El conjunto de ciudades que conformar el condado de Miami-Dade son uno de los destinos turísticos más importantes del mundo. Su playa, así como el espacio natural de los Everglades, patrimonio de la UNESCO, son sus más importantes activos. Esto hace que la actividad acuática sea central para cualquier turista que llega a la ciudad. No en vano, Miami significa “agua buena” en la lengua de la tribu Tequesta.
Efectivamente, el agua está presente por todo lado. Las casas con embarcadero abundan, las islas artificiales y naturales son comunes y ver un puente levantado mientras un yate pasa por debajo es algo muy normal. En esta entrada, quisiera contaros algunas de las actividades relacionadas con el agua que podréis disfrutar durante vuestra estancia en Miami.
Lo primero: id a disfrutad de South Beach, una de las playas más famosas del mundo. Broncearse, alquilar una moto de agua, aprender kitesurf, jugar al voleibol en la arena o tomarse un cóctel son algunas de las típicas actividades aquí. El mar turquesa y los edificios art-déco de colores pastel garantizan una jornada estéticamente perfecta. No olvidéis la mítica foto con alguna de las coloridas casetas de madera de los socorristas que se encuentran en cada tramo. Aunque sin duda, lo más divertido es sentarse con unas buenas gafas de sol y simplemente observar a todo el que pasea. La variedad de la fauna de Miami Beach es tan grande que os mantendréis entretenidos por un buen rato.
Otra de las actividades típicas es relajarse cualquier tarde soleada en el magnífico parque del South Point, en punto más al sur de Miami Beach. Allí, además de los altos rascacielos y las agradables montañitas de césped perfectamente cortado, la mayor atracción es sentarse a eso de las cinco de la tarde a ver los enormes cruceros zarpar rumbo al Caribe o las Bahamas. Al ser el puerto de Miami el mayor de mundo en cuanto a número de cruceros, siempre encontraremos varios navegando por aquí. El parque bordea el gran canal que conecta al puerto con el Atlántico, por lo que cientos de personas se sientan en las rocas y el césped para despedir a todos los turistas que se asoman desde las barandillas de estos enormes buques. Por su tamaño parece que van despacio, pero al ver las olas que generan apreciaremos rápidamente su gran velocidad.
Tras la tarde en el parque, podréis recorrer las avenidas Collins o Washington, o dar un paseo por Ocean Drive o Lincoln Road: enseguida encontrareis agencias de aspecto algo cutre pero en las que se ofertan excursiones por Miami y la Florida a un precio más o menos razonable, dependiendo de vuestra habilidad para negociar, de cuantas excursiones compréis, de cuantos seáis o de lo simpáticos que caigáis al que las venda. Algunas de las excursiones más populares son la del paseo en barco alrededor de las casas de los famosos, que más adelante explicaré, o la de los Everglades. Aunque esta última es más bien a los bordes del famoso parque nacional, en concreto a una de las granjas de cocodrilos alrededor de la famosa Tamiami Trail, antigua carretera que atraviesa los Everglades, uniendo Tampa y Miami.
Si nos decidimos por la excursión de los Everglades, el autobús de la agencia nos dejará en una de estas granjas, donde podremos ver donde se crían cocodrilos para uso comercial (los del parque están protegidos). También nos harán un espectáculo con un cocodrilo más o menos amaestrado al que el guarda le meterá la mano en la boca entre otras cosas. De paso sacará serpientes, tarántulas, mofetas y alacranes. Todo vale para impresionar al público. Y también un bebé cocodrilo, no podía faltar. Pero el plato fuerte de la visita será un paseo en una de las lanchas que solo aquí se encuentran, con ventiladores gigantes en la parte de detrás que impulsan a estos botes a toda velocidad por las hierbas de los Everglades. Antes de iniciar la maquinaria nos entregarán unos tapones para los oídos ya que el sonido de los grandes ventiladores es muy molesto. Sus aspas nos impulsarán a través de las zonas de hierba baja, disfrutando de la velocidad, el viento y el paisaje, dando vueltas rápidas y desplazándonos de un lugar a otro en un abrir y cerrar de ojos. En las zonas con más vegetación la lancha va despacio, permitiéndonos apreciar a los cocodrilos, tortugas, peces y aves que pueblan esta zona exterior a los Everglades. En efecto, el uso de este tipo de lancha está prohibido en el parque nacional, por lo que estas granjas turísticas se sitúan justo en los bordes, donde si se permite el uso de estas lanchas rápidas.
