Copán
Si uno solo pudiera ir a un lugar de Honduras, debería ser a Copán, sin ninguna duda. O más específicamente a Copán Ruinas, municipio con un alto desarrollo de infraestructuras turísticas, que atrae a miles de visitantes al año por su bellísimo centro arqueológico. Aquí podréis disfrutar de un agradable pueblo colonial centroamericano, restaurantes y cafeterías decentes donde degustar la gastronomía y productos locales, hoteles de estándares internacionales, un parque de aves exóticas rescatadas de traficantes, y, por supuesto, del mejor conjunto escultórico maya del mundo, en el sitio arqueológico maya anexo, declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1980.
Eso sí, la llegada a Copán Ruinas es pesada: más de siete horas en coche desde Tegucigalpa, y algo menos de cuatro si lo hacéis desde San Pedro Sula (los dos aeropuertos hondureños más cercanos). Y eso con suerte que la carretera no esté cortada por protestas o no haya atascos. Muchos turistas llegan directamente desde Guatemala, cuya frontera se encuentra a menos de media hora.
El pueblecito, de calles empedradas y casas de tejas rojas es perfectamente caminable. Casi todos los restaurantes y tiendas se encuentran en las calles que salen del Parque Central, aunque hay lugares de interés en los que hace falta coche para llegar, que os cuento enseguida.
Pero antes, consejos para comer y beber en el pueblo: hay varias opciones interesantes. La primera es el Tea & Chocolate Place. Nadie puede pasar por Copán si tomarse un chocolate aquí. Además de servir chocolate a la manera de los mayas, también venden tabletas de varios tipos, infusiones, jabones, productos de belleza y algunos snacks caseros ricos. Disfrutad de vuestra consumición en el maravilloso balcón y sus sofás. Solo abren por las tardes, de 2pm a 6pm. ¡Una pena que tengan un horario tan restringido!Para comer, La Casa de Todo está muy bien, sirve recetas locales e internacionales, con pollo maya (con salsa de cacao) y pollo con salsa de flor de izote (que solo se usa en esta parte de Honduras) entre otras delicias. También podréis degustar la famosa horchata hondureña (a base de arroz y canela) o la versión que aquí le añaden cacao que está aún más deliciosa.
Finalmente, si preferís algo más europeo, el Café San Rafael ofrece una interesante selección de vinos así como una carta de platos de quesos y de bocadillos tostados con quesos y fiambres. Perfecto para una cena informal entre amigos.
Para dormir, optamos por el Hotel Marina Copán, un maravilloso conjunto de estructuras coloniales con una agradable piscina en medio donde refrescarse tras un día de aventuras y un desayuno aceptable.
Sitio maya de Copán
La razón principal para venir hasta este remoto lugar de Honduras es este sitio patrimonio de la humanidad. A algo menos de un kilómetro del centro del pueblo, se pueden visitar las ruinas de Copán, una ciudad-estado maya fundada por una dinastía llegada de Tikal, y que tuvo 17 reyes hasta que colapsó en el siglo IX debido a una enorme sequía que la dejó sin agua y alimentos suficientes para sus casi 30,000 habitantes. Quedó abandonada y pocos agricultores quedaron viviendo en sus alrededores, cubriéndose los templos y palacios por la selva. Sus ruinas fueron descubiertas en 1570 por Diego García de Palacios, y fijadas en un mapa por Juan Galindo, aunque se se excavaron mucho más tarde por arqueólogos franceses y británicos (en el siglo XIX) así como por expertos de la Universidad de Harvard. Los vestigios de la ciudadela y las imponentes plazas públicas son exponentes de las tres etapas principales de desarrollo de esta ciudad, antes de que fuese abandonada a comienzos del siglo X.
La importancia de esta ciudad-estado maya radica en el hecho de que fue la más importante de la etapa clásica de esta civilización, siendo su capital cultural y una gran potencia económica y militar. De hecho, los historiadores se refieren a la misma como la "Atenas" maya. Las pirámides no son tan majestuosas como las de Tikal, en Guatemala, pero las increíbles esculturas y jeroglíficos que aquí se pueden ver son únicas.Recomiendo dedicar una mañana o tarde a visitar las ruinas, y otra a visitar su museo de esculturas, para disfrutarlo con más tranquilidad. La visita a las ruinas es muy recomendable hacerla con algún grupo guiado, ya que se aprovechará mucho mejor.
Cuidado en el camino principal pues hay un tramo lleno de chapulines gigantes que vuelan y dan un poco de cosa (saltamontes), aunque son inofensivos. Pero les gusta subirse a las camisetas y pantalones, y son diez veces más grandes que en Europa. También veréis algunos mamíferos salvajes merodeando, como los graciosos e inofensivos tapires.
