La península de Samaná
Peleada por varias potencias, a Samaná llegaron más de 5,000 esclavos libertos desde Estados Unidos, en 1830, invitados por Haití para establecerse aquí, junto a colonos franceses, indemnizados por la expropiación de sus latifundios haitianos. También colonos españoles llegaron en 1861, cuanto la República Dominicana volvió a integrarse al Reino de España durante unos años. Por tanto, la península constituye un universo en sí mismo bastante diferente al resto del país, con una mezcla de culturas y etnias que hace a sus habitantes únicos.
Tradicionalmente aislada por no contar con buenas carreteras, Samaná ofrece las mejores playas del país que además siguen aún libres del modelo de turismo masivo de otras zonas como Bávaro o Punta Cana. Ahora está masificándose poco a poco debido a la nueva carretera que ha acortado el viaje desde Santo Domingo de cinco horas a solo dos, pero la falta de grandes resorts mantiene aún preservada la autenticidad de la península. En temporada alta, de enero a marzo, la zona se llena de turistas que buscan ver el paso de las ballenas jorobadas en su ruta migratoria para aparearse en la bahía de Samaná. En el resto de meses el precio de los alojamientos cae y los restaurantes y excursiones suelen estar medio vacíos, pese a que suele hacer buen tiempo durante gran parte del año. Por eso es la opción preferida por los turistas expertos, que huyen de los paquetes masivos de otras zonas.
Santa Bárbara de Samaná
Capital provincial y ciudad aletargada, cuenta con un agradable malecón y su puente característico que une uno de los islotes de su bahía para que los peatones disfrutemos de un agradable paseo, preferentemente durante la bella puesta de sol.
A lo largo del paseo marítimo, se encuentran desde bares cutres y ruidosas mini-discotecas, hasta restaurantes elegantes que podríamos ver en Ibiza o cualquier isla griega. Para desayunar hay bastantes lugares agradables frente a la bahía donde degustar un buen mangú tres golpes, que consiste en mangú (plátanos verdes luego de ser hervidos en agua con sal machacados con un poco de mantequilla, que lleva por encima cebolla sofrita en aceite y vinagre) acompañado de salami dominicano, huevos fritos y queso dominicano frito. Las cenas también son estupendas: el malecón también es un buen sitio para probar el lambí, un caracol marino típico del Caribe que se prepara aquí al coco o guisado, pero personalmente no me gustó su textura, demasiado cartilaginosa. En cualquier caso, un buen lugar para cenar es el restaurante Santa Bahía, con decoración estupenda y platos internacionales.
Es una ciudad útil como base para descubrir la península por estar en el centro de la misma y contar con tiendas y servicios que cubrirán la mayoría de nuestras necesidades. Nosotros alquilamos un agradable casa con jardín al lado del paseo marítimo bastante tranquila.
Parque Nacional de los Haitises y Cayo Levantado
Una excursión popular de un día desde Santa Bárbara de Samaná es ir en barco a explorar el Parque Nacional de los Haitises, con sus pequeñas islas cubiertas de jungla y sus tupidos manglares con ríos de agua transparente. Las excursiones incluyen visitas guiadas a cuevas con pictogramas taínos, mucho menos impresionantes que en otros lugares como las cuevas de El Pomier, aunque igualmente interesantes. Eso sí, las cuevas son espectaculares como elementos naturales.
Si sois hábiles, podréis conseguir la excursión por unos 3,000 pesos dominicanos, incluyendo barco, guía por el parque, refrescos y agua durante la travesía; y comida luego en Cayo Levantado. El único problema es que suelen volverse muy pronto, alrededor de las 15:30, por lo que no da mucho tiempo a disfrutar de la playa de Cayo Levantado, que por cierto, tampoco nos gustó demasiado: estaba a reventar de gente con música a toda pastilla y griterío de niños y adultos.
La comida fue pasable, pero tampoco hay otras opciones en el cayo. Se sirve en un restaurante de playa en mesas comunales tipo pequeño buffet. Mi consejo es que prioricéis las playas de Las Galeras y Las Terrenas, mucho mejores, y evitéis Cayo Levantado si es posible.
Playa RincónUna de las mejores playas en las que he estado en mi vida: tres kilómetros de fina arena blanca con agua transparente a temperatura ideal con un tupido palmeral como telón de fondo donde tumbarse en su suave arena a descansar a la sombre si nos cansamos del sol tropical. La mayoría de historiadores coinciden que aquí desembarcó Colón por primera vez. El lugar es, simplemente, inolvidable, y debería ser la prioridad de cualquier viaje a República Dominicana.
Es suficientemente grande como para poder tener la sensación de estar casi solos, excepto en uno de los extremos donde está Caño Frío, un impresionante río de agua dulce color esmeralda ideal para quitarse la sal marina tras un día de playa. A los residentes y visitantes les encanta refrescarse aquí, antes o después de disfrutar de pescado y langosta fresca cocinados a leña en fogones cercanos por múltiples vendedores de comida. Al nuestro le agregaron una excelente salsa de coco fresca que hicieron delante nuestro. Por cierto, de las mejores comidas que disfrutamos en República Dominicana, y a precio de risa.
En definitiva, una playa perfecta donde hubiera pasado no un día, sino varios.
Punta Cana y Bávaro
Error de bulto pero que no podía evitar: tras los días de estrés por el trabajo y de recorrerme la península de Samaná el fin de semana, decidí acabar el viaje en un resort todo incluido de Punta Cana. Me sorprendieron las grandes autopistas que hay alrededor, la cantidad de cadenas internacionales, tanto de hoteles como de restaurantes, y lo diferente que es del resto del país. En muchos sentidos me recordó a partes de la Florida más aburrida, prefabricada y homogénea.
Eso sí, me quedé en uno "Only Adults" de Meliá The Level que es "wellness inclusive" con gimnasio, yoga, meditación y un estupendo Yhi Spa con circuitos de agua relajantes. Y comida detox aunque no tan sana como me hubiera esperado. Pero en cualquier caso, una jaula dorada que podría haber estado perfectamente en cualquier otro país del mundo. La desconexión del resort respecto al país real es total.
La playa de Punta Cana me decepcionó mucho, especialmente tras la maravilla de Playa Rincón. Nunca se me ocurriría cruzar el océano Atlántico para esto, honestamente. Reitero: si vais a República Dominicana, priorizad Samaná para disfrutar del Caribe más impresionante y más real, con sus paisajes, playas, sabores y sobre todo, su gente. No os arrepentiréis.
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