Tras casi cinco años viviendo en climas tropicals - en Miami, Manila y Ciudad de Panamá además de tres meses en Argel y uno en Abu Dhabi - me mudo ahora a una ciudad fría lluviosa, pero sobretodo, pequeña: Brujas. Por primera vez en años dejo de depender de coches y taxis. Si algo bueno tiene la vieja Europa es su increíble red de transportes. Además, Brujas, por su tamaño, es perfecta para caminar o incluso mejor, ir en bici.
El caso es que mi verano acabó de golpe el pasado lunes cuando aterricé en el aeropuerto internacional de Bruselas-Zaventem, con cielo gris plomizo y lluvia. Dejaba atrás el soleado verano mediterráneo que pasé entre Valencia, Argel y Grecia. Después de dos cómodos trenes cruzando campos verdes con vacas y ciudades industriales llegué a la moderna estación de Brujas. El cambio no es sólo en tamaño y clima: es también en estilo de vida. Vuelvo a ser un estudiante con todo lo que ello implica, tras haber pasado estos tres últimos años de vida laboral. Eso significa que pierdo mi independencia económica y que además, parte de mi tiempo libre se tendrá que consacrar al estudio. Por eso, durante los próximos meses os estaré contando mis excursiones por Bélgica y países vecinos. Los destinos exóticos tendrán que esperar.
Sin embargo, estoy convencido que el país del chocolate y las cervezas tiene muchísimo que ofrecer. Para empezar, once lugares patrimonio de la humanidad UNESCO. Como siempre, aquí os estaré contando mis impresiones, trucos y consejos de viaje.
¡Saludos desde Flandes!
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