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dimecres, 25 de juny del 2025

Burgos

La antigua capital de Castilla

Burgos es una ciudad que siempre he tenido en el radar, tanto por su catedral como por el cercano sitio de Atapuerca, ambos patrimonio UNESCO de la Humanidad, así como por su famosa morcilla de arroz. El caso es que finalmente pude visitarla a finales de este invierno y por supuesto, lo primero que hice fue un tour guiado para entender mejor su historia antes de disfrutar de su imponente catedral.

Cruzad al norte del río Arlazón por el puente de Santa María, para llegar al casco antiguo, muy austero. Entrad por el elegante arco de Santa María, entrada principal de la antigua ciudad y parte de las murallas del siglo XIV. En el arco veréis representados personajes como el rey Carlos V o El Cid, entre otros. Donde antes se encontraban las murallas está el paseo del Espolón, bulevar decimonónico construido por orden del rey Carlos III de Borbón en el siglo XVIII.

El templo se encuentra en el corazón de la ciudad y no por casualidad: Burgos es una ciudad fundada por los cristianos en el año 884, cuando el rey Alfonso III de Castilla envía a Diego Porcelos a levantar una fortificación aquí que defendieran a varios villorrios cercanos ("burgos"). Estratégicamente situada entre los dominios musulmanes y los reinos de Castilla y Navarra, Burgos empezó a crecer y ya en 1038 el rey Fernando I la eligió como capital de Castilla y poco después empezó a construirse su catedral. Burgos fue capital hasta 1492, cuando la reina Isabel la trasladó a Valladolid. De esta época vale la pena acercarse a la Casa del Cordón, un elegante palacete donde los Reyes Católicos recibieron a Cristóbal Colón tras su segundo viaje. En este casoplón renacentista también murió el rey Felipe El Hermoso. Por cierto, Franco también hizo de Burgos su capital hasta el final de la Guerra Civil cuando conquistó Madrid. Una de las pocas cosas que quedan de ese pasado es la gigantesca estatua romantizada de El Cid que instalaron las autoridades y que el propio dictador inauguró.

La capitalidad no le duró mucho ya que unas décadas después pasó a ser Toledo. Aún así, Burgos siguió creciendo como parada de los peregrinos del camino de Santiago, como centro comercial y con las manufacturas de lana. Este trasiego de visitantes e incremento de riquezas por el comercio hizo que se pudiera atraer y pagar a arquitectos franceses y alemanes para erigir su imponente catedral. De hecho, si solo podéis visitar una cosa en la ciudad, que sea la Catedral de Santa María de Burgos. Su construcción comenzó en el siglo XIII, al mismo tiempo que la de las grandes catedrales francesas usando las técnicas de las catedrales de Notre Dame de París y Reims. Y finalizó en el siglo XVI. Su espléndida arquitectura y la colección excepcional de obras maestras que alberga –pinturas, sitiales del coro, retablos, tumbas y vidrieras– son un verdadero compendio de la historia del arte gótico. Solo por visitar la catedral se justificaría un viaje a Burgos. 

La parte gratuita es muy pequeña, pero la bellísima capilla de Santa Tecla merece mucho la pena y también podréis ver el Papamoscas, uno de los primeros relojes con autómatas de la península Ibérica. Sin embargo, os recomiendo pagar para ver bien todo el edificio. Id con tiempo, ya que hacen falta casi dos horas para entenderla bien: el altar y el cimborrio, la tumba de El Cid y Doña Ximena o la Escalera Dorada (ejemplo para las futuras escaleras de la ópera Garnier o El Vaticano) son puntos clave que os dejarán con la boca abierta, aunque la parte más bonita es la capilla del Condestable, una "catedral" dentro de la catedral, joya del gótico plateresco castellano, con los escudos de las dos familias que se unieron en matrimonio para gobernar Castilla en nombre del rey que ya estaba en Toledo. El Museo catedralicio también tiene piezas preciosas. Contratad la audioguía para no perderos detalle.

Tras visitar la catedral recomiendo primero ver su espléndida fachada principal, para reconocer ese gótico francés mezclado con agujas alemanas. La pena es que sus pórticos se destrozaron en el siglo XVII para hacerlos barrocos. Seguid e id por la calle de detrás (antigua calle del comercio) para ver el portal ricamente decorado con el Juicio Final en el que se puede ver a comerciantes pagando por su avaricia en el infierno con castigos que van desde atragantarse de monedas hasta cagarlas, todos representados con mucho detalle en la piedra. Si subís una calle diez minutos llegáis hasta el mirador de Burgos a los pies de las ruinas del antiguo castillo, desde el que otear la ciudad en lo alto.

