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dissabte, 15 d’abril del 2023

Agra

La punta más famosa del "Triángulo de Oro" indio

Las rutas turísticas de la India para principiantes suelen empezar con el llamado "Triángulo de Oro" formado por Delhi, Agra y Jaipur; siendo Agra la imagen icónica del país. Y más concretamente la tumba más bonita del mundo: el Taj Mahal. Pero esta "punta" tiene otros puntos interesantísimos, incluso en el propio recorrido tanto de Delhi a Agra como de Agra a Jaipur. Aquí os cuento lo que vimos nosotros.

Mathura

Tras desayunar en Delhi nos pusimos rumbo a Agra en coche con un conductor estupendo del que os puedo dar los datos si me contactáis por mensaje privado. En el camino, decidimos parar en Mathura, una de las siete ciudades sagradas del hinduismo. 

Paramos aquí para ver el lugar de nacimiento de Krishna, el templo de Kesava Deo, el complejo religioso más importante de la ciudad. Para entrar os requisarán cualquier dispositivo electrónico, incluyendo cables y por supuesto, vuestros teléfonos móviles. Así que no se pueden sacar fotos dentro. Os los devuelven al salir del complejo.

Cientos de peregrinos acuden para rezar en una pequeña sala, el Shri Krishna Janambhoomi, una antigua celda en la que se dice que nació Krishna hace más de 5,000 años. Luego se pueden subir unas escaleras hasta el templo principal, con murales con la de vida de este, representado siempre con la piel de color azul; y estatuas suyas tocando la flauta acompañado de su esposa, Radha. Las luchas entre musulmanes e hinduistas (que construyeron una gran mezquita encima de parte del complejo) han llevado a la destrucción y reconstrucción de este templo a Krishna, por lo que el actual es relativamente moderno pues data de 1950.

Krishna es considerado una encarnación del dios Visnú, según el hinduismo. Es decir, uno de sus avatares. En cambio, según el krishnaísmo, Krishna es la forma principal de Dios, de quien emanan Visnú y los demás dioses (como Shiva y Brahma). En cualquier caso, en el templo aprendimos más de su historia con las representaciones pictóricas, siendo la de la cobra de siete cabezas que lo lleva por el mar la que más nos llamó la atención.

Tras la visita a este curioso lugar, comimos en el agradable restaurante del hotel Brijwasi Royal, donde nos sirvieron comida vegetariana del norte de la India con poco nivel de picante que pudimos comer bien, destacando el delicioso surtido tandoori. Y tras esto, volvimos a la carretera rumbo a Agra.

Fuerte de Agra

Agra ya fue capital del imperio Lodi, cuando el sultán Sikander trasladó su capital aquí en 1501. Pocos años después, el primer emperador mogol, Babur, conquistó el imperio y mantuvo su capital en Agra. Fueron ellos los que le dieron los grandes edificios que actualmente atraen a millones de turistas.

Al llegar a Agra nos sorprendió los enormes atascos que se forman en las entradas a la ciudad. Casi una hora hasta que llegamos a nuestro alojamiento. Pero por fin nos instalamos en el Taj Gang, el barrio alrededor del Taj Mahal, a unos minutos de la entrada del monumento. Os recomiendo hacerlo así ya que lo mejor es visitarlo nada más lo abren al amanecer, no sólo para disfrutar de la salida del sol desde sus bellas cúpulas al borde del río Yamuna, sino también porque es el momento que menos gente hay. Luego, a partir de las nueve de la mañana, empiezan a llegar las hordas de excursionistas de Delhi que inundan el lugar.

Pero esa tarde, aprovechamos para visitar el fuerte de Agra, también declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. El fuerte es el lugar perfecto para entender mejor el papel de Agra como capital del Imperio Mogol antes de que la movieran a Delhi. El Fuerte Rojo de Agra es un importante monumento mogol del siglo XVII construido con piedra arenisca roja. El emperador que empezó a construirlo fue Akbar, como una imponente ciudadela que encierra en su enorme recinto amurallado, con muros de más de 20 metros y un foso de cocodrilos, un gran número de palacios maravillosos, muchos construidos por emperadores posteriores, como el de Jahangir o el Khas Mahal, construido por Shah Jahan para su hijo, así como edificios para recibir audiencias, como el Diwan-i-Khas (impresionante y diseñado para impresionar), y también dos hermosas mezquitas, una de las cuales no pudimos entrar por no llegar a tiempo. Desde aquí gobernaban su vasto imperio. Sha Jahan fue el que introdujo el mármol blanco para construir estancias y palacetes dentro del fuerte, material que luego usó en la tumba de su mujer.

