San Agustín de la Florida, es la
primera ciudad de los Estados Unidos de América. Fue fundada para la Corona de
Castilla en 1565 por el caballero Pedro Menéndez de Avilés. Años antes, el
caballero Juan Ponce de León ya había realizado diversas incursiones por esas tierras sin
levantar ninguna fortificación estable.
Por tanto, casi cuarenta y cinco
años antes de que los conocidos Padres Fundadores establecieran la primera
colonia en Virginia, ya la Florida tenía una población europea fija. Por eso
tenía mucha ilusión en conocer la ciudad más antigua del país, excluyendo
claro está a San Juan, en el Estado Libre Asociado de Puerto Rico.Sin embargo, los estadounidenses
se han encargado de convertirla en un semi-parque temático. En serio, no se les
puede dejar nada histórico, porque lo comercializan y le quitan cualquier valor
educativo.
El caso es que llegamos bien de
mañana, después de casi 6 horas de viaje en coche desde Miami. Dejamos el coche
en el enorme parking oficial y entramos al edificio del Centro de Visitantes,
que cuenta con un mostrador de información, tienda de recuerdos y algunas
vitrinas con objetos originales de la época.
Al salir, nos fuimos directos al
Fuerte de San Marcos, el fuerte de ladrillo más antiguo del país. Fue
construido por los españoles entre 1672 y 1695 y es bastante bonito. Aunque a
un europeo o caribeño no le sorprenderá. Es pequeñito, pero eso sí, está muy
bien cuidado y su formas de picos sorprenden. Decidimos no entrar por los altos
precios y preferimos ver a los guardas, disfrazados con el antiguo uniforme
militar español, fingir sus turnos de vigilancia.
Volvimos de nuevo al pueblo y a
través de la antigua puerta de entrada cogimos la calle St. George, jalonada de
pequeñas casas coloniales de diferentes tipos con un sabor muy castellano. Allí
está la escuela de madera más antigua del país, otras casas que ahora son
acogedores bed&breakfast, restaurantes, tiendas, cafeterías, galerías de
arte... Hasta un molino de agua han reconstruido, pero eso sí, les ha quedado
bastante falso.
Como teníamos un poco de hambre,
entramos en la Spanish Bakery, un modesto local de piedra que imita las antiguas
cocinas, situado en un pequeño patio ajardinado. Nos llamó la atención que una
ciudad tan turística cuente con comida tan barata y sabrosa. Allí se ofrecían
empanadas, pan recién horneado, gazpacho fresquito, sopa de pollo y galletas
caseras. He de decir que el gazpacho estaba delicioso pero los trozos de las
hortalizas eran enormes.
Seguimos adelante hasta toparnos
con una sencilla casa que contaba con un fresco patio. Nos llamó la atención
que entre tanta bandera española y estadounidense ondeando en la calle St.
George de repente apareciera una griega. El caso es que nos encontramos por
casualidad en el Santuario Nacional Saint Photios de la Iglesia Ortodoxa Griega
en los Estados Unidos de América. Esto se debe a que el 1768, para cubrir la
necesidad de población, ya fuera con campesinos, obreros o sirvientes para la
casa, se trajo a decenas de habitantes de todo el Mediterráneo, siendo el grupo
más grande el de griegos. Por eso aquí está una pequeña pero bonita capilla,
con varias salas adjuntas donde se exponen elementos religiosos así como
históricos de esta comunidad. Muy curioso.
Seguimos andando hasta llegar a
la plaza de la Catedral, en medio de la gran King Street. Esta zona fue
renovada y ampliada en el siglo XIX, cuando llegó a esta ciudad el ferrocarril
del magnate Henry Flagler. Él mismo mandó construir diversos edificios para
convertir a San Agustín en un centro vacacional y residencial de considerable
tamaño. Destaca el suntuoso Hotel Ponce de León, construido en 1880 que ahora
es uno de las residencias de estudiantes más lujosas del mundo, perteneciente
al Flagler College. Muchísimos otros edificios de estilo europeo abarrotan esta
parte nueva de la ciudad. Por ejemplo el Lightner Museum, antiguo Hotel
Alcázar, donde además de varios muebles de época y colecciones de mármoles y
etiquetas de cajas de puros, nos espera una recreación más o menos aceptable de
algunos salones de la Alhambra.
Cruzamos toda esta área y
llegamos hasta la calle más antigua del país: Avilés Street. Vimos las casitas,
los jardines y las callejuelas y como hacía tanto calor decidimos volver hacia
el parking para seguir nuestro viaje. Eso sí, no sin antes pasar por la curiosa
Calle Sita.
Antes de abandonar este curioso
municipio pusimos rumbo a una de sus más célebres atracciones turísticas: la Fountain
of Youth, de casi 500 años de antigüedad. De este surtidor natural sacó agua el
caballero Ponce de León, y aún hoy en día se sirven vasos del agua sulfatada
que sale de allí. Hay también una recreación de un poblado indígena y se enseña
el punto exacto donde el caballero castellano desembarcó cuando llegó a estas
tierras. Sin embargo, no quisimos pagar los 12 dólares que costaba entrar a
este complejo pseudohistórico. Así que no puedo contaros con exactitud si vale
o no la pena.
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