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divendres, 10 d’octubre del 2014

Amberes

Amberes - o Antwerpen en neerlandés - es sin duda la ciudad más cosmopolita de Bélgica. Más de 170 nacionalidades se encuentran registradas en el Ayuntamiento de esta ciudad. La diversidad se nota nada más llegar, al pasear por sus calles. Por ejemplo, hay restaurantes de todo tipo: tailandeses, etíopes, nepalíes, mexicanos, vietnamitas o peruanos. Hay incluso una cadena de helados australianos presente en varias zonas de la ciudad. Este cosmopolitismo viene de lejos: de hecho, Amberes organizó los Juegos Olímpicos de 1920 y en 1928 inauguró el primer rascacielos de Europa, de 27 plantas.

Al estar viviendo en Brujas, lo más cómodo para llegar fue tomar el tren directo que une Brujas con Amberes y tarde algo más de una hora. La llegada a la estación impresiona. Según Newsweek, es una de las más bellas del mundo. Construida en 1905, la grandiosidad de su lobby nos dejó impresionados. 

Salimos y dando un agradable paseo remontamos por la animada Meir, una calle peatonal donde se encuentran las tiendas de ropa de las principales cadenas internacionales. No olvidemos que Amberes es una gran capital de la moda. Lástima que no nos dió tiempo a visitar su famoso "fashion district". 

Como era el dia de los monumentos abiertos en Flandes, nos topamos con que el normalmente cerrado al público palacio Paleis op de Meir estaba abierto. Este señorial edificio, construído en el siglo XVIII, sirvió como residencia oficial a Napoleón durante su estancia en la ciudad en 1811. Asimismo, fue residencia también de la familia real belga. Su gran salón de los espejos aún conserva una gran elegancia y grandeza barroca. 

Seguimos caminando hasta llegar a la Grooenplats, donde se encuentra la estatua del que tal vez sea ciudadano más famoso de Amberes: Pedro Pablo Rubens. Además, la impresionante catedral aparecía ante nosotros. Continuamos por un callejón hasta llegar a la triangular Handschoenmarkt, donde pudimos admirar la elegancia de la gran catedral de la ciudad, en neerlandés: Onze-Lieve-Vrouwekhatedraal, la más grande de los territorios de habla neerlandesa. En su interior, además de su grandiosidad arquitectónica, encontraréis cuatro obras maestras de Rubens, destacando el bello y gigantesco tríptico "La elevación de la cruz", una de las obras maestras del pintor con un gran movimiento, tensión, geniales claroscuros y un uso del color fascinante.

Tras la visita al bello templo, seguimos hasta llegar a la Grote Markt, con el bello ayuntamiento, con influencias arquitectónicas flamencas e italianas, lleno de banderas de todo el mundo y presidido por un elegante escudo de los Habsburgo españoles y una bella estátua de la Virgen María. Este edificio es patrimonio de la humanidad UNESCO junto con otras muchas torres de toda Flandes, como la propia torre de la catedral de Amberes, el belfroi de Brujas o Ypres o el campanario de Gante. 

En mitad de la plaza está la fuente de Silvio Brabo, el mítico legionario romano que mató a Druon Antigoon, un gigante. Cuenta la leyenda que este gigante controlaba la Escalda (la enorme entrada de mar que conecta Amberes con el Mar del Norte. Allí, obligaba pagar peaje a todos los capitanes de barco. Este problema se solucionó cuando el legionario Brabo mató al gigante, le cortó la mano y la arrojó al río. En neerlandés, lanzamiento de mano se dice "hand werpen" y de ahí deriva el nombre de la ciudad y su símbolo; una mano.

Tras el paseo por la bella plaza, nos hicimos fotos con uno de los antiguos "autobuses" de la ciudad que aún circulan - carros de dos pisos tirados por un percherón y decorados con publicidad del siglo XIX. Luego seguimos por la calle Hoogstraat, llena de restaurantes internacionales, hasta llegar a una de las grandes joyas de la ciudad: el Museo Plantin Moretus. Un primer dato señala su importancia: fue el primer museo en ser declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. ¿Porqué? Originalmente, esta bella y enorme casa-taller fundada por el impresor Christoffel Plantjin y luego heredada por su yerno Jan Moretus. Ambos fueron los pioneros en utilizar la imprenta de manera masiva - proto-industrializada- convirtiéndose en unos de los editores más importantes de la época. De hecho, en los talles podréis admirar las más antiguas prensas del mundo, así como una extensa colección de material tipográfico. Las bibliotecas contienen numerosas joyas, entre las cuáles se encuentra la Biblia de Gutenberg, la Biblia Regia en cinco idiomas del siglo XVI, numerosas pinturas y dibujos de Pedro Pablo Rubens así como numeros libros de anatomía, descripción de hierbas y manuales geográficos que en la época fueron auténticos tesoros, tanto por su gran calidad como por su altísimo valor económico e informativo. Por último, también podremos recorrer las bellas estancias de la mansión, incluyendo los elegantísimos salones - muchos de ellos con bellas bibliotecas y exhuberantes tapices -, la cocina, los pasillos y las habitaciones privadas, que aún huelen a piel, ya que las paredes están cubiertas de cuero de Córdoba - unas finas capas de piel de alta calidad decorada con motivos geométricos y florales así como escudos-. Esta decoración fue muy popular en Flandes durante el siglo XVII.

Tras tanta historia, cultura y arte, el hambre apareció. Así que entramos en De Groote Witte Arend, un restaurante de comida tradicional flamenca. Allí, en un ambiente muy confortable pedimos la cerveza local, llamada Bolleke Koninck, de un color ámbar y un sabor con cuerpo muy agradable. Con las cervezas nos sirvieron unas croquetas de patata de cortesía. Para comer, pedimos un delicioso plato de jugoso conejo con salsa a base de cerveza Westmalle - realizada por monjes trapistas en una abadía muy cerca de Amberes -. Como acompañante, nada mejor que el tradicional stoemp, un puré de patatas casero con trozos de jamón y queso y un delicioso toque de limón. 

Como ya era algo tarde, decidimos darnos prisa para poder visitar la Casa-Museo de Pedro Pablo Rubens, diplomático y el pintor más famoso del barroco flamenco. Sin embargo, en Bélgica todo cierra muy pronto, normalmente a las cinco de la tarde. Y el problema es que a las cuatro y media ya no nos dejaron comprar la entrada. Así que tocará volver para poder visitar esta casa-museo. 

Decepcionados por no haber podido visitar más cosas, nos compramos un helado australiano con sabor a crema de speculoos, la galleta belga por excelencia, a base de huevos, harina, azúcar moreno, canela, nuez moscada, jengibre, clavo, cardamomo y pimienta blanca. Degustando el helado llegamos a la bella estación y nos subimos en el tren para volver a Brujas. 

Amberes es además capital mundial del comercio de diamantes, Multitud de tiendas se agolpan en los alrededores de la estación. Este es uno de los últimos recuerdos que me llevé de una ciudad a la que sin duda volveré, para poder conocer sus otros museos, su barrio de la moda, y sobretodo, su afamada vida nocturna. 

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