Muchas de estas habitaciones tienen decoraciones de ensueño. Me encantó la sala de reuniones del emperador con su Consejo Real, pero el palacete más bello es el Khas Mahal, en el que Aurangzeb, príncipe e hijo del emperador Shah Jahan, encerró a su padre tras un golpe de Estado que llevó a sucederle y convertirse en el sexto emperador mogol. Las habitaciones de mármol blanco con fuentes en mitad de muchas de ellas son inolvidables, así como las vistas del Taj Mahal que se disfrutan desde las estancias.

La versión oficial dice que el hijo encerró al padre para evitar que malgastara más dinero en construir otro Taj Mahal, de color negro esta vez, para su propia tumba, frente al que hizo construir para su mujer favorita: Mumtaz Mahal. Aún se pueden ver los cimientos, al otro lado del río, de lo que hubiera sido el "Taj Mahal negro". La versión no oficial es que Aurangzeb dio el golpe de Estado simplemente porque no se fiaba de sus otros hermanos y prefirió asegurarse el trono en vida. De hecho, fue quien trasladó la capital de Agra a Delhi, para rodearse de una corte fiel.

Taj Mahal

No es casualidad que más de seis millones de personas visiten el Taj Mahal cada año. Edificado en 1631 por orden del emperador mogol Shah Jahan para perpetuar la memoria de su esposa favorita, este grandioso mausoleo de mármol blanco es la joya de la corona del arte musulmán en la India y una de las obras maestras universalmente admiradas del patrimonio cultural de la humanidad.

Repito el consejo: llegad a las taquillas antes del amanecer para evitar colas y masas, pero traed algo de abrigo si venís en invierno (en enero hacía frío). Con la entrada os darán una botella de agua y unas fundas para los zapatos obligatorias cuando entréis a la zona de mármol que rodea el Taj así como a su interior. La entrada al recinto, amurallado por una construcción mogol roja similar a los fuertes desde los que gobernaban, es impresionante por sí misma y recuerda a la arquitectura persa. 

Uno nunca olvida la primera vez que ve el Taj Mahal de cerca, al entrar al gran portón de acceso. Es un símbolo de poder, un símbolo de amor, un símbolo de riqueza y, sobre todo, un símbolo de la perfecta simetría que puede alcanzar el ser humano al crear edificios. El Taj Mahal es la materialización de toda cosa pura, dijo Kipling. Sin duda, ver el amanecer desde el mismo es impactante y no decepciona a nadie.

Los jardines siguen el modelo persa de división en cuatro partes iguales por canales acuáticos que reflejan magistralmente el edificio. La tumba está hecha enteramente de mármol con piedras preciosas pulidas e incrustadas, que dibujan flores y hojas de forma magistral, así como citas del Corán en cada una de las inmensas puertas, con incrustaciones de jaspe. Y se coloca sobre una enorme plataforma, también de mármol con cuatro minaretes de cuarenta metros en cada esquina. Trabajaron 20,000 personas para construirlo en ocho años, incluyendo artesanos de toda Asia y de Europa.

Esta tumba, encargada por Shah Jahan, quinto emperador mogol, para enterrar a su mujer favorita y cumplir con la promesa que le hizo en el lecho de muerte de que nunca la olvidaría. Mumtaz Mahal falleció dando a luz a su hijo número catorce. El emperador quedó desgarrado y el Taj Mahal es la muestra de un amor infinito. Una lágrima en la mejilla de la eternidad, como dijo el poeta Tagore.

El interior no es tan impresionante, más allá del curioso eco que forma la cúpula bulbiforme central y los dos cenotafios: uno para Mumtaz Mahal y otro, que rompe la simetría por no estar previsto, para Shah Jahan. Las verdaderas tumbas están en el sótano del edificio, al que no se permite entrar.