Si nos decidimos por la excursión de los Everglades, el autobús de la agencia nos dejará en una de estas granjas, donde podremos ver donde se crían cocodrilos para uso comercial (los del parque están protegidos). También nos harán un espectáculo con un cocodrilo más o menos amaestrado al que el guarda le meterá la mano en la boca entre otras cosas. De paso sacará serpientes, tarántulas, mofetas y alacranes. Todo vale para impresionar al público. Y también un bebé cocodrilo, no podía faltar. Pero el plato fuerte de la visita será un paseo en una de las lanchas que solo aquí se encuentran, con ventiladores gigantes en la parte de detrás que impulsan a estos botes a toda velocidad por las hierbas de los Everglades. Antes de iniciar la maquinaria nos entregarán unos tapones para los oídos ya que el sonido de los grandes ventiladores es muy molesto. Sus aspas nos impulsarán a través de las zonas de hierba baja, disfrutando de la velocidad, el viento y el paisaje, dando vueltas rápidas y desplazándonos de un lugar a otro en un abrir y cerrar de ojos. En las zonas con más vegetación la lancha va despacio, permitiéndonos apreciar a los cocodrilos, tortugas, peces y aves que pueblan esta zona exterior a los Everglades. En efecto, el uso de este tipo de lancha está prohibido en el parque nacional, por lo que estas granjas turísticas se sitúan justo en los bordes, donde si se permite el uso de estas lanchas rápidas.
Repito que estas actividades son fuera del parque nacional. Por eso, merece la pena optar por adentrarse en los Everglades. Sin duda, es uno de los parques nacionales de los Estados Unidos más curiosos. Es sorprendentemente plano, la vegetación cambia en cuestión de pasos y los animales están a la vista de cualquiera. Es además un parque nacional enorme, con diversas entradas.
Sin lugar a dudas, la más popular es la conocida como Shark Valley, a la que se entra por el famoso Tamiami Trail. Si vais a visitar varias veces este parque nacional, lo mejor es comprar un pase anual de 25 dólares y así no pagar los 10 dólares que vale acceder cada vez en coche por las diferentes entradas.
En la entrada de Shark Valley podremos informarnos sobre el ecosistema de este parque natural en una pequeña cabaña. Los vigilantes del parque con gusto nos explicarán las diferencias entre caimanes y cocodrilos, además de otras curiosidades de la fauna del parque nacional. Y tendremos que decidir si coger un tranvía, ir a pie o alquilar una bici. En cualquier caso, el paseo será mejor entre los meses de diciembre a abril, que es cuando el clima es más fresco y soleado, y será cuando podamos ver a toda la fauna en movimiento, especialmente a los famosos “alligators” a los que prácticamente podremos tocar: pero no lo hagáis aunque parezca fácil. Está absolutamente prohibido aunque siempre hay algún listillo que se salta la norma. Por eso, las estadísticas muestran una muerte de turista a causa de ataque de cocodrilo al año.
Durante el paseo por la carretera central, no tengáis miedo de meteros en alguno de los circuitos por camino de tierra habilitados en algunos puntos. Recorren los “hammocks” que son los bosquecitos subtropicales típicos de los Everglades. Estos ecosistemas se forman cuando se da un pequeño aumento de la altitud del suelo en mitad del gran río cubierto de altas hierbas que son los Everglades. Y son bosquecitos muy selváticos donde incluso veremos algún cocodrilo en los agujeros en la piedra donde suelen descansar. Eso sí, si vais a partir de mayo, quedáis advertidos que la cantidad de mosquitos es enorme y que por mucha protección es casi seguro que os piquen mucho.
Al salir de esta entrada del parque, no volváis a Miami sin probar la comida Miccosukee. Si queréis saber más sobre que comen los indios nativos de los Everglades, clickad aquí.
No obstante, la entrada más espectacular y que permite cruzar un buen trozo de los Everglades hasta el mar es la conocida como Ernest Coe Visitor's Center. Para llegar hasta aquí, deberemos tomar la US1 hacia el sur desde Miami y llegar hasta Homestead, donde en una intersección se nos indicará perfectamente la carretera para llegar a esta entrada de los Everglades. Es importante recalcar que este recorrido sólo puede realizarse en coche puesto que no hay autobuses de agencias ni públicos que lo hagan.
En esta carretera camino al parque, no olvidéis una parada en Robert is Here, la frutería más famosa de la Florida. Aquí encontraréis fruta fresca del sur de la Florida, así como de todo el Caribe. Y también productos artesanales, siendo la estrella los deliciosos batidos naturales, como el de lima de los cayos, el de coco o muchos otros sabores. También son muy curiosas las mieles, sobretodo la de sabor a aguacate. Si tenéis niños lo pasará en grande además con la pequeña granja que tienen detrás. El curioso nombre del local se debe a que el dueño, Robert, harto de que legiones de turistas pasaran de largo con el coche, instaló enormes letras blancas en el techo de su frutería con las palabras “ROBERT IS HERE” para atraer al máximo numero de clientes. Y lo consiguió.