Los diferentes lugares de la ciudad son maravillosos, desde el complejo palaciego al gran patio de audiencias (o patio de lo jaguares) con estatuas de estos animales, donde se sacrificaba a uno de ellos cada vez que se entronizaba a un nuevo rey. Los templos tienen 17 alturas, una por cada rey, que construía una nueva plataforma encima de los existentes (aunque muchas están ahora enterradas). Es importante ver algunas ilustraciones que recrean la ciudad para hacerse una idea de cómo era, especialmente teniendo en cuenta que el color original de las pirámides era de las pinturas blanca y roja que las cubrían.
Pero la mejor estructura es el impresionante juego de la pelota, con cabezas de guacamayas ejerciendo como postes para marcar puntos en un juego que solo podían usar los codos, la cadera y las rodillas del lado derecho. La pelota era el símbolo del sol, y tenían que lograr que tocara en alguna de las cabezas de piedra de guacamayo de su lado correspondiente. Los guacamayos eran considerados animales sagrados, intermediarios entre el mundo terrenal y el celestial. Hoy, estas aves son símbolo nacional de Honduras. Tras el programa de recuperación, ahora vuelven a volar libremente por las ruinas como en los tiempos de los mayas, lo cual es una maravilla. Ver a estas enormes aves y su bello plumaje rojo atravesar las altas palmeras entre pirámides no tiene precio.
Además del juego de la pelota, justo enfrente se encuentra la famosa escalinata de los jeroglíficos, escultura que resume la historia de la dinastía de reyes de Copán, y conjunto escrito más amplio encontrado de esta civilización. Actualmente se encuentra cubierta por una enorme lona, y los japoneses han prometido invertir en una cubierta que siga protegiéndola de la lluvia pero permita admirarla de mejor manera (quizá transparente).Finalmente, la Gran Plaza de las Estelas ofrece estatuas de uno de los reyes, Humo Imix, en sus diferentes facetas: sumo sacerdote, general militar, científico... también encontramos altares y hasta una roca para sacrificios humano, con los canales por los que corría la sangre hacia las vasijas ceremoniales del capitán del equipo perdedor en el juego de la pelota.
Actualmente, equipos de arqueólogos japoneses y también chinos, continúan excavando en los alrededores, ya que hay certezas de que cientos de estructuras, esculturas y artefactos se encuentran aún enterrados en la zona. Es una pena la baja seguridad del lugar, ya que se siguen produciendo robos y saqueos de elementos patrimoniales y tumbas.
En el museo anexo a las ruinas destaca la réplica del templo de Rosalila, impresionante, y pintada como lo estaba la original, así como decenas de esculturas originales de edificios del lugar que se han resguardado bajo techo aquí para evitar más deterioro por su exposición a la lluvia y el sol. Me llamó mucho la atención una escultura a un funcionario o escriba, que me recordó a las egipcias que he visto en algunos museos. Al final los humanos no somos tan diferentes...
Alrededores de Copán Ruinas
Antes de terminar esta entrada, os recomiendo dos lugares cerca de este pueblo hondureño que también merece la pena visitar:
El primero es el Macaw Mountain Bird Park, una reserva privada para salvar a los guacamayos centroamericanos, así como otras aves tropicales nativas, como los tucanes o los loros. Esta fundación los rescata y entrena para volver a vivir en la jungla. Las van alimentando con frutas tropicales para que luego las busquen. De hecho, en muchos carteles se advierte de no hablar a las aves para evitarles recordar sus traumas con humanos cuando les entrenaban para repetir frases y palabras.
Muchas se encuentran en enormes jaulas donde pueden volar y recuperarse del trauma de haber vivido sin otras aves o encerradas en pequeñas jaulas, mientras que los más recuperados se crían en libertad y es posible tomarse fotos cerca de ellos. Es una pena porque algunos nunca podrán volver a vivir en libertad, debido a su nulo desarrollo psicológico por haber vivido siempre solos y encerrados. Algunas aves llegan tan estresadas al refugio que incluso no tienen apenas plumas, que se arrancan de la ansiedad. Fue el caso del "Pollo Rey", que ahora está mucho más recuperado, con casi todo su plumaje, aunque nunca podrá volar de nuevo ni vivir en la jungla. También se puede ver un criadero de guacamayos, con incubadoras que muestran a estas aves en sus diferentes fases de crecimiento.
El segundo lugar es la Hacienda San Lucas: enclavada en una colina con preciosas vistas del valle, nada mejor que subir hasta aquí para disfrutar de la puesta de sol desde su terraza con alguno de sus excelentes cócteles de autor como el de sandía. También ofrecen alojamiento, clases de yoga y meditación en una maravillosa pérgola al aire libre rodeada de cortinas blancas así como cenas en el jardín a la luz de las velas.
Copán Ruinas es, en definitiva, un destino hondureño estupendo al que merece la pena ir aunque sea más complejo de acceder que otros. No os arrepentiréis.
Imprescindible
BEBER
Chocolate como lo hacían los mayas en Tea & Chocolate Place.
Horchata con cacao en La Casa de Todo.
Cóctel de sandía en la Hacienda San Lucas.
COMER
Empanada de plátano macho rellena de frijoles refritos en Tea & Chocolate Place.
Pollo maya con salsa de flor de izote en La Casa de Todo.