Luego podéis bajar y ver sus calles, que ya no tienen nada de medieval puesto que se renovaron casi todas en el siglo XIX, y disfrutar de la apacible vida de esta ciudad de provincias donde casi nadie tiene prisa ni necesidad, ya que el paro es extraordinariamente bajo: menos del 7%. Es un buen momento para descubrir la gastronomía de Burgos, famosa por su queso, morcilla (salchicha de sangre de cerdo con arroz servida con pimientos verdes) y su cordero asado. Personalmente me encantó La Cantilla, un minúsculo restaurante regentado por un matrimonio donde se sirve la famosa olla podrida (viene del término "poderida" o poderosa, por sus ingredientes y sabores). Aquí la preparan de forma magistral. Este cocido castellano de alubias rojas de Ibea viene seguido de un plato con los siete "sacramentos", que son costilla, morcilla de Burgos, chorizo ibérico, una albóndiga, tocino, pata y oreja. Su postre de mousse de limón es de los mejores que he comido en mi vida. Este restaurante es como si te hubieran invitado a la casa de una familia burgalesa. Si curioseáis por las pastelerías y panaderías de la ciudad también podéis zamparos un Chevalier para merendar, que es un bollo parecido al roscón de Reyes, relleno de nata, que trajo a la ciudad un pastelero galo.

Vivar de El Cid

Una excursión a pocos minutos de la ciudad es la aldea de Vivar de El Cid, nombrada en honor de su habitante más famoso, el mercenario del siglo XI Rodrigo Díaz. Por intrigas cortesanas se le desterró de Castilla y de la corte. Sin embargo, consiguió que varios fieles le siguieran y se dedicó a servir a señores cristianos y musulmanes según quién le pagara mejor, dentro de las guerras que asolaban la península. Poco a poco se fue haciendo más rico y poderoso. Finalmente, decidió capturar la ciudad de Valencia, de la que habían sido expulsados todos los cristianos unos años antes, y se autoproclamó gobernante de la misma. Tras su muerte su cadáver se trasladó a Burgos y finalmente se le enterró en la catedral ya como héroe.

El pueblo es muy agradable, y más allá de algunos murales de El Cid también está el monasterio de las clarisas Nuestra Señora del Espino, donde aún hacen muchos dulces que recuerdan al mercenario, como las espadas Tizona y que se pueden comprar a monjas de clausura a través de un torno. Aquí se custodió el original de El Cantar del Mío Cid hasta 1779.

Sitio arqueológico de Atapuerca

Finalmente, también recomiendo visitar el yacimiento de la Sierra de Atapuerca, donde se encuentran numerosos vestigios fósiles de los primeros seres humanos que se asentaron en Europa, desde hace casi un millón de años hasta nuestra era. Esos vestigios constituyen una fuente excepcional de datos, cuyo estudio científico proporciona información inestimable sobre el aspecto y el modo de vida de esos antepasados remotos de nuestra especie. Se encontraron todos estos restos gracias a una minera inglesa y sus excavaciones en la montaña buscando carbón.

Para visitar este lugar hace falta coche privado ya que está algo a desmano, y es obligatorio reservar con algo de antelación (y pagar). Lo ideal es hacer primero la visita al centro de interpretación CAREX, donde una amable antropóloga os explicará la vida prehistórica con reconstrucciones de casas o lugares de enterramiento, y además os enseñará a construir herramientas de sílex, lanzar flechas o incluso hacer fuego, actividades que son muy entretenidas, sobre todo si vais con menores. De ahí, un autobús os llevará hasta el propio yacimiento, donde os explicará como se van haciendo las catas y clasificando los restos humanos según sean Sapiens, Neardentales o Antecesor.

Me dejé el monasterio de Santa María de las Dueñas, el Museo de la Evolución Humana y tampoco probé el famoso cordero de la ciudad, así que en algún momento volveré para seguir entendiendo mejor a una ciudad que no me acabó de cautivar. Y si vais, prepararos para el frío, ya que Burgos solo tiene dos estaciones: el invierno y la del tren.

IMPRESCINDIBLES

Comer

Olla podrida con sus sacramentos en La Cantilla.

Chevalier en cualquier pastelería burgalesa.

Libro

El Cantar del Mío Cid (anónimo).

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