Tras refrescarnos en “Robert” nos adentraremos en el parque, y recordando el consejo sobre el pase anual que antes di, accederemos a una larguísima carretera de dos sentidos que tras casi hora y media de recorrido nos dejará en el mismo golfo de México. Nada más entrar, hay un gran museo explicativo del ecosistema de los Everglades, con grandes dioramas. Poco después, no olvidéis parar en el Royal Palm Visitor’s Center, donde poder realizar dos recorridos: uno en un camino de plataformas de madera por encima del agua, donde apreciar la fauna local. Y otro por un alto bosque de Gumbo Limbos, también conocido con el árbol del indio pelado. Se les llama así por el color rojizo de su tronco, similar a la piel de los indios, y la particularidad de que se cae de forma similar a la piel seca. Este paseo recorre, a través de un estrecho sendero, un buen conjunto de estos árboles tan característicos del todos los países bañados por el Caribe. Eso si, en días ventosos es más peligroso recorrerlo puesto que el sonido del aire en las guaridas de las diferentes serpientes y culebras nativas las altera, sacándolas de paseo nerviosas. Y el camino es tan estrecho que no será difícil encontrarse con una.
Siguiendo adentrándonos con el coche en el corazón de los Everglades, realizaremos otra parada en Pa-hay-okee Overlook, una plataforma situada en una de las mejores áreas para disfrutar de un paisaje de postal del enorme río de “sawgrass”, las típicas hierbas altas que cubren la enorme cantidad de água que fluye a lo largo de los Everglades hasta el mar. Las puestas de sol desde aquí son de película.
El final del recorrido será en el Flamingo Visitor’s Center, una pequeña marina donde alquilar botes, canoas o kayaks con los que recorrer los canales e islas protegidas de toda esta zona marina del parque nacional. Nosotros alquilamos una canoa porque llegamos tarde al circuito guiado. Y al soplar un viento considerable optamos por hacer caso al guía y no adentrarnos al mar. Mejor decidimos recorrer el canal que une el Bear Lake con el golfo de México. Remando, pudimos avistar un par de cocodrilos dormitantes, varios peces "voladores", algunas cuantas aves preciosas y la cola de un manatí. Si no somos muy duchos con los remos la inutilidad nos desviará de la línea recta y acabaremos incrustándo la canoa entre las ramas y raíces del manglar, pudiendo apreciar alguna que otra gran araña bien cerca. Por cierto, este es el mayor manglar del mundo protegido en el hemisferio norte.
El paseo es bastante agradable, sobretodo si os gusta remar. Incluso es muy recomendable pararse en una de las sombras de los manglares del borde del canal y organizar un improvisado picnic en el bote con todo lo que previamente hayamos cargado. Eso sí, hay que tener cuidado con las lanchas motoras, que si pasan demasiado rápido a nuestro lado, generan olas que pueden tumbar nuestra pequeña canoa.
-------------
Otra excursión agradable con la que pasar un día soleado en el agua es la de surcar Miami en un velero. Por alrededor de 20 dólares por persona, si somos un grupo de más de 15, podremos alquilarlo de 11 de la mañana a 6 de la tarde. Personalmente os recomiendo alquilar el velero de Otto. Su número de teléfono es el +1-804-240-4345. Este capitán vive en su velero y por tanto se lo conoce al dedillo. Es muy amable y accesible. Además, nos dejará su pequeña balsa con motor para poder desplazarnos en grupos pequeños durante el recorrido a las islas cercanas que no cuenten con puerto.
Normalmente, el paseo empieza en el embarcadero de la calle 17 con Purdy Avenue, en pleno Maurice Gibb Memorial Park de Miami Beach. Allí cruzaremos por medio de las islas Venecianas, Star Island, y también por islas Hibiscus y Palm. Vale la pena curiosear desde el barco las enormes mansiones de estas islas, muchas de las cuales son propiedades en las que viven cantantes como Gloria Stefan, Alejandro Sanz, Beyoncé, Ricky Martin, Julio Iglesias o Paulina Rubio, actores como Will Smith o Antonio Banderas y otros ricachones como el inventor del Viagra. Si os gusta la arquitectura, estas estructuras y sus jardines son dignas de ver, y si preferís el famoseo, pues también disfrutareis. Sin duda, en la bahía Vizcaína hay mucho que ver.
