Estamos ya a 31 de agosto y por primera vez en mi vida he pasado un verano (para mi el verano es junio, julio y agosto) lejos del mar Mediterráneo. Ese mar que tiene una luz que en ningún lugar hay. Con unos olores únicos, a pino y a las diferentes hierbas aromáticas de sus montes y dunas. Con ciudades tan bellas como Valencia, Barcelona, Marsella, Niza, Roma, Nápoles, Atenas o Estambul. Con islas tan paradisíacas como Formentera, Menorca, Cerdeña o las míticas islas griegas. Y con pueblos tan mágicos como Peníscola, Cadaqués o Saint-Tropez.
El mundo de la publicidad ha explotado y seguirá explotando la magia mediterránea pero sin duda, una de las campañas publicitarias que todos esperamos anualmente es la de la cerveza Estrella Damm y su "mediterráneamente" que muestras escenas de diferentes veranos en puntos mediterráneos diversos de Catalunya y las islas Baleares. El mejor para mí, sin duda el de Formentera:
El mundo de la publicidad ha explotado y seguirá explotando la magia mediterránea pero sin duda, una de las campañas publicitarias que todos esperamos anualmente es la de la cerveza Estrella Damm y su "mediterráneamente" que muestras escenas de diferentes veranos en puntos mediterráneos diversos de Catalunya y las islas Baleares. El mejor para mí, sin duda el de Formentera:
En este blog he dedicado muchas entradas a lugares bañados por el Mediterráneo, mar bautizado por los antiguos romanos porque consideraban que era el que está en mitad del planeta Tierra. Y en cierta manera, en este mar tan relajado y pueblerino pero a la vez tan cosmopolita y conectado al mundo, sea donde se han cruzado tantas y tantas culturas, diferentes pero próximas a la vez. Con su gastronomía, tan renombrada en el mundo no sólo por su sabor y gigantesca variedad sino por lo sana que es.
Como estoy melancólico por no haber podido disfrutar de su arena, sabores, olores, gentes, calles y sobretodo, su increíble luz, al menos os dejo aquí las entradas que he publicado de lugares bañados por el mar más bonito del mundo.
Y para los despistados, todo lo que hay que saber sobre uno de los platos más famosos de la dieta mediterránea: la paella valenciana.
No se puede cerrar este post sin una de las canciones que siempre consigue emocionarme...
Quizá porque mi niñez
sigue jugando en tu playa,
y escondido tras las cañas
duerme mi primer amor,
llevo tu luz y tu olor
por donde quiera que vaya,
y amontonado en tu arena
guardo amor, juegos y penas.
Yo,
que en la piel tengo el sabor
amargo del llanto eterno,
que han vertido en ti cien pueblos
de Algeciras a Estambul,
para que pintes de azul
sus largas noches de invierno.
A fuerza de desventuras,
tu alma es profunda y oscura.
A tus atardeceres rojos
se acostumbraron mis ojos
como el recodo al camino...
Soy cantor, soy embustero,
me gusta el juego y el vino,
Tengo alma de marinero...
¿Qué le voy a hacer, si yo
nací en el Mediterráneo?
Y te acercas, y te vas
después de besar mi aldea.
Jugando con la marea
te vas, pensando en volver.
Eres como una mujer
perfumadita de brea
que se añora y que se quiere
que se conoce y se teme.
Ay...
si un día para mi mal
viene a buscarme la parca.
Empujad al mar mi barca
con un levante otoñal
y dejad que el temporal
desguace sus alas blancas.
Y a mí enterradme sin duelo
entre la playa y el cielo...
En la ladera de un monte,
más alto que el horizonte.
Quiero tener buena vista.
Mi cuerpo será camino,
le daré verde a los pinos
y amarillo a la genista...
Cerca del mar. Porque yo
nací en el Mediterráneo...
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