Tras disfrutar también del pequeño pero interesante museo que incluye el recinto, con impresionantes miniaturas mogolas y platos hechos de un material que detecta la presencia de veneno cambiando de color, nos fuimos a desayunar a la terraza del establecimiento donde nos alojamos, que ofrecía unas vistas impresionantes al Taj Mahal. Tras ello, nos dispusimos a iniciar la carretera hacia Jaipur. Agra per se es una ciudad con poco interés turístico, por lo que tras ver sus principales atractivos, no hay mucho más que hacer. No es agradable pasear por sus calles infestadas de coches o suciedad, jalonadas de edificios a cuál más feo.

Excursión a Fatehpur Sikri

De camino a Jaipur aprovechamos para parar en Fatehpur Sikri, una ciudad fantasma maravillosa. Esta ciudadela fortificada construida por el tercer emperador mogol, Akbar, en la segunda mitad del siglo XVI, con el nombre de “ciudad de la victoria”, fue la capital del Imperio Mogol durante tan solo diez años debido a la falta de agua en el lugar, que forzó a la corte a regresar a Agra. El sitio comprende un conjunto arquitectónico homogéneo con numerosos monumentos y templos, además de edificios para diferentes usos e incluso reservorios de agua que intentaron suplir el clima seco de la zona y falta de aguas subterráneas. 

La parte central incluye tres palacios que el emperador construyó para cada una de sus esposas: una cristiana, una hinduista y otra musulmana, separados por patios, así como el palacio del propio emperador, con una enorme cama de piedra elevada para evitar ataques de enemigos o animales salvajes y un canal de agua corriente para refrescar la estancia durante el verano. Frente al mismo destaca una bella zona de conciertos rodeada de un estanque que mejoraba la acústica, así como el espacio para astrólogos o la escuela para los niños de la corte. También destaca la bellísima sala del trono, de piedra roja, en la que Akbar se sentaba en un pilar central con sus ministros situados en cada una de las esquinas, todos en la parte elevada de la sala para incrementar la sensación de poder de estos.

Hay hasta un parchís gigante en el que jugaba la corte y donde las fichas de cada uno de los cuatro colores eran mujeres vestidos de los mismos que se iban moviendo según lo que dijeran los dados y los jugadores.

Acabamos la visita en la Jama Masjid, una de las mezquitas más grandes de la India, que mezcla elementos persas e indios. De hecho, esta mezquita es la razón por la que Akbar eligió mover aquí la capital: resulta que en este lugar, el santón sufí Shaikh Salim Christi predijo (correctamente) cuando tendría Akbar a su primer hijo. El emperador construyó una enorme mezquita y luego, una tumba de mármol dentro de la misma para el santón, a la que ahora acuden musulmanes de toda la India para pedir por un hijo, rezándole y colgando lazos en las ventanas de la tumba. Antes de dejar esta pequeña población fuimos al mercado de la pequeña localidad, a un puestecito de galletas khataie, típicas del pueblo. Recomiendo las de cacahuetes, buenísimas.  

Agra y su camino de llegada y salida ofrecen experiencias y monumentos impresionantes y difícilmente olvidables por cualquier turista, incluso los más experimentados. No defrauda a nadie.

dimecres, 5 d’abril del 2023

Delhi

La capital de la India

Delhi es una de las ciudades que más tiempo ha estado habitada de forma ininterrumpida a lo largo de la historia. Hoy, con 28 millones de habitantes censados, es la segunda ciudad más habitada del mundo tras Tokio. Pero no tiene nada que ver con la capital japonesa: Delhi es una ciudad supercontaminada, caótica y muy ruidosa. Solo la curiosidad nos hará pasar unos días en ella. Por mi lado, también el hecho que fuimos a visitar a mi amiga Deborah, que ha sido destinada unos años allí por trabajo.

Para moverse por la ciudad recomiendo dos opciones: para distancia de menos de 20 minutos, optad por un auto-rickshaw: rápido, barato y divertido, se pueden pedir a través de la aplicación Uber para ahorrarnos negociaciones y precios inflados. Para trayectos más largos, Uber o taxi, aunque en los taxis os tocará negociaciones que a veces son un rollo. En cualquier caso, si sois dos o más, todo saldrá a precios de cualquier transporte público en Europa y os ahorrará líos, sudor y sobre todo, tiempo.

