Cuando uno habla de Bahrein, la mayoría de los que te escuchan no son capaces de ponerlo en el mapa. ¿Es una isla del Caribe o del Índico? ¿O es más bien un pequeño país africano o del Sudeste Asiático? No, Bahrein es el país más liberal del Golfo Pérsico, allí donde los saudíes van a pasar muchos fines de semana a sus villas y apartamentos, para poder salir de fiesta, o, en el caso de mujeres, poder conducir y pasear alejadas la atenta mirada de sus familiares, vistiendo de una forma más relajada.
Ese es el turismo que llega a Bahrein. Para cualquier otra nacionalidad, esta pequeña isla del Golfo Pérsico no será una prioridad en absoluto. Algunos pararán un día en su recorrido de crucero por la península arábiga. Otros, como mucho, irán por temas de trabajo o alguna reunión, conferencia o congreso. Por eso, en el caso que os encontréis en esta situación, aquí os dejo mis recomendaciones turísticas.
Lo primero que uno debería visitar es el Fuerte Bahrein, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Se encuentra situado en Qal´at al-Bahrein, en un típico "tell", es decir, una colina artificial con estratos formados por asentamientos humanos sucesivos. En este lugar, habitado durante milenios, se han encontrado estructuras residenciales, comerciales, de gobierno, religiosas, militares... corroborando la importancia comercial de este enclave durante siglos. La fortaleza que actualmente se visita fue construida por los portugueses aunque previamente este lugar fue la capital de Dilmun, una de las civilizaciones más importantes de la región antes que surgiera el Islam. De hecho, los numerosos restos arqueológicos encontrados en el siglo XX solo eran conocidos hasta ese momento por alusiones en fuentes escritas sumerias.
Lo cierto es que la fortaleza por fuera es bonita, pero por dentro, más allá del pasillo con los arcos renovados, es bastante aburrida. Al lado hay un edificio moderno que alberga el museo, donde observar varios restos entre los que se encuentran joyas, cerámicas, armas, monedas de todas las épocas... tal vez lo más curioso sean los jarros con esqueletos de serpientes: se enterraban en la casa para agradar a los dioses, una práctica extendida en la antigua Dilmun.
Tras la visita, hay un restaurante de comida variada con una buena selección de comida árabe, de hecho con las particularidades de Bahrein, que es el restaurante Zyara. Muy moderno, ofrece precios razonables y cantidades grandes. Pedid el arroz machboos con cordero o gambas o el arroz biryani con pollo o con mero, ambos deliciosos y con los toques especiados (incluida la canela) que caracterizan a la península arábiga. Como postre tomamos el delicioso Umm Ali, un pudding con bizcocho ligero, leche condensada, nueces, crema y coco rallado que me fascinó.
Paseos y más perlas
Otro paseo recomendable es el balcón marítimo de Reef Island, que da a la nueva zona financiera de Bahrain. Desde el paseo se ven los grandes edificios que conforman el moderno skyline financiero del país, las vistas son impresionantes. Además, si vais entre semana a eso de las dos de la tarde, desde este paseo también veréis el espectáculo de decenas de barcos tradicionales de madera (ahora motorizados y todos iguales) saliendo al mar a pescar. Personalmente tuve la suerte de alojarme durante mi tiempo en Bahrain en un espacioso ático que tenía estupendas vistas y desde el que pude disfrutar de la salida de los barcos a diario. Acercaos al centro financiero para haceros una foto en el Bahrain World Trade Center, las gigantescas torres gemelas triangulares con tres molinos eólicos en la mitad, instalados en los puentes que conectan ambos rascacielos. Sin duda, este es el símbolo de Bahrein.
Una visita a este país-isla merece también pasar unas horas en el Museo Nacional, un moderno edificio donde aprender la historia y tradiciones del país. Además, su restaurante sirve comida sana y de gran calidad a precios razonables. La sección que más me gustó del museo es aquella en la que se reconstruyen escenas de la vida cotidiana del Bahrein tradicional, con maniquíes y objetos reales, como el matrimonio, la escuela, la recogida del agua, y hasta un zoco entero tal y como era antes de que se descubriera el petróleo y llegara la modernidad al país. Por supuesto, las perlas ocupan un espacio importante en el museo, ya que antes del petróleo, Bahrein era conocido mundialmente por sus perlas de gran calidad. Desde el siglo II hasta inicios del siglo XX, esta fue una de las principales fuentes de ingresos de la isla. Por eso, la UNESCO también declaró a la industria perlífera tradicional como Patrimonio de la Humanidad. La mayoría de edificios protegidos se encuentran en la ciudad de Muharraq, de calles estrechas y mayoría chíita, encabezados por la fortaleza de Bu Mahir, desde donde zarpaban los barcos rumbo a los bancos de ostras. Cuando en 1914 estalla la Primera Guerra Mundial y el consumo de perlas (artículo de lujo) cae en picado, Japón empieza a desarrollar los cultivos de otras perlíferas. Estos dos eventos ponen fin de forma abrupta a esta industria, haciendo que la economía de Bahrein cayera en picado de cuya crisis solo se recuperó con el incio de la exportación de petróleo.