De ahí, saldremos al mar pasando por el impresionante Downtown de Miami, más bonito aún si cabe desde el mar, y por el moderno barrio financiero de Brickell. Tras las fotos pertinentes, seguiremos rumbo a Key Biscayne durante un rato. Finalmente anclaremos frente a la famosa "sand bar", o barra de arena, donde cientos de botes, yates y lanchas amarran también para beber, bailar, comer y oír música. Gracias al bote a motor que nos dejará Otto podremos desplazarnos rápidamente del velero a la barra de arena y allí, sin que casi nos cubra el agua, podremos bailar un rato mientras tomamos algo, al ritmo de las músicas de los diferentes barcos, predominando como no, los ritmos latinos. Sin duda, una experiencia muy “Miami”.
Anclados en medio de todo ese jolgorio, el capitán nos ayudará a asar en su pequeña barbacoa toda la carne, pescado o verduras que hayamos llevado en nuestras neveritas portátiles. Comed y bebed tranquilamente en el velero mientras observáis las fiestas que hay alrededor. O montad vuestra propia fiesta.
A la vuelta, Otto izará las velas y disfrutaremos de la velocidad del barco llevado por la fuerza del viento mientras nos aproximamos cada vez más a los rascacielos de la ciudad. Al cruzar el puerto nos encontraremos con los enormes cruceros a los que podremos admirar muy de cerca mientras alzan anclas y salen de Miami rumbo a sus respectivos destinos.
Antes de amarrar de nuevo, haremos un último anclaje enfrente de Flagler Memorial Island, una pequeñísima isla con un monumento en medio, dedicado al industrial que llevó el ferrocarril a Miami, y presidido por un obelisco blanco y cuatro estatuas dirigidas a los cuatro puntos cardinales, que representan las características de Miami Beach en forma de alegorías. La primera es la arquitectura, la segunda es la lectura, la tercera es la navegación y la última la prosperidad. En las playas de la isla también hay muchas barcas con gente que disfruta del sol y el agua, con bebidas y música o hacen picnic. Se puede jugar al voley playa o incluso muchos hacen hogueras, aunque es ilegal.
La isla, artificial también, era originalmente redonda y con cemento, pero la naturaleza pronto la llenó de arena y tierra. El mar y el viento trasladaron semillas de muchas especies de palmeras y arbustos que ahora cubren la isla. Por eso ahora su aspecto es mucho más salvaje.
Por supuesto, este itinerario es totalmente orientativo y Otto puede personalizaros la excursión como prefiráis. Sin duda, uno de los planes de domingo entre amigos más divertidos en la ciudad.
---------
Otra actividad con el agua como elemento central y muy recomendable para relajarnos tras una noche de fiesta en South Beach, es la Venetian Pool. Situada en el corazón de Coral Gables, muy cerquita del majestuoso hotel Biltmore, esta antigua cantera, de la cual se sacaron muchísimas piedras para las mansiones del barrio, fue reconvertida en una grandiosa piscina rocosa con una decoración imitando a Venecia, con casitas antiguas y hasta un puentecito. Diversas cascadas de diferentes tamaños, en las que podremos escalar, dispersan el agradable ruido del agua caer por toda la instalación. Incluso unas pequeñas grutas sirven de refugio a todo el que quiera bañarse pero no tomar el sol.
Hablando de tomar el sol, podremos optar entre una zona de arena o entre las diversas zonas de piedra donde tumbarnos. También hay hamacas de madera pero hay que alquilarlas. Y si lo que queremos es comer algo, lo mejor es llevarnos un picnic y tomárnoslo en el agradable patio con mesitas y sillas de hierro forjado y parasoles que hay en uno de los recovecos entre las casitas de imitación veneciana. Sólo aquí podremos comer, ya que en el resto de la piscina está prohibido.
Tal vez el gran inconveniente de esta instalación sea su alto precio, 11 dólares por persona. Pero para una vez no está mal. Además, el parking es gratuito, algo muy raro en el sur de la Florida. Si estamos cansados de la playa, esta será una muy buena opción.
Al lado de la Venetian Pool, y si no tenéis miedo a pasar vergüenza y queréis ahorraros los dólares, podéis intentar colaros en la grandiosa piscina del hotel Biltmore, poco vigilada. Es la más grande del territorio continental de los Estados Unidos, y aquí entrenó, entre muchos otros, el famoso Johnny Weissmüller, nadador olímpico y actor, protagonista de Tarzán, entre otras películas en blanco y negro. Aunque si os podéis permitir pagar una habitación en el hotel con más renombre de la ciudad, no hará falta que os coléis.
Por supuesto, este es sólo un botón de muestra de las muchísimas actividades relacionadas con el líquido elemento que Miami ofrece. Eso sí, no olvidéis la toalla y el protector solar.