La islamización de Delhi

El mejor lugar para empezar un recorrido por la ciudad es adentrarse en sus restos arqueológicos más antiguos: el conjunto arqueológico del Qutb Minar. Aquí hay varias tumbas del Imperio Maurya, así como restos de templos jaimistas, budistas e hinduistas del siglo IV antes de Cristo usados para construir dos grandes mezquitas del siglo XIII, las más antiguas de la India septentrional,  construidas con materiales procedentes de una veintena de templos brahmánicos. Ambas también están en ruinas. Pero el protagonista de este parque es el gigantesco minarete, en muy buen estado. Se trata de una torre de arenisca roja de 72 metros de altura, cuya pared exterior, de estilo afgano, está bellamente ornamentada. También se mantiene bastante bien la magnífica Puerta de Alai Darwaza, obra maestra del arte indo musulmán construida en 1311. Sin duda, lugar perfecto para entender como una ciudad mayoritariamente hindú pasó a ser musulmana durante siglos. 

La islamización de Delhi se profundizó con la llegada de la dinastía Lodi, también afgana, que construyó tumbas como la de Shish Gumbad o la Bara Gumbad, impresionantes, y que pueden visitarse gratis en los jardines Lodi, lugar muy popular en el que hacen picnic las clases medias de la ciudad durante los fines de semana. El estilo de estas tumbas fue copiado siglos más tarde, y perfeccionado, al construir el Taj Mahal en Agra.

De la era Lodi vale la pena también visitar el baoli Agrasen Ki: los baoli eran depósitos de agua pero también lugares de encuentro social en cuyas hornacinas la gente se sentaba en verano para aliviar el calor y socializar refrescados por la brisa del agua almacenada. Nada más entrar, me pareció estar en un lugar mágico, como la guarida de un super héroe. Es del siglo XIV y cuenta con 103 peldaños.

El imperio Mogol

A los Lodi les sucedieron los mogoles en 1526, cuando Babur, descendiente de Gengis Khan, invadió el imperio Lodi y fundó la dinastía Mogol, que gobernaría casi todo el territorio de la India durante 300 años. Lo cierto es que primero instalaron su capital en Agra y no fue hasta el siglo XVII cuando el emperador Shah Jahan trasladó la corte a Delhi y construyó el Fuerte Rojo, nuevo centro administrativo, militar y palaciego del imperio durante muchas décadas. Su nombre se debe al color rojo de la piedra arenisca con que se construyeron sus espesas murallas. En su interior, los palacios se basan en prototipos islámicos, pero los pabellones muestran elementos arquitectónicos típicos de los edificios mogoles, en los que se puede observar la fusión de las tradiciones persas, timures e hindúes. Personalmente no entré, ya que Delhi tiene mucho que ofrecer y hay otros fuertes en el país mucho más impresionantes, como el de Fatehpur Sikri o el de Agra y que sí visitamos. Los fuertes actuaron como una suerte de "Ciudad Prohibida" de Beijing para el emperador mogol y su corte.

No muy lejos del Fuerte Rojo se encuentra Jama Masjid, otro de los iconos de la era Mogol en Delhi. Esta gran mezquita era a la que el emperador y su corte iban a rezar. Su patio es, como muchas cosas en este país, de película, tanto por sus proporciones como por su simetría. Puede acoger hasta 25,000 personas. Para alejarse de los remolinos de gente y tomar distancia de la ciudad, nada mejor que subir a uno de sus minaretes (el único abierto al público) para disfrutar de unas vistas de la Vieja Delhi. Eso sí, ni las estrechas escaleras de caracol para subir ni el pequeño espacio en su cima son aptos para claustrofóbicos o personas con miedo a las alturas.

Otro lugar clave en Delhi es la tumba de Humayun, construida en 1570. Esta sepultura tiene un significado cultural especial por ser la primera tumba-jardín edificada en el subcontinente indio. Es curioso porque esta tumba de un emperador encargada por su mujer para honrarle (historia contraria a del Taj Mahal, al que sirvió de fuente de inspiración arquitectónica 60 años después). De hecho, su cúpula principal es muy similar a la de la tumba de Agra. El complejo funerario incluye otras bellas tumbas también que vale la pena ver.

