Una joya al lado de Milán
Todo el que haya vivido o visitado Milán sabe que una excursión obligatoria en un día soleado será la vecina pequeña pero bellísima ciudad de Bérgamo, corazón de la Lombardía. A pesar de que la ciudad es conocida por el aeropuerto de Orio al Serio y casi todo el mundo la tiene como de paso, lo cierto es que su arquitectura e historia la hacen merecedora de una visita. Desde Milán es muy fácil llegar en tren si lo tomamos desde Milano Centrale.
Una vez se llega a la estación ferroviaria de Bérgamo, paseamos a lo largo del viale Giovanni XXIII, luego Viale Roma y finalmente Vittorio Emanuele II, por la agradable ciudad baja hasta llegar a la estación del tradicional funicolare que nos llevará hasta la ciudad alta, en concreto a la piazzetta Luigi Angelini.
Los casoncielli
Nada más llegar a la ciudad alta nos metimos en un local a disfrutar unos deliciosos casoncelli, el ravioli típico de Bérgamo, rellenos de una masa de carne picada de vacuno, salami, miga de pan, huevo, grana padano y diferentes hierbas aromática, con la pasta en forma de media luna. La salsa que los acompaña es a base de mantequilla con salvia, panceta y grana padano. De sabor contundente, nos llenó, ya que sus ingredientes contienen mucha grasa.
Con las energías recargadas, nos dirigimos a dar una primera caminata por las empinadas callejuelas de la ciudad alta, que nos transportarán cientos de años atrás, a la época en la que Italia estaba dividida en decenas de reinos, ducados, repúblicas y ciudades-estado. Bérgamo pasó por manos milanesas, venecianas y austríacas. Finalmente, Garibaldi la reincorporó al nuevo Reino de Italia en 1859. Actualmente Bérgamo es conocida por su riqueza (las grandes y lujosas residencias así lo atestiguan) así como por su alto porcentaje de voto a la derechista Liga Norte, siendo uno de sus bastiones.
Paseando por la Ciudad Alta de Bérgamo
Nos perdimos por las bellas calles, metiéndonos en antiguos seminarios y conventos, con apacibles claustros. Paseamos también por sus bellas murallas, construidas por los venecianos, y desde las que disfrutamos de unas maravillosas vistas de los Alpes nevados. Bérgamo es básicamente arquitectura renacentista, con numerosos elementos góticos en el interior de algunas de sus iglesias. Dando vueltas al azar por sus calles llegamos al corazón de la ciudad alta: la Piazza Vecchia, con el Palacio della Podestà, su Campanone y la torre del Comune presidiéndola, con el escudo de la Serenísima República Veneciada (el famoso León) grabado en piedra en la fachada del Palacio della Ragione (uno de los ayuntamientos más antiguos del mundo), así como el bello Palacio de la Biblioteca en el otro lado y la fuente de los sedientos leones. Artquitectos de todo el mundo y de todas las épocas han alabado la belleza de esta plaza. De hecho, para Le Corbusier, por ejemplo, la Piazza Vecchia de Bérgamo es la más hermosa de Europa.
Detrás, pasando por debajo de las arcadas del Palacio della Ragione, llegamos a la plaza contigua del Duomo, sonde se encuentran por un lado la bella catedral de San Alessandro, de fachada neogótica, aunque con estructura original románica. En el interior apreciaremos la decoración con mármoles de todos los colores Justo enfrente está el bello baptisterio del siglo XIV, separado. Y presidiendo la plaza se encuentra la capilla Colleoni, mandada construir por el capitán veneciano Amadeo Colleoni para guardar sus restos mortales así como los de su hija. La bellísima cúpula octogonal de la capilla así como su fachada de rombos a base de mármoles policromados y el rosetón le hacen competencia a la fachada de la catedral casi convirtiendo a la capilla en la auténtica protagonista de esta bella plazoleta. Por último, entre la catedral y la capilla, se encuentra la basilica de Santa Maria Maggiore, con un bellísimo interior abarrotado de gigantescas pinturas de santos e imágenes bíblicas. Mientras visitábamos esta plaza cargada de edificios religiosos nos encontramos con una pareja de recién casados haciéndose una sesión de fotos en un bello coche de época.
A mitad tarde el hambre apareció de nuevo. En la via Bartolomeo Colleoni nos topamos con Il Fornaio, un local del que salia un delicioso olor y que exponía en sus escaparates pizzas cuadradas recién hechas de diferentes sabores. Entramos y yo me compré un trozo de la de mozzarella, que estaba buenísima. Y de postre una polenta e osèi, el típico postre de Bérgamo hecho a base de lo que ellos llaman como pan di Spagna (un bizcocho particular con chocolate) cubierto de polenta (una especie de mazapán a base de harina de maíz) y un chocolate en forma de pajarito. Lo podréis encontrar en todos los hornos de la ciudad.
De ahí visitamos el Palacio della Podestà, que tiene unas salas dedicadas a explicar la etapa veneciana de la ciudad de Bérgamo, y luego subimos a la torre cívica, conocida como el Campanone, para disfrutar de unas magníficas vistas de toda la ciudad y de la gran llanura lombarda así como de la cúpula y campanario renancentista de la capilla Colleoni. Por cierto, con la entrada combinada que se compra en este palacio podremos entrar a muchos más museos, conventos, el castillo y palacios con un paquete a 11 euros. Seguimos por la bellísma via Gombito, donde se encuentra la plazuela del Mercato della Scarpe, la bellísima y decimonónica pastelería Cavour o un antiguo mercado cubierto donde ahora se puede hacer un elegante aperitivo antes de la cena, al igual que se hace en casi todo el norte de Italia.
Conventos y el castillo
Luego visitamos el convento de San Francesco, expropiado a la Iglesia en el siglo XIX y ahora sede de la fundación Bérgamo nella Historia donde hay exposiciones temporarias muy interesantes, además de contar con dos claustros muy agradables, uno de los cuales con unas relajantes vistas a los Alpes. Ese día se producía una exposición de arte contemporáneo de un bergamasco que a través de productos considerados como "basura" reproducía cuadros y esculturas inspiradas en la iconografía del África negra.
Finalmente acabamos yendo al castillo de la ciudad, la conocida como Rocca, donde se encuentran diversos artefactos militares incluído un tanque utilizado en el desierto del Sahara durante la Segunda Guerra Mundial. Entramos a ver otro museo, esta vez de la era de los siglos XVIII y XIX. Luego subimos hasta la cumbre del castillo, donde hay una pequeña capilla de estilo romano (ya que en esta cima nace la ciudad romana) y el torreón más alto. Mientras admirábamos esta perspectiva de la ciudad y el valle empezaron a sonar las campanas de todas las torres, creando un momento difícil de olvidar, con una gran bandera italiana ondeando al viento.
Como ya empezaba a anochecer, empezamos a descender a la ciudad baja, a través de la bella puerta de Sant'Aggostino, bajando por las murallas. Lástima que me quedé sin visitar la Academia Carrara (llena de cuadros de pintores estupendos) ni la Biblioteca, que estaba en obras. Bérgamo es una auténtica belleza, perfecta para pasar un dia soleado de primavera.
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