La comunidad del subcontinente Indio
Lo cierto es que la fortaleza por fuera es bonita, pero por dentro, más allá del pasillo con los arcos renovados, es bastante aburrida. Al lado hay un edificio moderno que alberga el museo, donde observar varios restos entre los que se encuentran joyas, cerámicas, armas, monedas de todas las épocas... tal vez lo más curioso sean los jarros con esqueletos de serpientes: se enterraban en la casa para agradar a los dioses, una práctica extendida en la antigua Dilmun.
Tras la visita, hay un restaurante de comida variada con una buena selección de comida árabe, de hecho con las particularidades de Bahrein, que es el restaurante Zyara. Muy moderno, ofrece precios razonables y cantidades grandes. Pedid el arroz machboos con cordero o gambas o el arroz biryani con pollo o con mero, ambos deliciosos y con los toques especiados (incluida la canela) que caracterizan a la península arábiga. Como postre tomamos el delicioso Umm Ali, un pudding con bizcocho ligero, leche condensada, nueces, crema y coco rallado que me fascinó.
Paseos y más perlas
Otro paseo recomendable es el balcón marítimo de Reef Island, que da a la nueva zona financiera de Bahrain. Desde el paseo se ven los grandes edificios que conforman el moderno skyline financiero del país, las vistas son impresionantes. Además, si vais entre semana a eso de las dos de la tarde, desde este paseo también veréis el espectáculo de decenas de barcos tradicionales de madera (ahora motorizados y todos iguales) saliendo al mar a pescar. Personalmente tuve la suerte de alojarme durante mi tiempo en Bahrain en un espacioso ático que tenía estupendas vistas y desde el que pude disfrutar de la salida de los barcos a diario. Acercaos al centro financiero para haceros una foto en el Bahrain World Trade Center, las gigantescas torres gemelas triangulares con tres molinos eólicos en la mitad, instalados en los puentes que conectan ambos rascacielos. Sin duda, este es el símbolo de Bahrein.
Una visita a este país-isla merece también pasar unas horas en el Museo Nacional, un moderno edificio donde aprender la historia y tradiciones del país. Además, su restaurante sirve comida sana y de gran calidad a precios razonables. La sección que más me gustó del museo es aquella en la que se reconstruyen escenas de la vida cotidiana del Bahrein tradicional, con maniquíes y objetos reales, como el matrimonio, la escuela, la recogida del agua, y hasta un zoco entero tal y como era antes de que se descubriera el petróleo y llegara la modernidad al país. Por supuesto, las perlas ocupan un espacio importante en el museo, ya que antes del petróleo, Bahrein era conocido mundialmente por sus perlas de gran calidad. Desde el siglo II hasta inicios del siglo XX, esta fue una de las principales fuentes de ingresos de la isla. Por eso, la UNESCO también declaró a la industria perlífera tradicional como Patrimonio de la Humanidad. La mayoría de edificios protegidos se encuentran en la ciudad de Muharraq, de calles estrechas y mayoría chíita, encabezados por la fortaleza de Bu Mahir, desde donde zarpaban los barcos rumbo a los bancos de ostras. Cuando en 1914 estalla la Primera Guerra Mundial y el consumo de perlas (artículo de lujo) cae en picado, Japón empieza a desarrollar los cultivos de otras perlíferas. Estos dos eventos ponen fin de forma abrupta a esta industria, haciendo que la economía de Bahrein cayera en picado de cuya crisis solo se recuperó con el incio de la exportación de petróleo.
La comunidad del subcontinente Indio
No se puede entender Bahrein sin pasear por el barrio de la comunidad inmigrante de Bangladesh, la más numerosa en el país. Daos una vuelta por las animada calles del Manama Bangali Golli, el barrio frecuentado por la comunidad bangali y otras como la paquistaní, india, nepalí y de Sri Lanka. Cenad en el famoso restaurante Kiwi, muy popular entre esta comunidad. Evitadlo los fines de semana porque está siempre a tope. Aquí podréis degustar la manera bengali del arroz biryani con pollo, que yo pedí lo menos picante posible. También degustamos el cordero picante, aunque estaba demasiado fuerte para mi. De postre pedimos unos dulces que tienen expuestos en el mostrador bastante ricos, con sabor a coco.
Si preferís probar la comidad del subcontinente indio en un ambiente de lujo, dirigíos al Nirvana, el restaurante indio del Ritz-Carlton. El restaurante ofrece pocas mesas, en un entorno con luces bajas, decoración barroca y sobretodo, música tradicional del subcontinente indio en directo, con dos músicos tocando instrumentos tradicionales. Impecable.
Dicen que en Bahrain hay buena fiesta. De hecho, es donde cientos de Saudíes de la provicina oriental llegan cada fin de semana para pasarlo bien y poder escuchar música y beber algo de alcohol. Bahrein es el país del Golfo más liberal de todos. Aunque la verdad yo no salí de fiesta ni una vez. Me dejo eso pendiente, así como ver el famoso Árbol de la Vida en el desierto.