El imperio británico

En el siglo XIX, los británicos derrocaron al imperio Mogol y anexionaron la India al suyo, permitiendo a algunos rajás gobernar partes del mismo bajo el paraguas de la administración británica. El Fuerte Rojo pasó a ser una base militar británica hasta el 15 de agosto de 1947, cuando Nehru levantó la bandera india en la principal puerta del fuerte, ceremonia que se sigue celebrando cada día de la independencia del país.

En los alrededores del Fuerte Rojo y la Jama Masjid se congregaron comerciantes y profesionales liberales, atraídos por la riqueza y seguridad de la corte imperial, a la que proveían de bienes y servicios de gran calidad. Los más exitosos se construyeron "havelis" o bellas mansiones con un patio interior. Los británicos respetaron a dicha población, pero todo cambió con la independencia. Hoy en día, pasear por la Vieja Delhi es una experiencia única, pero muy dura: la basura aparece por cualquier lado por lo que ratas, monos, palomas y perros callejeros son frecuentes. La decadencia que vive un barrio que fue rico se debe a la independencia de la India, cuando la mayoría de población musulmana huyó a Pakistán, en el contexto de masacres y persecuciones. Si un tercio de los habitantes de Delhi eran musulmanes el 1947, tan solo quedaron un 6% en 1950. La Vieja Delhi, antigua corte del emperador musulmán, y barrio por tanto mayoritariamente islámico, perdió a casi todos sus habitantes y el nuevo gobierno indio repartió mansiones y apartamentos a refugiados hinduistas y sij que llegaron del Punjab, de donde la población musulmana, a su vez, los había perseguido y expulsado.

El barrio sigue siendo eminentemente comercial, pero las calidades de los productos han bajado en general, con poquísimas excepciones. Cada parte del mismo se dedica a productos específicos, como los libros, la comida, la ropa o las telas. La Vieja Delhi, otrora una ciudad mogol, pasó a ser mayoritariamente una ciudad punjabi, construyéndose incluso un  nuevo y enorme templo sij en Channdi Chowk, su avenida principal. Lo cierto es que la Vieja Delhi sigue sin recuperarse de este trauma poblacional. Y aunque la suciedad desaconseja probar sus puestos de comida callejera, estos son considerados de los mejores del mundo, con recetas seculares e ingredientes curiosos para cualquier occidental, además de olores y colores que estimularán nuestro apetito. Mi consejo es limitarse a sitios muy llenos, ya que garantizan que la comida está en buen estado, como el mítico Karim´s. Este feo local, en el que cocinan brochetas de carne a la brasa en plena calle, es un tesoro que pasa muchas veces desapercibido. Se trata de un negocio familiar en el que han cocinado recetas de la corte Mogol durante siglos. El local lo abrió uno de los miembros de la saga tras quedarse sin su trabajo como cocinero de la corte en pleno siglo XIX con la llegada de los británicos. Por eso, aún hoy, podemos disfrutar a precios de risa platos que comían los sultanes mogoles como las burrah (chuletas de cordero marinadas), de las mejores que me he comido nunca.

Y al ser la Vieja Delhi ahora mayoritariamente hinduista, si queremos adentrarnos en un barrio musulmán, hay que dirigirse a los alrededores del mausoleo del santón sufí Khwaja Nizamuddin Auliya, un asceta del siglo XIV que propagó la tolerancia entre credos. Vale la pena entrar en el mausoleo, apretujándose entre las masas de devotos que se amontonan para tocar la tumba del santo, tras atravesar estrechos pasillos llenos de tiendas de objetos religiosos y ofrendas que llevar al santo, como pétalos de rosa, incienso o arroz.

La Nueva Delhi

Los británicos establecieron la capital al principio en Calcuta, pero en 1911 la volvieron a mover a Delhi, iniciando un plan de ensanche para alojar a la administración colonial con el enorme bulevar Rajpath como eje vertebrador y que hoy conecta la Puerta de la India con el palacio presidencial. Este barrio está lleno de larguísimos y anchos bulevares arbolados, jalonados de edificios y chalets blancos.

