los protagonistas raja el ojo de una mujer con una cuchilla de afeitar. Para crear este efecto alternaron primeros y primerísimos primeros planos, mostrando en unos a la mujer y en otros el ojo de una vaca, haciendo que el resultado final fuera estremecedor.
La película transgrede el orden clásico del cine, aludiendo continuamente al mundo de los sueños y del delirio, y haciendo un uso del tiempo no lineal.
La película transgrede el orden clásico del cine, aludiendo continuamente al mundo de los sueños y del delirio, y haciendo un uso del tiempo no lineal.
En la sala hay muchas otras obras del artista, como litografías, fotografías o incluso un holograma. Aunque la que más me gustó fue una creación que consiste en un teléfono antiguo cuyo auricular lo sustituye Dalí por una langosta disecada, con sus grandes pinzas y todo.
Antes de descender, disfrutad del paisaje marino desde la gran cristalera. Las puestas de sol son increíbles desde aquí. Y las vistas de la escalera helicoidal por la que bajaremos de nuevo a la calle, también.
El Museo Dalí de Saint Petersbourg es en definitiva un centro artístico de gran interés para todo amante de las artes, en especial de la pintura, en el que pasaremos una agradable tarde admirando las obras de este gran artista.
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