Uno de los grandes símbolos de la era colonial es Connaught Place, un barrio de columnas palladianas con forma circular, que hace 50 años era el lugar más elegante de la ciudad. Ahora está en decadencia pero hay muchas cadenas internacionales de ropa así como de comida fast-food. 

En cualquier caso, en Nueva Delhi es donde mejor se puede comer de la ciudad, encabezando este ranking el Indian Accent, mejor restaurante del país según la revista mundial "Restaurant". Situado en el Lodhi Hotel, hace falta reservar con mucha antelación para conseguir mesa, dejando una señal importante de dinero que no es reembolsable si finalmente no se puede ir. El chef Manish Mehrotra fusiona de forma magistral recetas e ingredientes de todo el país con técnicas de la nouvelle cuisine. El menú degustación es cerrado (se puede optar por la versión vegetariana) y se empieza con unos pequeños naans de queso recién horneados acompañados de una sopa de espinacas y cardamomo, a la que le siguen platos cada uno mejor que el anterior, a los que se les puede modular el nivel de picante (personalmente me sentí muy cómodo y no me molestaron para nada las especias). La cena se cierra con un postre doble: primero un helado indio (mucho más denso) de halwa y calabaza con almendra amarga y se acaba con un flan de coco especiado y una pasta de dátiles entre una masa crujiente y dulce.

Otro lugar increíble para centrarse en la gastronomía del norte de la India es Bukhara. Situado en el hotel ITC Maurya, dispone de varios horno tandoori tradicionales en los que ver a los chefs amasar y hornear los naans. Pedimos paneer tikka (queso hindú a la brasa especiado) con dos kebabs: de cordero y de pollo, especiados, y que estaban exquisitos, y picaban a niveles que pude tolerar. En el norte de la India se come con las manos, así que enfundaros el delantal que os facilitan y al ataque.

La Delhi capital de la India independiente

La estela de Mahatma (alma grande) Gandhi, considerado padre de la India moderna, es muy visible en Nueva Delhi y hay muchos memoriales y museos dedicados a su figura. Nosotros optamos por el Museo Nacional de Gandhi, en el que aprender más de su vida, su filosofía de resistencia no-violenta, y observar elementos que le pertenecieron, así como obras de artistas que le dedicaron en vida, y sobre todo, tras su asesinato a tiros por un fanático hinduista, escandalizado por los rezos interreligiosos que promovía. En el museo se pueden ver también las gafas que llevaba el día que le asesinaron, su túnica manchada aún de sangre o cientos de sellos que se le dedicaron a lo largo y ancho del mundo por casi todos los servicios postales.

Para compras de recuerdos y objetos indios de calidad, a nosotros nos gustaron tres lugares. El primero es el Central Cottage Industries Emporium, una tienda gubernamental que pareciera una cueva del tesoro india. Cuenta con seis plantas llenas de artesanía proveniente de todo el país a precios fijos: de ropa a muebles pasando por decoración, inciensos, joyas o esculturas. El segundo es justo enfrente, una calle llena de puestecitos tibetanos donde encontrar muchos recuerdos y artesanía a buen precio, pero donde hay que ser buen negociante. Finalmente, el Khan Market, el lugar preferido de la élite india, donde encuentras tiendas de un gusto exquisito y precios no tan caros para los estándares occidentales, empezando por Fabindia (tienen una de ropa y otra de hogar) un lugar perfecto para comprar ropa india o recuerdos de altísima calidad.

También vale la pena pasearse por Shahpur Jat, un pequeño barrio cerca de las ruinas del antiguo fuerte Siri, que ahora se ha convertido en un conjunto de callejuelas bohemias donde los diseñadores indios más jóvenes se mudan para vivir, trabajar y exponer sus obras. Aquí podréis pasear y descubrir las últimas tendencias de la ropa india, saris, túnicas e incluso ropa para el hogar. Y todo de una enorme calidad, diseños únicos y precios asumibles para ser ropa de diseño.

Despediros de la Nueva Delhi en el templo Lotus, ejemplo bellísimo del expresionismo indio. Esta enorme Casa Bahai permite rezar a cualquier creyente de cualquier religión. Su estructura consiste en 27 pétalos de mármol y arcilla blanca colocados en forma de loto gigante.